lunes, 27 de febrero de 2012

Mi novia es atea, ¿qué puedo hacer?

En el sitio web de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María (sí, existen, no son una broma; y sí, el diseño de su web es lógicamente tirando a retro) me encontré hace un tiempo, o me señalaron, y yo me marqué para hablar de ello alguna vez, una sección de preguntas y respuestas dirigidas a un sacerdote, el Padre Jordi Rivero, sobre los sacramentos. La que me guardé especialmente fue la que dice así:
Padre Rivero:
Tengo mas de 3 años saliendo con mi novia, la amo muchísimo y se que ella es la persona con la cual deseo compartir mi vida. Siempre ha existido respeto y mucha comunicación entre nosotros, mas solo le veo un pequeño problemita, ella es atea, y aunque siempre le he dicho que no me molesta (la verdad es que no me molesta), yo desearía que ella pudiese encontrar el amor de Dios y pudiese creer en El, mas no se como convencerla. La verdad no siento hacer nada malo. ¿Es malo que yo salga con ella?, ¿Que puedo hacer?.
El pobre chico (digo que es un chico, un jovencito, porque espero que lo sea; si es mayor de cierta edad y le pregunta todavía al cura qué hacer, su actitud pasa de patética a desagradablemente inmadura), el chico, digo, quiere que el cura le diga que no hay problema, que lo que importa es el amor, que si van a tener hijos lo piensen bien antes para que no haya conflictos por su educación en la fe: lo habitual. Nadie espera tres años para hacer esta pregunta si no espera que le contesten algo tranquilizador que le permita seguir adelante. Pero el padrecito no colabora.
Antes de contraer un matrimonio cristiano se debe comprender lo que es y distinguirlo del amor al prójimo en general y del matrimonio a nivel natural (sin fe cristiana).

El matrimonio a nivel natural es interpretado de diferentes maneras. Por la ley natural se puede entender que el matrimonio requiere ciertos compromisos que hacen posible la vida común y cada uno los implementa según sus valores y su formación de conciencia. Juan Pablo II: "Desgraciadamente, a consecuencia del pecado original, lo que es natural en la relación entre el hombre y la mujer corre el peligro de vivirse en una forma que no está de acuerdo con el plan y con la voluntad de Dios y, el distanciamiento de Dios implica de por sí, una deshumanización proporcional de todas las relaciones familiares." 30-I-2003
Traduciendo: el matrimonio natural es juntarse con cierto compromiso, como los animales. (Lo toleramos porque ya no podemos forzar a todos a casarse por iglesia.) No está mal, pero los matrimonios donde no está Dios son menos humanos que el resto.
El matrimonio cristiano se fundamenta en Cristo. Es por lo tanto mucho mas que una convivencia entre dos que se aman según las posibilidades del amor humano. Los esposos entregan sus vidas primero a Cristo. En El se unen entre si para vivir un amor sobrenatural. Este amor se fundamenta en los compromisos específicos de la alianza matrimonial cristiana y se vive en el poder del Espíritu Santo. Cristo elevó el matrimonio a la dignidad sacramental. El matrimonio cristiano, nos enseña San Pablo en la carta a los Efesios, es un signo vivo del amor de Cristo y su Iglesia.
Amar a una mujer y casarte con ella no basta. Hay que amar a Dios/Cristo y a través de Él a las otras personas. Tu amor debe ser transitivo. Cristo debe estar en tu cama junto con tu esposa, o más bien, dado que Él no puede estar ahí, tu sacerdote. La Iglesia debe tener la puerta abierta para meterse y opinar sobre tus relaciones maritales.
Me preguntas si es malo que tengas una novia atea ya que su falta de fe no te molesta. Me atrevo a decirte que no te molesta porque no has llegado a comprender lo que es un matrimonio cristiano. A la medida que tengas fe te será importante que ella también la tenga. Los que se aman desean compartir sobre todo su corazón. El corazón del cristiano pertenece a Cristo.
Los ateos son seres defectuosos. Casarte con una novia que no tiene fe es aceptar un desaire. Ella no quiere a tu verdadero amor, Cristo. Si ella no quiere compartir tu fe y eso no te importa, quizás no seas muy buen cristiano. Quizás te estés convirtiendo en un ateo defectuoso como ella.
¿Que puedes hacer? La respuesta depende en la prioridad de tu corazón. Si quieres ser de Cristo debes recordar la Palabra de Dios:

¡No unciros en yugo desigual con los infieles! Pues ¿qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? -II Corintios 6,14

Decídete a vivir tu fe dispuesto a todo por el amor de Cristo. Así le permitirás a Dios que te de el discernimiento y el valor para hacer una buena decisión. Piensa que el matrimonio es para siempre.
Ella es una infiel, una inicua hija de las tinieblas, a las cuales te arrastrará. Por amor a Cristo, si no la puedes convertir, abandónala. Que después, si te das cuenta de que fue un error, tampoco te daremos permiso para divorciarte y tendrás que ser un infeliz casado con una atea hasta la muerte.

Qué bellas palabras.

domingo, 26 de febrero de 2012

Tu religión es toda tuya

Christopher Hitchens responde a una pregunta típica de ciertos “ateos pero”. Véanlo antes de pensar en las preguntas de abajo.


¿Será posible que alguien sea tan obtuso para creer que un creyente sólo va a transformarse en ateo si le “quitamos” su religión? ¿Puede ser ese alguien además tan condescendiente como para creer que un creyente necesita religión y que intentar que la pierda es malo? Finalmente, ¿cuánta mala leche hace falta para asumir que el objetivo de los ateos es robarles a los creyentes lo que les da significado a sus vidas?

jueves, 23 de febrero de 2012

lunes, 20 de febrero de 2012

“¡Censura!”, gritan los censores

Como la hipocresía y los dobles estándares son característicos de los líderes religiosos y sus seguidores más devotos, no debe sorprendernos la denuncia, que aparece publicada en el Vatican Insider, de que el ejército de Estados Unidos, “violando el derecho de la libertad de palabra y de la libertad religiosa que garantizan la Constitución”, ha censurado la lectura en misa, por parte de los capellanes militares, de una carta enviada por Timothy Broglio, arzobispo Ordinario Militar católico.

La libertad religiosa y la libre expresión son derechos humanos, pero como todos los derechos, no son aplicables de manera irrestricta. El ejército es una de esas instituciones donde está prohibido expresar determinadas opiniones. A uno puede gustarle eso, o no, y en casi cualquier caso yo estaría de acuerdo con el arzobispo en que no permitir la lectura de una carta pastoral en misa es un acto de censura inadmisible. Pero cuando la carta es un llamado a la desobediencia civil, ¿qué espera? ¿No es jefe de los capellanes militares, conociendo por lo tanto las limitaciones a la libertad de expresión que surgen de la estructura jerárquica de las Fuerzas Armadas? ¿A alguien se le ocurre que un ejército puede permitir que un tipo se suba a un púlpito (literal o figurativamente hablando) y arengue a los soldados: “No cumplan con las leyes de su país”?

El Vaticano tiene, como siempre ha tenido la Iglesia desde que se organizó, una gran oficina o departamento de gobierno dedicado exclusivamente al escrutinio y persecución de expresiones que no concuerden con la doctrina oficial. La Iglesia no ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos y hasta hace un siglo (y más cerca todavía) consideraba esos derechos como impías creaciones de la modernidad, que no deben tener lugar en las leyes de un estado. De hecho la Iglesia siempre ha luchado para influenciar las leyes hacia una mayor restricción de la libertad de expresión y de la libertad religiosa, con la única, notoria, y bastante reciente excepción de los países musulmanes. (Sin más, hace muy poco asistimos al espectáculo de una Iglesia que al mismo tiempo hacía lobby a favor de una ley que castiga la blasfemia en Irlanda, y en contra de las leyes anti-blasfemia que se empezaron a aplicar con creciente dureza contra los cristianos en Nigeria y Pakistán; esto mientras el Vaticano hacía tratos con la Organización de la Conferencia Islámica para apoyar una resolución de la ONU que instaba a los países a perseguir legalmente las blasfemias, críticas o burlas a la religión.)

La dichosa carta pedía a los fieles que resistieran el cumplimiento de la orden del gobierno de Obama sobre la provisión obligatoria de anticonceptivos, esterilización y aborto. Para ser más claro, pedía a los soldados que obstaculizaran, desde su lugar, el acceso a los servicios de salud reproductiva de otros ciudadanos. La carta finalmente no fue leída; los altos mandos (del Ejército y del Vaticano) lo conversaron, borraron la frase clave que incitaba a la desobediencia, y se acordó que se permitiría mencionar la carta en misa y difundirla por escrito.

sábado, 18 de febrero de 2012

La fe que no se calla

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) prohibió que se realicen oraciones o actos de culto religioso antes o después de los partidos. Como yo no miro realmente fútbol, ni brasileño ni de otros países, no tenía mucha idea de que esto pudiera ser significativo, pero evidentemente, si hubo necesidad de prohibirlo tan tajantemente, debe ser porque se trataba de algo flagrante y molesto.


Esto decía Andrés Sánchez, presidente de la CBF:
“Antiguamente, eran las mujeres. Después, vinieron las cartas y luego la religión. Hoy está internet. Los jugadores se encierran con el iPad. ¡Por el amor de Dios, las cosas que hacen! Pero pueden hacer lo que quieran en la concentración mientras no molesten al prójimo.”
En el sitio web evangélico Protestante Digital se indignan visiblemente de que Sánchez compare jugar a las cartas o la adicción a internet con la fe, como distracciones. En las concentraciones de los equipos brasileños, según parece, no es raro ver pastores evangélicos merodeando. Probablemente esto no afecte verdaderamente al desempeño deportivo. A Sánchez no le molesta este fervor salvo cuando se traslada al campo de juego:
“Conmigo no va a haber cultos. Quien quiera, que vaya a rezar a su habitación.”
Irónicamente (o no, considerando lo ignorantes y selectivos que son los cristianos con sus propias Escrituras, cuando conviene) la orden de Sánchez es bíblicamente aceptable. Más que aceptable.
«Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.»
No lo dice algún impío dirigente futbolístico sino el mismísimo hijo de Dios, al menos según el evangelio de San Mateo (capítulo 6). Quien haya visto las exhibiciones públicas y notorias de fe de los jugadores brasileños, o cualquier otra manifestación típica de los cristianos evangélicos cuando están enfervorizados, sabe bien que este consejo divino es uno de los más olvidados (igual que la orden de Jesús de no llamar “padre” a nadie salvo a Dios Padre).

miércoles, 15 de febrero de 2012

Por la libertad de Hamza Kashgari

Hamza Kashgari es un periodista árabe saudí de 23 años. La semana pasada posteó en su cuenta de Twitter unas pocas palabras dirigidas figurativamente a Mahoma, el profeta del islam, en el aniversario de su nacimiento. No son de mayor importancia; reflejaban lo que cualquier creyente sensato llamaría sinceras dudas de fe o un agnosticismo meditado.

Pocas horas después había más de treinta mil respuestas; aunque Kashgari borró todo rápidamente, la indignación se extendió como fuego a otras redes sociales. Líderes religiosos pidieron su ejecución acusándolo de apostasía; grupos de Facebook reclamando su muerte alcanzaron rápidamente los miles de usuarios.

El martes, según parece, Kashgari huyó de Arabia Saudita. El jueves fue detenido en el aeropuerto de Kuala Lumpur, Malasia, donde su vuelo a Nueva Zelanda hacía escala. El domingo, las autoridades de Malasia (país que no tiene ningún tratado de extradición formal con Arabia Saudita) lo deportaron a su país de origen, donde le espera un juicio y muy posiblemente la muerte por su “crimen”.

Como señala una editorial en Index of Censorship (una de tantos que están cubriendo este tema), si bien la indignación es genuina, es posible ver en ella también una maniobra política de las autoridades:
La farsa de la ofensa religiosa es un artificio muy mal construido para continuar limitando los derechos humanos básicos de los saudíes, incluyendo la libertad de expresión y la igualdad de género. Promover un clima de miedo y opresión es la mejor garantía de cumplimiento de las normas, y el islam es un llamado de guerra tradicional para las masas, que asegura el apoyo público en épocas de conmoción social. La monarquía está particularmente preocupada por el disenso en un momento en que la región se ve sacudida por protestas que han terminado con el derrocamiento de déspotas de larga data mientras otros debieron acceder a concesiones políticas para evitar la inestabilidad.

Es poco lo que podemos hacer por este joven periodista, aparte de difundir la noticia para que exista al menos cobertura mediática y presión política internacional. Recomiendo al grupo Free Hamza Kashgari en Facebook y publicitar lo ocurrido en todos los foros disponibles. No debemos esperar que la siniestra monarquía saudí o sus clérigos sedientos de sangre demuestren la menor misericordia. Tampoco hay muchas chances de que los países occidentales, socios de Arabia Saudita por su petróleo y con líderes políticos temerosos de ser vistos como “islamofóbicos”, emitan protesta alguna, ni que el Vaticano, aliado táctico del integrismo musulmán y que sólo recuerda la libertad religiosa cuando el islam molesta a la expansión del catolicismo, condene la casi segura pena capital que le tocará a Kashgari si llega a ser juzgado por la “justicia” saudí.

lunes, 13 de febrero de 2012

A los tibios los vomita Dios

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había dispuesto establecer nuevas reglas para el sistema sanitario. Una de ellas consistía en la obligación de parte de los hospitales de ofrecer a sus empleadas un plan de seguro de salud que incluyera anticonceptivos, esterilización y aborto.

Los jerarcas católicos pusieron el grito en el cielo y demandaron que esa medida fuera anulada, ya que obligarles a los hospitales católicos (curiosa expresión, si se la piensa bien) a ofrecer servicios de esa clase significaría interferir con su “libertad religiosa”, es decir, con su libertad de violar —en nombre de su ideología preferida— las reglas que rigen para todas las demás instituciones. La Casa Blanca cedió.
… la Casa Blanca ha anunciado su intención de no imponer a los hospitales y organismos vinculados a la Iglesia Católica la difusión del control de natalidad. (…)

Para la mayoría de los observadores (…) el presidente trata tan sólo de no perder el voto católico en las elecciones presidenciales de noviembre, en las que se juega la reelección. Tradicionalmente, la mayoría del voto católico vota demócrata.
Mero cálculo político, entonces. Simple pragmatismo, tibieza, o mejor dicho cobardía, de parte de un presidente que se presentó como una esperanza progresista, casi revolucionaria, y que no ha hecho sino decepcionar a la mayoría de los que lo votaron. Pero ni esta capitulación bastó. Los líderes católicos no están conformes.
Una serie de líderes pro-vida en Estados Unidos han criticado duramente al presidente Barack Obama por el anuncio que hizo de que ha modificado levemente la orden que obliga a los empleadores a pagar seguros que incluyen fármacos anticonceptivos y abortivos.

Obama dijo ayer que los empleadores religiosos ya no deberán pagar los seguros que incluyan anticonceptivos sino que deberán comprar planes que entreguen los anticonceptivos de manera gratuita. De esta forma, indicó, “se respeta la libertad religiosa”.
El cambio en la norma, si hemos de creerle a los integristas “pro-vida”, fue un mero truco: los hospitales podrán ofrecer planes de seguro de salud que no incluyan anticoncepción, esterilización o aborto, pero si el empleado requiere estos servicios, deberá recibirlos gratuitamente, a cargo del empleador.

Lo que esto significa, en primer lugar, es que —como ya sabemos— el asunto no tiene que ver con la libertad de los católicos, sino con privar a los demás de su libertad. No es que no desean pagar por un servicio que consideran inmoral; quieren forzar a la gente que trabaja para ellos a que no pueda usarlos.

En segundo lugar, muestra cómo las tácticas de conciliación no funcionan con personas como los obispos católicos. No se puede lidiar con partidarios de un totalitarismo a base de compromisos o medias tintas. El catolicismo no puede separar la vida y las leyes civiles de sus propias doctrinas; pueden darse compromisos motivados por el pragmatismo o la mera corrupción, como en todas las instituciones, pero finalmente no pueden perdurar, porque para el catolicismo hay una Ley superior a las leyes humanas y su objetivo es trabajar para imponerla sobre todos nosotros.

Y en tercer lugar, Obama comete un error de valoración política que es difícil de entender. Los jerarcas de la Iglesia son una camarilla autoelegida que representa a una fracción minúscula de los católicos. La inmensa mayoría de los católicos, en Estados Unidos y en todo el planeta, utilizan —cuando disponen de ellos y están educados para ello— anticonceptivos y preservativos. La mayoría no ve mal que una persona pueda elegir esterilizarse. Una fracción menor pero sustancial aprueba el aborto en ciertas circunstancias. Los líderes de la Iglesia saben perfectamente esto y lo toleran, como toleran que las parejas convivan sin casarse y que los homosexuales no sean encerrados, colgados o apedreados en las plazas; mientras la feligresía siga aportando fondos y los políticos sigan siendo más o menos complacientes, se puede hacer la vista gorda al pecado. Los políticos también saben esto. ¿Por qué siguen arrastrándose, por qué siguen haciendo genuflexiones, aunque sea a medias y con segundas intenciones?

Para enfrentarse al integrismo y al fanatismo las medias tintas no sirven. Que los príncipes de la Iglesia griten y pataleen; ya se verá cuántos de sus súbditos responden al llamado.

viernes, 10 de febrero de 2012

Hand of Hope

Un ateo y escéptico amigo me manda un texto sobre una foto famosa, titulada Hand of Hope (“La mano de la esperanza”) que muestra la mano de un feto saliendo del útero y rodeando con sus deditos el dedo del médico que lo está operando. Quiero compartirlo con ustedes porque, a pesar de que no es mi texto (y Alerta Religión nunca ha tenido autores invitados), expresa casi exactamente lo que yo diría sobre el asunto.

Hand of Hope, por Michael Clancy

Hace poco volví a cruzarme con esta foto que ya había visto varias veces, ya sea en cadenas de mails o en posteos en redes sociales, casi siempre como parte de campañas pro-vida o antiabortistas. Se da a entender que el bebé está tomando la mano del médico para agradecerle que lo haya salvado (no se dice de qué) o para pedirle que no lo mate.

La foto en sí es obviamente impresionante, ha dado la vuelta al mundo y ha sido referenciada en series como House, MD o Scrubs, pero su verdadera historia poco tiene que ver con esas campañas y el mensaje que se pretende dar es engañoso.

El feto de la foto es Samuel Armas, que estaba siendo operado in utero para corregir una lesión de espina bífida. El fotógrafo, Michael Clancy, cuenta que aprovechó y sacó la foto en el momento justo cuando el feto sacó la mano por sí mismo y, al sentir que el doctor se la tomaba, le respondió sujetándola con más fuerza. El médico negó que hubiera sucedido así. Asegura que él mismo extrajo la mano del feto y que durante la operación, por supuesto, tanto él como su madre estaban anestesiados y no podían moverse. Por otro lado, de más está decir, ningún bebé, por precoz que sea, ni mucho menos un feto, puede darse cuenta de que lo están operando para corregirle una malformación, ni puede saber lo que es un médico, ni tampoco decidir agradecerle dándole la mano, gestos que corresponden a personas adultas.

La imagen también es engañosa porque al momento de la cirugía Samuel llevaba 21 semanas (unos 5 meses) de gestación, mientras que los debates sobre el aborto toman la semana 10 o 12 como límite. Pero estas publicidades nos llevan a pensar en abortos realizados en esa etapa tan avanzada del embarazo, como mostrando a un bebé casi listo para nacer diciendo “por favor, no me mates”.

Estas publicidades engañosas también ayudan a que se siga incumpliendo la ley en los casos de violaciones, mujeres discapacitadas mentales, niñas menores de 13 años o riesgo de vida para la madre. Estos casos son no punibles por ley en Argentina, o sea que los médicos tienen la obligación de realizarlos a pedido de la mujer sin necesidad de solicitar ninguna orden judicial, es decir, son legales. Sin embargo, la mayoría de los médicos de los hospitales públicos no los hacen por presiones de grupos antiabortistas o por miedo a demandas judiciales, con lo que se pierde tiempo muy valioso.

Como resultado, ni siquiera en los casos previstos por la ley se puede abortar —no legalmente, al menos. Las mujeres violadas, adultas, jóvenes o incluso niñas de 11 años, son forzadas a pasar no sólo por el trauma de una violación, sino además el de un embarazo y un parto no deseados. Para colmo, la misma gente que la obligó a tener a ese bebé, le dice, “Si no lo querés, regalalo”, sometiéndola además al trauma de tener que dar en adopción a su hijo. Todo esto, a una niña de tan sólo 11 años, que ni terminó la escuela primaria. A esos antiabortistas fanáticos no les interesan ni la mujer (o niña) ni el bebé. Pretenden decirles a las personas lo que deben hacer con sus cuerpos y con la misma soltura sugieren a las mujeres regalar a los bebés no deseados. Sólo les interesa que los bebés nazcan, a cualquier precio. Después se desligan por completo. No ayudan a pagar las vacunas, los medicamentos, la ropa, la comida, la escuela, nada.
Según su artículo en Wikipedia, el fotógrafo Michael Clancy se había convertido al cristianismo unos meses antes de tomar la foto; su sitio web michaelclancy.com está dedicado específicamente a defender la autenticidad de la historia de Hand of Hope y su mensaje “pro-vida”. El médico que operó a Samuel Armas, además de negar que el feto se hubiera movido, se dio plenamente cuenta de que Clancy trataba de transformar el asunto en propaganda antiabortista:
“Dependiendo del punto de vista político que usted adopte, o bien esto es Samuel Armas estirando su mano fuera del útero y tocando el dedo de otro ser humano, o bien soy yo tomando su mano para sacarla del útero… que es lo que hice.”
Del tema de las mentiras sobre el aborto ya he escrito mucho y no vale la pena repetirlo aquí. Sólo diré que es un error suponer que los “defensores de la vida”, dejando aparte la ideología que profesan (en teoría) sinceramente, están más allá del engaño y la distorsión deliberada. Algunos bloggers ateos anglosajones ya tienen una expresión corta y punzante para nombrar a estos y otros desinformadores cristianos: liars for Jesus (“mentirosos por Jesús”). Quienes se han tomado como tarea personal ejecutar la voluntad del creador y señor del universo tienen derecho a lo que sea: el fin justifica los medios.

jueves, 9 de febrero de 2012

Mea culpa non est

La hipocresía y la desfachatez de los voceros de Dios no tiene límite.
En una entrevista esta semana con la Connecticut Magazine, el cardinal Edward Egan se retractó de la carta de disculpas que ofreció en 2002 por el manejo que la Iglesia hizo del escándalo de abusos sexuales, la cual fue entonces leída en todas las parroquias de New York.

Una década después de aquella carta, el ex arzobispo de New York y ex obispo de Bridgeport describe hoy su manejo de la crisis de abusos clericales, ocurridos mientras él estaba a cargo, como “increíblemente bueno”. De la carta dijo: “Nunca debería haber dicho eso”, agregando: “No creo que hayamos hecho nada mal”.
Egan no sólo no investigó ni castigó a los sacerdotes abusadores, sino que castigó a otros duramente por desobediencias litúrgicas. Ante esto quizá la mera duplicidad de discurso no sea más que un agregado menor.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ni Iemanjá ni Jehová

El 2 de febrero pasado, como todos los años en esa fecha, grupos de religiones africanistas celebraron el día de Iemanjá, Reina de los Mares, la mayor de las orishás (dioses/santos originalmente provenientes de la religión yoruba). Leo en Página/12 sobre la celebración como evento especial porque por primera vez en Argentina, en Quilmes (provincia de Buenos Aires), los devotos de Iemanjá estuvieron acompañados por el intendente del municipio de Quilmes y por el interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Éste último explicó: “El Estado debe estar presente para acompañar y visibilizar minorías que fueron históricamente estigmatizadas y vulneradas en sus derechos.”

Es muy correcto que el Estado acompañe y reivindique la libertad de expresión cultural de las minorías, incluyendo su libertad de efectuar rituales religiosos, siempre que no molesten ni dañen a terceros. Los afrodescendientes argentinos y los practicantes de religiones minoritarias siempre han sufrido discriminación. Tuve la ocasión de ver personalmente la celebración del día de Iemanjá en 2009, en la playa del Buceo en Montevideo, donde es costumbre que se reúnan muchos devotos y una gran cantidad de curiosos. Es una ceremonia hipnotizante, encantadora, sin detalles altisonantes, y aunque su objeto de adoración no es ni más ni menos ridículo que el de una misa católica o una plegaria musulmana, resulta más humano y menos amenazante (probablemente, en parte, porque nadie es obligado a participar).

Ofrenda


De todas formas, sigue siendo una ceremonia religiosa, y más aún, una ceremonia que no ha sido obstaculizada (en ocasiones recientes y en este país) por ninguna manifestación de intolerancia, que yo sepa, por lo cual el apoyo estatal parece innecesario. ¿Qué tiene que hacer el intendente de Quilmes allí? Nada, como tampoco tiene nada que hacer en misa, salvo que asista en calidad de ciudadano común. Como tampoco hace falta que el INADI esté allí. Los derechos religiosos de las minorías (de hecho debería hablarse de los derechos de los ciudadanos pertenecientes a minorías religiosas) deben estar protegidos; la reivindicación explícita no es necesaria. Por supuesto es mucho más rendidor, en términos políticos, mostrarse junto a una minoría que no hacerlo, si la oportunidad se presenta y no se requiere ningún otro compromiso.

Un verdadero compromiso sería, en cambio, trabajar por la laicidad del Estado, lo cual implicaría que ningún funcionario político deba participar en tal carácter de ceremonias religiosas; que el protocolo oficial no incluyera la presencia de jerarcas de una religión determinada (o de cualquiera); que el Estado no concediera status jurídico a una religión (o varias) por sobre la infinidad de otras creencias posibles, de tipo ideológico o metafísico. Estos principios requieren, en algún caso, la modificación de leyes arcaicas, modificación que puede resultar impopular, si no para el público en general, sí para minorías pequeñas pero muy acostumbradas a ciertos privilegios culturales, políticos y económicos.

La mejor reivindicación antidiscriminatoria posible es la laicidad total, sin concesiones, ni siquiera protocolares. Que Iemanjá reciba las ofrendas de sus devotos sin ningún funcionario estatal dando su aprobación, y que lo mismo valga para todas las otras deidades, tengan el pedigrí cultural que tengan.

lunes, 6 de febrero de 2012

Confusión de los fieles

Leo en Página/12 una nota sobre la censura eclesiástica de dos libros publicados por la editorial católica San Pablo. Había escuchado hace un tiempo el caso de uno de estos libros; el otro es nuevo para mí. Por orden superior del cardenal William Levada, autoridad suprema de la Inquisición, a Silvio Sassi, superior general de la Sociedad de San Pablo Internacional, y de éste al sacerdote Agustín Cortés García, director de la editorial San Pablo en Argentina, se quitaron de circulación, se descatalogaron y se eliminó toda publicidad de Parejas y sexualidad en la comunidad de Corinto, del pastor metodista Pablo Ferrer, y Sexualidad y condición homosexual en la moral cristiana, del teólogo católico Marciano Vidal, ya que su contenido podría ser “causa de confusión entre los fieles”.

Con tales títulos, no es difícil imaginar qué es lo que motivó la censura. Es posible imaginar, por el contrario, al cardenal Levada y a un gran equipo de acólitos escaneando el mundo cultural católico con el equivalente de un programa antivirus que busque términos potencialmente patógenos como sexualidad (con o sin el prefijo homo-) y otros relacionados, para suprimirlos sumariamente. La Iglesia Católica es una inmensa maquina burocrática con una producción cultural, editorial y mediática que, una vez descontadas las manifestaciones repetitivas y sin sentido de amor divino, deseos de paz y bendiciones varias, se centra en la oposición a derechos y libertades. La libertad de expresión no es un valor para la Iglesia, como tampoco lo es la libertad de formar una familia o de vivir la sexualidad con criterios individuales propios. Hay —dentro de la Iglesia y fuera de ella— quienes creen que instituciones como el Santo Oficio, el Index librorum prohibitorum y la necesidad de Nihil obstat e imprimatur pertenecen al pasado; no podrían estar más equivocados.

Lo único sorprendente aquí es la dolida reacción de Andrea Hojman, directora de la colección Senderos Bíblicos, en la que se publicaron los libros censurados. Hojman dice que sintió “una mezcla de extrañeza, dolor, absurdo, vergüenza” y que el episodio le recordó a las épocas de la dictadura. Uno no puede menos que preguntarse si Andrea Hojman es muy joven, muy ingenua, o si sufrió un lavado de cerebro selectivo: la Iglesia Católica fue soporte y parte integral de la última dictadura; los valores del catolicismo integrista son explícitamente totalitarios. El mero apellido de Hojman le hubiera impedido acceder a un puesto en una institución católica en aquella época, en que el gobierno era conducido por personajes de un antisemitismo grosero y paranoico, como todavía ostentan muchos católicos. (Que ahora pueda dirigir una colección dentro de la editorial San Pablo es un progreso, podría decirse, aunque todo depende, como se ve, de si consigue quedarse callada y bajar la cabeza).

Termina Hojman diciendo:
“…seguramente quienes detentan el control ideológico de la Iglesia Católica entenderán que sus recursos provienen de parámetros de otro orden, que no coinciden con las democracias civiles y que pretenderán perpetuar los escenarios de doble estándar. Pero en la Argentina, donde se publican estos libros que los incomodan, vivimos en democracia.”
No ha entendido, evidentemente, que la editorial San Pablo, como cualquier otra institución que dependa y se someta al control de la Iglesia Católica, no es ni puede ser jamás democrática. La Iglesia es una institución monárquica, teocrática, absolutista y vertical. Cada editorial católica, cada colegio, universidad, sanatorio, orfanato, retiro de ancianos que ostente con autorización el calificativo “católico”, es, como cada parroquia y cada catedral, un territorio extranjero, que con anuencia del Estado se sustrae a las reglas democráticas. Que nadie se extrañe de que la Inquisición siga viva.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Ideas peligrosas

Russell Blackford, filósofo, sobre la libertad de criticar y desafiar las religiones y cosmovisiones de la gente:
«Una parte importante del rol de las universidades es la creación de un espacio donde lo que parecen ser ideas de sentido común —que nos son legadas a través de la socialización y la tradición— puedan ser expuestas a la luz y desafiadas. Una de las cosas que queremos de los académicos, especialmente en campos como la filosofía, es la capacidad y el coraje para atacar ideas populares, incluyendo las ideas populares sobre la moral. Esta clase de crítica intelectual, que puede involucrar el desarrollo de críticas impopulares de cómo piensa la gente común, es una forma en que progresamos como sociedad.

»Los pensadores acomodacionistas del estilo de Ecklund o, digamos, de Chris Mooney, quieren volver esto del revés. Su idea es vender un producto —por ejemplo, la ciencia— mostrando cómo es seguro para el público consumirlo sin desafiar sus cosmovisiones existentes (que pueden estar basadas en la religión o en la moral tradicional). Se toman como grupos demográficos personas con diferentes cosmovisiones, y la idea es venderles la ciencia.

»Pero la ciencia y el estudio académico son peligrosos: no necesariamente en el sentido de que crean riesgos físicos, sino en que pueden llevar a ideas que socaven la sabiduría convencional. Las universidades son lugares donde ideas (en este sentido) peligrosas son creadas, refinadas y probadas en debate. Sugerir otra cosa y adoptar la estrategia de marketing que promueven los acomodacionistas es profundamente ignorante y antiintelectual.»
(Citado por Ophelia Benson.)