El conocido sacerdote y abusador sexual pedófilo Julio César Grassi ha vuelto a dar misa y administrar los sacramentos, según denuncia Crítica de Argentina. Lo ha hecho con la anuencia del obispo de Morón, Luis Eilchorn, que anuló la prohibición de ejercer el ministerio sacerdotal que le había impuesto a Grassi el anterior obispo, Justo Laguna. Hasta aquí llega la caridad cristiana, que al parecer se aplica a un hombre acusado de 19 casos de abuso y corrupción de menores, pero no vale para sus víctimas.
La Iglesia Católica tiene una larga trayectoria de negación y encubrimiento de sus propios crímenes y los crímenes y "deslices" de sus miembros. Grassi resultó ser tan obscenamente culpable desde el principio que no pudo disfrutar de las usuales disculpas, y el ahora emérito obispo Laguna hizo lo que debía. No obstante esto, Grassi consiguió apoyos de muchos católicos indignados por la "persecución" sufrida por este curita de rostro pacífico que presidía la irónicamente llamada Fundación "Felices los Niños", cuya página web contiene una hagiografía de Julio Grassi donde ni siquiera se mencionan sus encuentros cercanos con la ley ni sus muchos contactos y concesiones políticas.
Grassi se victimizó cada vez que pudo y utilizó todas las tácticas posibles para dilatar el proceso legal, que le llegará pronto, en agosto de este año. Los católicos fanáticos montaron un sitio web para seguir el caso, usándolo como ejemplo para continuar propagando la manifiesta ridiculez de que la Iglesia Católica es perseguida en Argentina, y enviar apoyo a este asqueroso abusador de niños, cuyo recientemente obtenido perfil psicológico es el "típico de los delincuentes sexuales".
Como he dicho en otras ocasiones, no es el propósito de este blog utilizar un escándalo como éste para hablar en contra de la religión. Pero sí planteo la pregunta: si Grassi no fuera un sacerdote, ¿cuántos lo defenderían ciegamente? Si no se hubiera instalado en las filas del fundamentalismo católico la idea de la "persecución religiosa", ¿cuántos de estos fanáticos estarían dispuestos a absolver a Grassi de toda culpa, achacando las acusaciones a una conspiración contra la Iglesia? La fe ciega el entendimiento, y como se ve en este caso, también anula el sentido moral de las personas.
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