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lunes, 20 de abril de 2009

La moral parasítica de la religión, por Peter Ellerton

Luego del comentario suscitado por el post "Moral en la religión" me pareció oportuno traducir y publicar todo el artículo que motivó esa reflexión. Se llama "Religion's parasitic morality" ("La moral parasítica de la religión") y es un ensayo de Peter Ellerton, publicado originalmente en pactiss.org (y reposteado en el de Richard Dawkins).


Rafflesia (foto de Steve Cornish), género de plantas parásitas de Asia sudoriental, conocidas por sus flores gigantescas y su olor a carne podrida, que atrae a ciertos insectos.
Aunque no debería hacer falta aclararlo, en este caso, como en cualquiera en que publique una cita o texto de alguien más, no suscribo necesariamente a todas las opiniones del autor. Este ensayo en particular me parece que tiene una tesis interesante y un desarrollo bastante burdo y parcial (en el sentido de incompleto, no de sesgado), pero es lo que hay. En cuanto tenga tiempo me gustaría desarrollar por escrito mis propias ideas sobre este tema. Lamentablemente, hacerlo en pocas palabras presupone una cierta familiaridad del lector con las teorías evolutivas sobre la moral, en particular el tema del altruismo, que Dawkins cita de otros y también elabora en varios libros.

Las citas bíblicas son de la Reina-Valera edición 1995. El resto de la traducción es lo más literal posible, con las ocasionales libertades.

¿Son los ateos parásitos de la moral divina, o es al revés?

Creo que el argumento más común en favor de la existencia de dios, fuera del aparente "diseño" del universo, debe ser que sin dios no puede haber moral. Ahora bien, no intento seguir las huellas de mis superiores explicando por qué es perfectamente razonable pensar que la moralidad tiene orígenes naturalistas; más bien me gustaría dirigir atención hacia una subclase de este argumento, que se orienta de la siguiente manera:
Dios es la fuente de toda moral; por lo tanto sin dios no podemos ser morales (es decir, dios es una condición necesaria de la moral). Los ateos, humanistas seculares y demás son parasitarios de los cimientos morales de dios al vivir su naturaleza moral sin aceptar su origen divino.
Interesantemente, ésta es una de las pocas variaciones de los argumentos del tipo "dios = moral" que no condena a los ateos como bestias sin sentido moral. Muchos de estas variaciones apuntan, por supuesto, a los grandes malvados "ateos" del siglo XX como Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot y otros de su calaña, llegando a la conclusión de que, al no tener raíz religiosa y no estar sujetos a las restricciones de la benigna guía divina, estos monstruos demuestran las consecuencias del vacío ético que es el ateísmo (dejaré para otro momento el tema de la verdadera naturaleza de estos regímenes). Al menos en la versión de más arriba se les permite a los no creyentes un carácter moral.

Entonces ¿qué problema tengo con este argumento pacificador, de otra manera inofensivo? ¿Por qué no aceptarlo como evidencia adicional de la disolución de los sesgos doctrinarios y abrazarlo como la concesión de terreno que aparentemente es? Bien, para comenzar y principalmente, porque nos brinda una vía excepcionalmente elegante para demostrar que lo opuesto es de hecho cierto, y que es la religión la que parasita sobre nuestra moralidad evolutiva.

Este punto de vista poco podrá sorprender a aquellos que ya hayan sido convencidos por los esfuerzos de Dawkins, Dennett y sus contemporáneos para proveer una descripción basada en la teoría evolutiva de la tendencia humana a comportarse, en general, de manera ética; quiero decir, ¿qué otra manera hay de explicar lo que la religión reclama como suyo? Cierto, pero me gustaría mostrar sin vueltas por qué este reclamo se derrumba como consecuencia directa de la lectura de la biblia. Y sí, es el buen viejo libro del Levítico...

Supongo que la mayoría de nosotros ha leído, en un momento u otro, el intrigante pasaje:
"No te acostarás con varón como con mujer; es abominación." (Levítico 18:22)
o quizá
"Si alguien se acuesta con otro hombre como se hace con una mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos: sobre ellos caerá su sangre." (Levítico 20:13)
Bien, supongo que es bien claro: a los gays hay que apedrearlos hasta matarlos. Por supuesto, lo que es realmente interesante sobre la moral bíblica es que no tiene absolutamente ninguna base ética. La mayoría de nosotros trataría de crear un marco moral basándonos en ciertas proposiciones axiomáticas como "el mayor bien para el mayor número de personas" o "nuestro fin último es una sociedad con las propiedades X, Y y Z", y razonaríamos desde allí: esto es lo que significa una teoría ética. Los éticos bíblicos están exentos de esta molestia. Los actos buenos son aquellos que dios dice que debemos hacer. No matar, no tener ídolos falsos, matar a los niños: todos ellos son acciones sancionadas [por dios] y buenas para un tiempo y lugar particulares. De hecho, si uno se rehúsa a matar niños cuando dios dice que hay que hacerlo, tengo la impresión de que esto haría de uno una mala persona, pero dejaré que los teólogos me aclaren ese punto.

En este contexto, contemplemos algunas otras gemas del Levítico.
"Todo hombre que maldiga a su padre o a su madre, de cierto morirá, pues a su padre o a su madre maldijo: su sangre caerá sobre él." (Levítico 20:9)

"Cualquiera que duerma con una mujer durante su menstruación y descubra su desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos serán eliminados de su pueblo." (Levítico 20:18)

"Los esclavos y las esclavas que tengas serán de las gentes que están a vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y esclavas. También podréis comprar esclavos de entre los hijos y familiares de los forasteros que han nacido en vuestra tierra y viven en medio de vosotros, los cuales podrán ser de vuestra propiedad." (Levítico 25:44-45)

"También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas pero no rumia, lo tendréis por inmundo." (Levítico 11:7)

"Pero tendréis como cosa abominable todos los que no tienen aletas ni escamas, ya sean de mar o de río, entre todo lo que se mueve y entre toda cosa viviente que está en las aguas." (Levítico 11:10)
Es difícil elegir, pero realmente me gusta el último, aunque sea por su toque absurdista. Supongo que cuando dios vio todo lo que había hecho debe haber sido algo como "Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera (salvo esos malditos camarones, ¿cómo demonios se metieron aquí? Bueno, me aseguraré que nadie se les acerque y todo estará bien").

Dada esta abundancia de pasatiempos punibles, y respetando la definición bíblica de buena acción como "acción que dios dice que deberíamos hacer", es fácil imaginarse una vida entera de caminar como sobre cáscaras de huevo [con infinito cuidado], esperando no transgredir de ninguna manera totalmente trivial alguna de estas reglas definitivamente escritas para evitar así condenarse a la perdición. En particular, cuando nuestro sentido propio de la moral ofrece una guía tan pobre (¿reconoceríamos el comer mariscos como acto moralmente incorrecto si nunca hubiéramos oído del mandato bíblico?). Ciertamente vastos números de personas han vivido así en el pasado, y otros tantos han estado igual de listos para castigar a aquellos que no se alinearan con esta moral.

Hoy en día la mayoría de los creyentes, exceptuando a los fundamentalistas de todos los bandos, no viven así. Pero ¿por qué no? No podemos decir que Jesús vino y dijo "¡Oh, no, Él nunca quiso decir eso". De hecho Jesús dijo claramente que no se cambiaría ni una coma de la ley:
"No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido." (Mateo 5:17-18)
¿Dónde nos deja esto? Tenemos una moral no-ética que depende para su basamento sólo en la palabra de dios, y que claramente contradice nuestros instintos morales. No sirve decir que las diferencias entre lo que sentimos naturalmente como correcto y la ley bíblica son resultado de estar perdidos o desorientados, ya que si eso fuera cierto los cristianos, por ejemplo, estarían siguiendo al pie de la letra esos pasajes, apedreando niños y adúlteros cada domingo en los parques (o quizá el lunes, ya que el domingo es el día de descanso). No, la única conclusión, y el tema de este ensayo, es que usamos nuestra moral preexistente para determinar qué partes de los textos religiosos son las que debemos seguir y qué otras partes debemos ignorar. La religión utiliza la moral que ya tenemos para tratar de servir de apoyo a su reclamo de posesión de verdades profundas. La incongruencia entre la moral natural y la moral bíblica es una consecuencia del intento de amoldar nuestros sentimientos existentes sobre lo que es bueno y malo a una estructura de poder que quiere secuestrar nuestra propia naturaleza y reclamarla para sí misma: es parasítica sobre nuestro sentido de la moral evolucionado naturalmente.

1 comentario:

  1. Ciertamente, la ética no es sino una herramienta, unas normas del juego que creamos por consenso con el fin de optimizar el bienestar social. La moral religiosa antepone el cumplimiento de la norma por encima del fin de la misma, lo cual es un total absurdo. Técnicamente matar no esta ni bien ni mal, pero en una sociedad no debemos hacerlo por el bien común. La sociedad la necesitamos, pero ella puede prescindir de nosotros, de modo que como mínimo tratemos de portarnos bien. Por otra parte, los sentimientos de empatía y justicia que tenemos los seres humanos no son sino reflejo evolutivo de lo que he dicho antes.

    Aquellos individuos que no tuvieran esos sentimientos muy probablemente no cumplirían las normas sociales, y terminarian siendo despreciados e incluso expulsados. Y ese individuo, obviamente, sin la sociedad sus posibilidades de sobrevivir disminuyen drásticamente. De este modo, aquellos genes que supusieran una mayor empatía y compasión son seleccionados para la vida en sociedad. Y si alguien duda de la extrema necesidad de la sociedad, reflexionen sobre una cosa: los puntos clave del ciclo reproductivo humano son absolutamente incapaces, esto es, las últimas etapas del embarazo, el parto y el "cachorro" humano. Sin una sociedad que proteja de las inclemencias agrestes estas etapas, la reproducción sería imposible, y por ende, la continuación de la especie humana.

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