jueves, 27 de diciembre de 2012

Breves post-navideñas

Al igual que las noticias breves pre-navideñas de hace menos de dos semanas, lo que sigue no es verdaderamente noticia, en el sentido de algo novedoso. Pero sólo por si no lo sabían:

  • El mundo no terminó. No hubo apocalipsis maya ni rayo sincronizador fotónico galáctico ni ninguna de todas las inmensas, descomunales idioteces que se dijeron y que los medios supuestamente respetables repitieron sin más espíritu crítico que los propios creyentes.
  • La Navidad pasó y este ateo la festejó tranquilamente, como la mayoría de la gente que festeja la Navidad, sin relacionarla en lo más mínimo con el mito del nacimiento del Hijo de Dios, comiendo y bebiendo en relativa abundancia, aunque sin abusar, dado el asfixiante clima reinante.
  • Como ya es costumbre, el Papa Benedicto XVI emitió un comunicado untuoso donde resaltó que Dios no puede hacer nada por nosotros si no creemos en Él, es decir, en la práctica, si no nos sometemos a Su vicario en la Tierra, es decir, Benedicto XVI, y a las doctrinas emanadas de él y transmitidas por sus esbirros episcopales (estoy parafraseando un poco).
  • Benedicto XVI también se ocupó de pedir paz para el mundo, excepto para los homosexuales, claro está. Se espera que la guerra en Siria termine de un momento a otro gracias a las oraciones del Santo Padre… o, por lo menos, algunos deberían esperar eso, o reflexionar seriamente sobre lo que implica esperar sin resultado alguno.
Eso es todo por ahora. El calor aflojó un poco después de Navidad, pero a cambio me he quedado sin conexión a Internet en casa al menos hasta Año Nuevo, no mediando un milagro post-navideño (que los técnicos adelanten su visita calificaría dentro de esa categoría sobrenatural). Hasta entonces.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad

Mañana es Navidad: según dicen, la conmemoración de un suceso que divide en dos la historia del mundo. Pero los propagandistas de esta noción, tanto como sus clientes más devotos, se refieren al suceso en presente y como si cada año ocurriera de nuevo. Igual ocurre con otras festividades relacionadas al mito de Jesús, como la Pascua de Resurrección.

Estos ciclos de acontecimientos significativos son típicos de todas las religiones. El mito del nacimiento de Jesús es bastante común: salvadores y redentores han sido anunciados a sus madres, concebidos y/o paridos de maneras extraordinarias, con acompañamiento de signos y portentos varios, desde que existe registro histórico y probablemente mucho antes.

El tiempo de los mitos no es lineal, sino que existe eternamente (como Jesús ya existe antes de nacer de María y ya está muerto y resucitado antes de nacer, en la mente omnisciente e intemporal del dios trino del que forma parte). El hombre no puede entender estas cosas sin traerlas al tiempo lineal, y lo hace planteando ciclos de eventos que ocurren una y otra vez en un calendario fijo. Cada vez que la fecha recurre, entonces, actualiza el mito, y los encargados de sostenerlo exhortan a los fieles (o más bien, a los que se reputan fieles) a rememorarlo y reflexionar sobre su significado en este momento de la historia. De lo contrario corren el riesgo de que el mito quede olvidado o desactualizado. A veces esta necesidad de traer el mito al presente lleva a exégesis ridículas. Otras veces es bastante sencillo, paradójicamente debido a la manifiesta incapacidad de los dioses de cambiar las condiciones de la vida en la Tierra: si todavía los sacerdotes pueden hablar de un Jesús que nace para derrotar a la muerte, traer paz al mundo, exaltar a los pobres y humildes o terminar con las injusticias, es porque ni su supuesta venida original ni ninguna de sus repeticiones anuales ha significado nada en absoluto para los moribundos, los acosados por la guerra y la violencia, los que padecen hambre o los sometidos a la arbitrariedad de los poderosos. En esto Jesús, o quien haya hablado por él, tenía razón en advertir que su reino no era de este mundo.

Hoy la mitología navideña está desgastada (y en buena hora) pero el “espíritu navideño” termina contagiando incluso a los más cínicos, aunque más no sea haciéndolos sentir obligados a comprar regalos y a reunirse con su gente (cosa que pueden hacer en cualquier otro momento del año pero eligen o son forzados a hacer en este preciso momento, con frecuencia a costa de inconvenientes causados por la misma masividad de la fiesta). Nada hay de malo en esto, salvo que uno considere inmoral el consumismo o el mal gusto en decoración, pecados a los cuales uno no tiene por qué sucumbir, aunque deba aprender a tolerarlo en los demás. Para los que no creemos en el mito navideño ni resonamos con él, la oportunidad de sumarnos a una celebración familiar puede ser útil, si algo nos lo impide durante el resto del año, o una ocasión de rutina, en el afortunado caso contrario. Por eso no tengo intención de hacerme eco aquí de ciertas personas que, ignorando el proceso social de apropiación de la Navidad como fiesta secular, y creyéndose ingeniosas, proponen que los ateos pasemos por alto la fiesta porque es una celebración cristiana. Hace tiempo que la Navidad no es cristiana, y nadie ha perdido nada por eso, salvo los ceñudos dueños autoproclamados de la religión tradicional. Feliz Navidad, entonces, para todos los que deseen celebrar.

martes, 18 de diciembre de 2012

Breves pre-navideñas

El tiempo es tirano y mi tiempo en particular ha sido un tirano despiadado durante estas últimas semanas, razón por la cual no he escrito mucho. De todas formas hay poco que contar, o mejor dicho, poco que sea sorpresa para alguien:
  • Un grupo armado, casi con seguridad talibanes, asesinó en Pakistán a seis trabajadores sanitarios que estaban vacunando a niños contra la poliomielitis. Unos cuantos predicadores musulmanes de la zona han estado propalando que la campaña de vacunación —con apoyo de las Naciones Unidas— es un plan de Occidente para esterilizar a los musulmanes. Esto no es noticia y ya había ocurrido en Nigeria, gracias, de nuevo, a predicadores musulmanes que alimentaron el mismo rumor. La poliomielitis no se erradicó, y millones de niños siguen en peligro de invalidez y muerte, gracias a estos “hombres de Dios”.
  • Después del caso de Savita Halappanavar, que no fue en modo alguno único sino simplemente la gota que derramó el vaso, el gobierno de Irlanda se comprometió finalmente a reglamentar explícitamente el aborto para los casos en que haya riesgo de vida cierto para la mujer. Es muy poco y muy tarde, pero es algo.*
  • El teólogo y monarca antes conocido como Joseph Ratzinger abrió, con bombos y platillos, una cuenta de Twitter, y luego de unos días destinados a crear expectativa en sus fans, procedió a emitir unos pocos mensajes a cual más anodino, que fueron festejados y repetidos por sus seguidores como si fuesen lo más inteligente desde Aristóteles, aun siendo apenas más profundos que el texto de la tarjeta navideña promedio. Esto tampoco es noticia, dado que el pontífice, como todos los teólogos, no se caracteriza por transmitir información útil para la vida real en ningún sentido.
Y eso es todo por ahora… pero sigan sintonizándonos.

* POSTDATA: Respecto del asunto del aborto en Irlanda, los obispos católicos han dejado en claro su altura moral. Por si alguien albergaba la sospecha de que pudiera haber algo de humanidad o decencia en esos marchitos corazones, han dicho que un cambio de la ley que permita el aborto equivaldría a cambiar “el cuidadoso equilibrio entre el derecho a la vida de una madre y de su hijo no nacido” y que tal cosa es injustificable. Injustificable: no importa que la mujer vaya a morir, no importa que el feto sea inviable. Si la vida de una mujer depende de abortar, la mujer debe ser dejada morir.

lunes, 10 de diciembre de 2012

“Religioso no, pero sí espiritual”

Lo que sigue es una reflexión de Greta Christina, una escritora y blogger a quien leo con gusto desde hace cierto tiempo, sobre la remanida cuestión de quienes dicen no pertenecer a ninguna religión pero a pesar de todo se consideran “espirituales”. No es todo lo que yo diría, pero yo diría todo lo que Greta dijo, y ya es bastante largo así. Lo traduzco tomando las menores libertades posibles. El original (Not Religious, But Spiritual) está en el blog de Greta para quienes sepan inglés.

Favor de tomar nota: en este artículo voy a ser un poco dura. Considérense advertidos.

Casi con seguridad has oído esta expresión: “No soy religioso, pero soy espiritual.”

Esta expresión no significa necesariamente que la persona sea pro-magufa* (aunque frecuentemente es así). La usan personas que sostienen creencias teístas más o menos tradicionales pero que han abandonado su religión organizada o nunca pertenecieron a una. (Para esa gente la expresión suele ser: “No soy de una religión, adoro a Dios a mi manera.”) La gente la usa para significar que creen en algo aparte del mundo físico: no saben muy bien qué, pero están bastante seguros de que es algo. La usan incluso para decir que encuentran alguna clase de significado y trascendencia en la vida y que no conocen otra palabra o contexto para el significado y la trascendencia aparte de espiritualidad.

* N. del T.: “Magufo” es un practicante de una pseudociencia o disciplina basada en el pensamiento mágico. El divulgador escéptico Luis Alfonso Gámez dijo en su momento que él prefiere “el castizo engañabobos”. No hay un nombre específico para los seguidores de los magufos; crédulo es demasiado general e imprecisa. En inglés se usa la muy sonora palabra woo para nombrar a todo este campo del no-saber.

Pero no creo que la espiritualidad desorganizada tenga mayor fundamento que las creencias religiosas convencionales. Y aunque no tenga el mismo poder de maltratar y oprimir que la religión organizada tradicional, sí tiene mucho del mismo poder para hacer tropezar al pensamiento crítico, para anteponar los sesgos personales a la evidencia y para hacer que edifiquemos decisiones importantes sobre cimientos de arena.

Dicho esto, cuando estoy generosa de ánimo, considero esta expresión como proveniente de un deseo totalmente válido de no verse relacionado con los horrores de la religión organizada… pero sintiendo al mismo tiempo cierto tipo de experiencia personal y emocional que quien profiere la susodicha frase cree que es una conexión con Dios. (O con la Diosa, o el mundo espiritual, o lo que sea.) La gente que emplea esta frase está tratando de separar la paja del trigo, de tomar lo que necesitan y dejar el resto. Y si bien pienso que su interpretación de su experiencia es errada (yo pienso que es todo paja y nada de trigo), ciertamente puedo entender ese impulso.

Y a veces, al igual que el deísmo, el tema “espiritual pero no religioso” es una vía de salida, un pasito de bebé hacia el abandono de la creencia religiosa. Para las personas que se están cuestionando su creencia religiosa pero que han sido educadas creyendo que la religión es la fuente de toda moral y significado, “espiritual pero no religioso” puede ser una manera de comenzar a dejar de lado sus creencias sin sentir que están dando un paso hacia el abismo. Y definitivamente puedo ser generosa con eso.

Cuando estoy de ánimo menos generoso, sin embargo, veo esta frase hecha como totalmente condescendiente, con aires de superioridad que no tienen sustento alguno. La veo como una forma de decir: “Soy tan especial e independiente que por supuesto que no tengo nada que ver con esa religión organizada inflexible; soy un espíritu demasiado libre para eso… pero también soy especial y sensible y estoy en contacto con las cosas sagradas y poderosas que hay detrás de este mundo vulgar.”

¿Y cuál es mi problema con eso? Aparte de lo condescendiente, quiero decir.

El problema obvio, por supuesto, es que no hay ni una brizna de evidencia que lo sostenga. No hay más evidencia en favor de la religión desorganizada que la que hay en favor de la religión organizada.

Y en mi experiencia, “espiritual pero no religioso” tiende a ser una forma muy descuidada de espiritualidad. Le falta el rigor tortuoso de la teología cuidadosamente meditada; la disciplina, aunque sea sin propósito, de la práctica religiosa ferviente. Con gran frecuencia, “espiritual pero no religioso” parece querer decir: “creo en alguna forma de mundo sobrenatural pero no estoy dispuesto a meditar mucho sobre eso ni a considerar seriamente si el mundo espiritual en que creo es coherente o tiene sentido.”

Una razón bastante más importante es que creo que “espiritual pero no religioso” juega completamente a favor de la idea de que la creencia religiosa —perdón, creencia espiritual— lo hace a uno una mejor persona. Lleva consigo un cierto estar a la defensiva, como si la persona estuviera en realidad diciendo: “No voy a ningún servicio religioso ni practico ningún ritual religioso… pero no soy una mala persona. Por supuesto todavía siento una conexión con Dios/mi alma. No he caído hasta el fondo de la zanja. ¿Por quién me tomaste?” Contribuye a la idea de que el gozo y el valor de las cosas, la trascendencia y el significado, tienen que venir de lo espipritual, es decir, del mundo del espíritu, de lo sobrenatural.

Pero creo que mi mayor problema con la frase “espiritual pero no religioso” es el tema de la supuesta vulgaridad del mundo.

Si ser “espiritual pero no religioso” realmente quiere decir que uno se considera en contacto con las cosas sagradas y especiales más allá de este mundo físico ordinario… entonces pienso que eso refleja una muy pobre actitud hacia el mundo ordinario.

El mundo físico es cualquier cosa menos ordinario. El mundo físico es agujeros negros en el centro de cada galaxia espiral. Es billones de galaxias alejándose unas de otras a velocidades vertiginosas. Es materia sólida que no es sólida: partículas que no pueden ser vistas ni con el más poderoso microscopio, separadas por abismos de nada. Es seres vivos que están todos relacionados a través de una tatara-tatara-tatara…-tatara-abuela. Es un espacio que se curva y continentes que se mueven. Es células de tejido orgánico que de alguna manera generan una consciencia y un sentido de sí.

Cuando uno se toma el tiempo de aprender sobre el mundo físico ordinario, encuentra que es de todo menos ordinario.

Y creo que eso de “No sigo ninguna religión organizada pero sé que debe haber algo más en la vida que lo que vemos” es un serio insulto a la asombrosa y compleja vastedad de lo que vemos.

Como un blogger o comentarista cuyo nombre no recuerdo ahora escribió una vez: el tema de “espiritual pero no religioso” es tratar de quedarse con lo mejor de ambos mundos, pero en realidad recibir lo peor. Es mantener la parte de la religión que es indefendible, la creencia en seres invisibles que no tiene ni una pizca de evidencia a favor; de hecho, la parte de la religión que considera a esos seres invisibles como más reales y más importantes que el mundo físico real en que vivimos. Es quedarse con la parte de la religión que devalúa la razón, la evidencia y el pensamiento cuidadoso, para poder aferrarse a cualquier idea loca que te resulte atractiva. Es quedarse con la parte de la religión que dice que la moral y los valores equivalen a creen en amigos invisibles. Es quedarse con la parte de la religión que involucra revestirse a uno mismo de un sentimiento de superioridad motivado únicamente por una supuesta conexión con un mundo invisible.

Es quedarse con todo eso… y abandonar la parte de la religión que es comunidad, ritual compartido, obras de caridad y un sentido de pertenencia. Es tirar la única manzana buena del barril, quedarse con las podridas, y después darse uno mismo una palmadita en la espalda y decir: “¡Cuántas manzanas que tengo!”.