martes, 31 de mayo de 2011

El negocio de la credulidad (A237)

La plataforma lobbista católica española HazteOír publicó hace un par de días una nota de escándalo, que he visto reproducida con tono de indignación, sobre el “negocio” que hicieron los ateos de la empresa Eternal Earth-Bound Pets con la fallida predicción sobre el Rapto propagada por Harold Camping: 259 clientes pagaron 135 dólares cada uno a una empresa por un contrato que les aseguraba que cuidadores certificadamente ateos adoptarían y cuidarían a sus animales domésticos una vez que sus amos fueran arrebatados por Jesús hacia el cielo, en cumplimiento de la profecía (los ateos, naturalmente, tenían garantizada su permanencia en la Tierra, en medio de horribles sufrimientos, hasta el Juicio Final, al quedar excluidos de la benevolencia divina). Obviamente, nadie fue arrebatado y EE-BP se embolsó el dinero sin tener que hacer nada más.


Esta perfecta estupidez me motivó, no obstante, dos reflexiones.

La primera es que me dan un poco de lástima los crédulos que gastaron su dinero en un contrato tan idiota. Es legal, desde luego, y más aún, el servicio contratado era un servicio legal y factible de ser prestado, por lo cual no se puede hablar de fraude. Pero a mí me resulta parecido a cobrarle a un niño por hablar bien de él ante Papá Noel o los Reyes Magos. Tengo el corazón blando, lo sé.

La segunda es que hay que ser un importante caradura para indignarse por el “negocio” que representa el contrato de EE-BP (vender un servicio eventual —pero claramente especificado— ante un suceso que el vendedor no cree que ocurrirá en su vida)  y el negocio infinitamente más rentable, y practicado sin vergüenza alguna desde hace miles de años por sacerdotes de todas las religiones, de “vender” un cielo o paraíso o bienaventuranza vagamente definida a cambio de diezmos, de colectas, de genuflexiones, besamanos, postraciones, sacrificios y sumisión psicológica.

Se puede argumentar que los jerarcas religiosos creen que el servicio que ofrecen será prestado. En más de un caso, eso es discutible. Pero según el mismo principio por el cual la ignorancia de la ley no exime al ciudadano de cumplirla, la ignorancia de lo que ocurre después de la muerte (o más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir) no exime al sacerdote, pastor, gurú o espiritista de turno de ejercer sus facultades críticas y darse cuenta de que todo eso que venden es puro cuento. Dicen que una gran parte de los seguidores de Camping siguen creyendo en él. Pero que Camping siga creyendo en sus propios delirios es inconcebible.

jueves, 26 de mayo de 2011

Caritas no es caridad (A236)

Uno de los argumentos de quienes apoyan a la Iglesia Católica, cuando se han terminado o cuando no funcionan los llamados a la fe, es la acción terrenal que la misma realiza en la forma de organizaciones benéficas o caritativas, como Caritas. Creyentes sólo de nombre, indiferentes e incluso algunos ateos que deberían estar mejor informados coinciden en atribuir a la Iglesia un rol importante o preponderante en la distribución de ayuda humanitaria y la asistencia a los pobres y los desamparados allí donde los estados no llegan. La Iglesia aprovecha esta percepción cultural para pedir, solapadamente o no, que se la siga manteniendo desde el estado.

Pero al mismo tiempo la Iglesia reconoce que este involucramiento con lo terrenal trae problemas. Por eso no sorprenden las maniobras de los últimos meses destinadas a reencaminar a Caritas Internationalis hacia la doctrina ortodoxa, maniobras que muestran claramente el propósito verdadero de las ONGs “caritativas” eclesiales: el proselitismo, o cuanto más una caridad que no exagere lo mundano y evite escrupulosamente contradecir las órdenes del Vaticano. El cardenal Robert Sarah se encarga de aclararlo: el trabajo de Caritas “no es meramente filantrópico” sino que “permite que todas las personas comprendan toda su dignidad como hijos de Dios” (para lo cual, claro está, debe hablárseles del dios católico y seguir hablándoles hasta que comprendan y asientan). Sarah también se muestra en desacuerdo con el slogan de Caritas para los próximos cuatro años, “Una familia humana: cero pobreza”, ya que “Cristo dijo que siempre tendremos a los pobres”, no vaya a ser que a alguien se le ocurra efectivamente intentar un método para acabar con la pobreza.

Esto viene a colación de que en febrero pasado el Vaticano vetó la reelección de la Secretaria General de Caritas Internationalis, Leslie Ann Knight, entre otras cosas porque ésta había defendido a una ONG católica canadiense que colaboró con causas de derechos humanos, incluyendo (como no podía ser de otra manera) los derechos sexuales y reproductivos, derechos que la Iglesia niega. El Vaticano también prohibió a un ex Maestro General de los Dominicos, Timothy Radcliffe, pronunciar el discurso principal en la Asamblea General de Caritas Internationalis, porque Radcliffe osó decir que son los homófobos —y no los homosexuales— quienes deben quedar fuera del seminario.

Se viene una reforma de los estatutos para alinear a Caritas con el Vaticano, en línea con la centralización y el aumento del verticalismo que viene desde Juan Pablo II y que Benedicto XVI, teólogo profesional, obsesionado por la pulcritud doctrinaria, ve como necesarios para que la Iglesia no se contamine de mundanidad. La Iglesia quiere una Caritas más católica, una organización con identidad católica, con más obispos controlando su desempeño, y sobre todo dedicada a la verdadera misión, que es la incorporación de más ovejas al rebaño. Como dice el director de InfoCatólica en una editorial, “está muy bien ejercer la caridad cristiana y eso sirve como herramienta evangelizadora, pero dicha actividad no puede suplir el anuncio directo del evangelio y la llamada a la conversión”.

Más claro échele agua: hacer caridad (dar de comer al hambriento, vestir al desnudo) es una herramienta, un medio para un fin, pero el fin es otro, no la caridad, no el bienestar del prójimo, sino la propagación de la creencia católica y la consiguiente expansión del poder eclesiástico.

martes, 24 de mayo de 2011

La presidenta no tiene nada que hacer en un Te Deum

Carta abierta a la Señora Presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández

De nuestra mayor consideración:

Por medios periodísticos se ha informado que el próximo 25 de mayo, en ocasión de la conmemoración del aniversario número doscientos uno de la Revolución de Mayo, participará en su carácter de Jefa de Estado del Te Deum que se celebrará en la Catedral de Resistencia, Provincia de Chaco. Creemos que existen contundentes razones para pedirle que no lo haga, y comience así, con un gesto simbólico, el camino hacia un Estado argentino laico, respetuoso de la libertad de conciencia de sus ciudadanas y ciudadanos.

En primer lugar, pedimos que no sea visto esto como una afrenta a sus más íntimas convicciones religiosas o elecciones de conciencia: simplemente, entendemos que con su concurrencia a la celebración de un credo particular en su carácter de jefa del estado argentino atenta contra la libertad de conciencia de los millones de argentinos y argentinas que no profesan el culto católico apostólico romano, ya sea porque eligen otros cultos o porque deciden no profesar ninguno. Nada tenemos que decir sobre su participación en actos de este tipo con carácter privado. Vale aclarar que los alcances del mandato del art. 2 de nuestra Constitución Nacional fueron debidamente aclarados por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia y otros tribunales, así como por los estudios de destacados constitucionalistas; de ninguna manera surge que el jefe o la jefa de estado tenga obligación alguna de participar de estos actos, ni que tales celebraciones religiosas deban tener carácter público.

Por el contrario, el dar carácter público a actos religiosos de un credo o sistema de creencias específico solo amplía la situación de discriminación a otros sectores religiosos, como así también a no creyentes o a quienes adhieren a otros sistemas de creencias no encuadrados dentro del ámbito de las religiones. Esto aún cuando se permita la participación de ministros de algunos otros cultos, puesto que en tal situación las personas no creyentes no se verían representadas en su carácter de ciudadanas y ciudadanos en este acto, así como también quienes pertenecen a religiones diferentes a la católica continuarían siendo tratadas en inferioridad de condiciones. En ese sentido, el carácter pretendidamente ecuménico de estos actos no hace más que encubrir la injusta situación vigente en lo relativo a la libertad de conciencia.

Más allá de este amplio marco de observaciones generales, que creemos deberían ser tenidos en cuenta para todos los actos públicos, no podemos dejar de considerar el contrasentido que representa la celebración de la Revolución de Mayo en el ámbito de la Iglesia Católica Apostólica Romana, habiendo sido precisamente esta institución, en acuerdo con la Corona Española, el principal obstáculo a los movimientos revolucionarios de América.

Los Papas Pío VII y León XII condenaron la Revolución Americana en sendas Bulas, en las que se referían a nuestros próceres como «langostas devastadoras de un tenebroso pozo», y se referían a los gobiernos que se estaban formando como «esas Juntas que se forman en la lobreguez de las tinieblas, de las cuales no dudamos en afirmar con San León Papa, que se concretan en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas».

Sin duda alguna, la perspectiva histórica hará que tanto el Estado Vaticano como el Reino de España saluden hoy en día la libertad de los pueblos americanos. Pero en cualquier caso, conmemorar en representación de todas y todos los argentinos aquellas jornadas históricas en el ámbito de la iglesia católica resulta casi tan contradictorio como lo sería hacerlo en la Embajada de España.

Entendemos que el peso de la tradición puede opacar a veces nuestra visión de esta cada día más democratizante realidad social, pero confiamos en que la reflexión sincera la llevará a tomar la mejor decisión.

Esperamos que este sea un hito en el largo camino que debemos seguir para alcanzar un estado realmente laico.

Quedamos a su entera disposición y sin otro particular la saludamos muy atte.,

CAEL — Coalición Argentina por un Estado Laico
www.coalicionlaica.org.ar
www.facebook.com/estadolaico

domingo, 22 de mayo de 2011

Otro fin del mundo, y van… (A235)

Y bien, acaba de terminar el día 21 de mayo de 2011 en mi zona horaria y el Rapto o Arrebatamiento de los fieles, profetizado por el radiopropalador cristiano Harold Camping para ese día, no ha ocurrido. Para algunos sí ha llegado algo parecido al fin del mundo, como los padres que dejaron de ahorrar para sus hijos y de trabajar para ayudar a Camping a transmitir su profecía, o la mujer que intentó degollar a sus dos hijas y a sí misma para no sufrir la Tribulación. Pero lamentablemente creo que esta predicción fallida, como todas las otras, será rápidamente olvidada, dejando campo libre al siguiente fanático religioso o al siguiente estafador para repetir la triste historia.

Foto: Lord Jim (Flickr)

Desde hace rato y previsiblemente también ahora escuchamos a muchos cristianos descalificar a Camping y a los que predicen fecha y hora del fin del mundo. “Es un extremista, un fanático, no es un verdadero cristiano, no nos representa”, dicen algunos, cristianos decentes y moderados preocupados por su reputación. “Está equivocado, es un falso profeta, la Biblia no dice eso, Mateo 24:36, 1 Tesalonicenses 5:1-2, etc. etc.”, dicen otros, decentes y ortodoxos cristianos preocupados de que se falsee la Palabra de Dios para hacer un show morboso.

Y sin embargo el mensaje que deja Harold Camping es éste: no importa tanto qué creas, sino cómo lo creas; no importa si la Biblia dice A o B o ninguna de las dos cosas, sino que la Biblia sea considerada palabra sagrada; no importa si uno es extremista o moderado, sino la actitud intelectual ante idioteces como la del Rapto, la Tribulación, los Cuatro Jinetes, los Sietes Ángeles con Trompetas, el Anticristo, la Bestia y el Fin del Mundo. ¿Hay algún cristiano en el mundo que no crea en estas cosas? ¿Hay algún verdadero cristiano —no uno de esos cristianos ultraliberales, heterodoxos, hipersofisticados, posmodernos, que nadie salvo ellos mismos y sus amigos reconocen como cristianos— que no adhiera a esa escatología basada en las divagaciones del profeta Juan de Patmos, en la cual Dios primero se lleva al cielo a unos pocos, luego permite que el resto de la humanidad sufra horriblemente, y al final termina por destruir la Tierra completamente? Si es así, ¿en qué sentido es un cristiano?

Vuelvo a preguntar: ¿en qué sentido es un cristiano alguien que no cree en el Juicio Final y la destrucción catastrófica del planeta Tierra por parte de Dios? ¿Y en qué sentido —dado que la respuesta a lo anterior debe ser no— en qué sentido algún cristiano puede decir que es esencialmente distinto a Harold Camping? La escatología cristiana es locura pura y simple, un sueño alucinado que los seguidores de Camping han venido soñando desde hace años y del que ahora han debido —esperemos— despertar.

martes, 17 de mayo de 2011

La marcha antigay (A234)

Hace un par de días nomás, leyendo en Twitter, noté que unos cuantos de mis contactos estaban hablando de una “marcha antigay”. Resultó que #marchaantigay era TT (Trending Topic) en Twitter —y era virtualmente imposible leer todos los mensajes que se iban acumulando sobre el tema— porque en México, más precisamente en Guadalajara, capital del estado de Jalisco, una asociación autotitulada “Mexicanos por la Vida de Todos” había organizado una de esas famosas “marchas por la vida y la familia” que tanto les gusta a los grupos de ultracatólicos que se oponen a todo tipo de vida y a toda familia que no sea e-xac-ta-men-te como les gusta a sus pequeñas y marchitas mentes. El objetivo: oponerse a la reforma de la constitución federal, que incluye el derecho al aborto y la institucionalización de las uniones civiles sin distinción de sexo.

(La foto es de salazargdl.)
Un punto curioso es que estos grupos antiderechos nunca se identifican claramente y desde el vamos como católicos (o evangélicos, o cristianos) y tratan de evitar los argumentos religiosos en sus apariciones públicas. Esa hipocresía no deja de ser un buen signo: quiere decir que han reconocido que el dogma y la tradición religiosa no sirven de argumento ante sociedades cada vez más seculares, con más información disponible y con mayor libertad para pensar y elegir a partir de una ética no teológica. Se habla de “asociaciones civiles”, de ciudadanos independientes y libremente comprometidos con “valores” que se califican de universales o comunes a todos, pero en realidad son fachadas de la Iglesia Católica o de otras religiones organizadas, con líderes bien adoctrinados. (Sus seguidores, por otra parte, suelen ser bastante básicos.)

Hoy es el Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia, y no está de más recordar que, aunque estas formas de discriminación irracional están enraizadas en la cultura popular desde hace tiempo, son las instituciones religiosas las principales responsables de propagarlas orgánicamente y de sostenerlas a través de la indoctrinación y la educación que el estado les ha entregado.

domingo, 15 de mayo de 2011

“Nuevo” ateísmo

“La manera de lidiar con la superstición no es mostrarle cortesía, sino enfrentarla con todas las armas, derrotarla, dejarla quebrada, hacerla infame y ridícula por siempre. ¿Resulta cara, quizá, a ciertas personas que deberían ser conscientes de ello? En ese caso su estupidez debe ser sacada a la luz y expuesta allí en toda su fealdad hasta que huyan de ella, cubriéndose la cabeza en su vergüenza.”

H. L. Mencken (1925)

sábado, 7 de mayo de 2011

El placer solitario de la Iglesia


“La semana pasada […] el antiguo papa Juan Pablo II fue beatificado, un paso importante en su camino a la santidad. Las ocupaciones y maquinaciones del Vaticano  a este respecto no son asunto mío, aunque me siento inclinado a aplaudir toda esa parafernalia sin sentido como un acto inofensivo de onanismo institucional, la clase de autosatisfacción  en grupo que brinda una salida inocua de energía y que, aun siendo improductivo, al menos no es dañina para el resto de nosotros. Si la masturbación es el epítome del sexo seguro, la beatificación —y presumiblemente la canonización también— representa su equivalente teológico: diversión limpia y sana.

jueves, 5 de mayo de 2011

Musulmanes íntegros

En WebIslam —y no a propósito de Osama bin Laden— me cruzo con una disquisición sobre el significado del fanatismo religioso, que se titula ¿Se dividen los musulmanes en 'moderados' e 'integristas'?. Comienza denunciando una incomprensión fundamental:
Se ha construido a nivel mediático una distinción entre musulmanes “moderados” y “radicales”, donde la palabra radical es rápidamente sustituida por “fundamentalista”, “integrista” u “ortodoxo”, sinónimos todos de retrógrado y de fanático. Los "moderados" serían aquellos que abogan por la adaptación plena del islam a la modernidad occidental.
En realidad, si bien los medios occidentales han hecho un verdadero chiquero terminológico, sociológico, histórico, etc., con el islam, el público occidental tiene bastante claro el concepto básico. Musulmán moderado no es aquel que aboga por adaptar el islam a Occidente; es aquel que no sale a la calle ululando con un Corán en una mano y un AK-47 en la otra pidiendo la cabeza de algún infiel, sino que se queda en su casa, quizá deplorando esas manifestaciones de sus correligionarios pero en modo alguno denunciando como bárbaro y falso el Libro o la tradición que aprueban esa violencia. Si los musulmanes moderados realmente quisieran adaptar el islam a la modernidad, siendo mayoría ellos y no los extremistas, es de esperarse que algo así ya estaría en marcha, pero obviamente no es así.

El artículo sigue explicando que “integrista” no es una mala palabra y que un musulmán no puede no ser íntegramente musulmán. Integrista significa íntegro, lo contrario de hipócrita o doblez. El fanático es el que ha hecho de su religión un ídolo y lo usa como barrera contra la diversidad. La diversidad, el reconocimiento de la variedad del mundo que nos obsequia Alá, es un mandato. Y así sigue, en lenguaje académico con todos los indicios de querer amedrentar al lector con polisílabos.

Y es muy bello, salvo por el hecho de que no es cierto. Para que sea incorrecto transformar una religión en un ídolo (o dios falso), la religión tiene que ser sólo un medio para un fin superior, para llegar al verdadero dios. Si este dios no existe, si la religión es quien lo crea para poder sustentarse, entonces la religión es un medio para otra cosa: un instrumento de poder, sometimiento, violencia, preservación del statu quo o subversión de un statu quo desfavorable, según convenga, o bien termina siendo un fin en sí mismo, dogma puro o superstición para pasar el rato, costumbre reproducida e impuesta como cosa natural. En el mundo real, donde no es evidente (ni mucho menos) que exista ningún dios, la religión siempre es alguna de estas cosas.

El artículo hace distinciones correctas y valiosas; por ejemplo, que los movimientos integristas no son necesariamente tradicionales; el fanático wahhabismo de Arabia Saudita, por ejemplo, es una innovación, no una vuelta a las bases (fundamentalismo). Además, ciertas categorías son meras trasposiciones del cristianismo al islam, forzosamente distorsivas. Eso es interesante para el sociólogo y el historiador, quizá para el que filosofa buscando una solución a mediano plazo para lidiar con el fanatismo religioso, pero no para el ciudadano común ni para las políticas estatales que deben proteger las libertades de todos y su seguridad. Nadie dice que los musulmanes sean todos iguales, pero tampoco ayuda que un académico musulmán con aires de superioridad venga a marcar distinciones y a explicarnos que nosotros, pobres infieles, no entendemos nada. (Cuando los medios reportan un accidente de tránsito grave, hablan de muertos y heridos antes que de las marcas de los automóviles, de su color o de su antigüedad, porque esas cosas son irrelevantes.)

El párrafo sobre la Edad Media supura pseudohistoria:
Sin embargo, para la prensa un integrista es alguien que quiere devolver el mundo a la Edad Media, época de la cual se tiene una imagen pre-fabricada. ¿De que Edad Media se trata, de ese momento en el cual París era un lodazal y Córdoba tenía un millón de habitantes y unas bibliotecas con miles de volúmenes que se perdieron para siempre? Cuando oímos el término “Edad Media” como sinónimo de oscurantismo no podemos dejar de sorprendernos, ya que esa época representa el periodo de máximo esplendor cultural de España. En este y otros casos el colonialismo intelectual es evidente.
Es cierto que en la época de esplendor de Al-Andalus la cultura y la ciencia florecían bajo los invasores árabes de la península ibérica, mientras que languidecía bajo el cerrojo totalitario de la Iglesia en el resto de Europa. También es cierto que en Al-Andalus había esclavos (traídos en gran cantidad de los mercados internacionales), y los cristianos y judíos eran dhimmi, ciudadanos de segunda que debían pagar dos impuestos extra, vivir en barrios aparte y no podían ocupar cargos políticos. Hoy en día, Europa ha dejado atrás su vergonzosa Edad Media, pero ciertos musulmanes todavía se sienten indebidamente orgullosos de la suya.


Nota final: ¡recuerden que el 20 de mayo es el Día de dibujar a Mahoma!

martes, 3 de mayo de 2011

Ateo sugiere dar dinero a la Iglesia (A233)

Los residentes españoles pagan anualmente el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), cuya declaración incluye la posibilidad, para el contribuyente, de marcar una casilla indicando un porcentaje pequeño de la recaudación que será destinado —en teoría— a instituciones benéficas para la sociedad. Hay dos alternativas: asignar el dinero a “fines sociales”, es decir, a ONGs, o bien a la Iglesia Católica (se pueden marcar las dos casillas). Desde 2007 éste es, dicen, el único medio de sostenimiento estatal de la Iglesia en España (aunque esto no es cierto).

Uno pensaría a priori que esta grosera injerencia católica en un estado pretendidamente aconfesional le daría un poquito de vergüenza o escozor a los católicos, cuyos jerarcas se llevaron, a cargo del IRPF de 2010, 249 millones de euros, pero ¿qué vamos a esperar, si hasta hay ateos que consideran que es acertado entregarle dinero del contribuyente a la multinacional vaticana? Tal como lo leen: José Manuel López, médico oncólogo, ateo, le dijo a ACI que marcará la casilla de la Iglesia “porque ésta es la organización benéfica más efectiva que existe”.

Es claramente posible ser ateo y estúpido, o ateo y corrupto, o ambas cosas, de manera que no nos sorprenderemos más por la actitud del Dr. López. Para no suponer lo peor habrá que considerar que está mal informado. En primer lugar y como cosa obvia está el hecho de que la Iglesia Católica no es una institución benéfica. La Iglesia tiene, eso sí, instituciones de beneficencia y de ayuda social, como Cáritas, que están cubiertas por el apartado de fines sociales del IRPF, aunque obviamente eso significa tener que compartir el dinero con otras ONGs. El hecho de que exista un apartado distinto para la Iglesia indica precisamente la calidad de excepción, de injustificabilidad, que representa derivar 0,7% de un impuesto que pagan todos los españoles a una empresa privada que vende bienes espirituales y que no responde absolutamente a nadie de sus manejos internos.

En segundo lugar, la función benéfica de la Iglesia —una función subsidiaria y colateral al proselitismo— existe porque, amén de unos mil setecientos años de enquistamiento continuo en los estados y la cultura de Occidente, en España hubo una dictadura militar-eclesiástica de cuarenta años que no daba muchas alternativas a la caridad cristiana. La infraestructura y recursos humanos de que dispone la Iglesia le dan una ventaja, pero es seguro que ONGs seculares, o el mismo Estado, podrían cumplir con todas las funciones que la Iglesia desempeña, con el añadido de que los fondos empleados podrían ser auditados por la ciudadanía.

En 2010 apenas un 34,1% de los contribuyentes marcaron la casilla de la Iglesia, es decir, una tercera parte de los españoles tomaron dinero de los fondos estatales y se lo dieron a su secta favorita, que no rinde cuentas de cómo usará ese dinero: si será para comprarle un cáliz de oro a cada obispo, si pagará arreglos extrajudiciales en casos de pederastia, o si —quizá— será empleado para una función social verdaderamente benéfica.

Vuelvo y termino con el Dr. López, el ateo que ama a la Iglesia. Dice López que fue a misa y se sintió “parte de algo más grande […] que sosiega la respiración y atempera el pulso, sin necesidad de lapidar a nadie”, y que por eso votará por ese “espíritu de paz y concordia”. Desconozco si existe un nombre para esta clase de ateos que no quieren serlo; a ellos los entiendo, siempre que no caigan además en la ceguera ante lo obvio. También a mí me gusta entrar a una vieja iglesia y admirar su arquitectura, sentarme en silencio, estudiar las caras de los creyentes, participar en (lo que parece ser) un instante de serenidad. Pero nunca sería tan estúpido de recomendar que el dinero que debería usarse para dar de comer a los pobres o a mantener escuelas sea desviado para pagar la construcción de templos, el proselitismo o la caridad selectiva. Y mucho menos hablaría de paz y concordia en referencia a una religión que hace todo lo posible por quitarnos derechos, sea que seamos mujeres, homosexuales, enfermos terminales, no creyentes o simplemente no católicos. El objetivo de la Iglesia es y siempre será el mantenimiento de su poder terrenal; su permanencia en el tiempo lo atestigua.

lunes, 2 de mayo de 2011

Osama bin Laden y la religión (A232)

El Vaticano (que siempre tiene una opinión sobre todo) opina que el recientemente muerto líder terrorista islámico Osama bin Laden “instrumentalizó la religión para matar”. Lo importante no es condenar a Osama —como espero que el lector perspicaz haya notado— sino defender a la religión, que es lo que le da de comer al Vaticano. Incluso si la religión es el islam, la gran enemiga histórica del cristianismo y también enemiga actual en general, pese a las temporales alianzas que ambas celebran cuando se trata de joder al resto de nosotros.

Osama bin Laden junto a una amiga

¿Qué significa instrumentalizar, o transformar en instrumento, la religión? Lo que define un instrumento es que se le da un uso determinado, más o menos específico, y que lo quiere para ese uso y no por sí mismo ni para otro uso no relacionado. Habría que preguntarse, si la religión puede ser un instrumento para matar, por qué esto es así. Con un martillo (un instrumento) puedo romper, aplastar o clavar cosas; obviamente la mayoría de nosotros lo usamos “bien”, generalmente para clavar clavos y así asegurar una madera a otra para construir un mueble o una casa, o bien para colgar un cuadro en una pared. Pero la naturaleza del martillo permite su uso como arma. Si ponemos el martillo en manos de un psicópata es mucho más probable que el mismo lo use para herir a otros o a sí mismo que para algo constructivo.

Por otra parte, un arma de fuego sólo sirve, en principio, para la violencia: para matar, herir o al menos amenazar. También puede servir para protegerse de un asesino, pero eso sigue siendo violencia; o para volar de un tiro una cerradura que no nos permite escapar de una casa en llamas, pero eso es una excepción. ¿Es el islam una religión como un martillo, un objeto para unir, para construir, que cayó por accidente en manos de un psicópata, o es más como un arma de fuego, un objeto fundamentalmente hecho para destruir y ejercer violencia, aunque esa violencia parezca necesaria en situaciones límite?

No quiero reducirlo todo a una analogía, porque eso siempre termina forzando la comparación. Pero hasta aquí y sin contar con otros aspectos más complicados, yo siento que la religión es como un arma de las que muchos ciudadanos, temerosos, guardan descargada en una caja arriba del ropero, creyéndola inofensiva para ellos mismos, pero obligándose siempre a recordar que está allí y que deben usarla cuando se sientan amenazados. Una de esas armas que, cada tanto tiempo, por accidente, hacen que algún inocente muera. ¿Ustedes qué creen?