Algo equívocamente, el diario Crítica titula La fe puede más que la gripe A un artículo contando como unas 2.500 personas insistieron en peregrinar hacia el santuario mariano de Itatí, provincia de Corrientes, a pesar de que la peregrinación fue oficialmente suspendida a causa del peligro de contagio de la influenza A(H1N1). Es que "las religiones no saben de razones".
Según reportan los diarios, Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes, llamó a "actuar razonablemente, como lo hizo la Virgen María", ante la epidemia de gripe. Ignoro qué quiso decir; si algo no le atribuye la mitología católica a la Virgen María es razonabilidad o racionalidad, sino más bien todo lo contrario, una sumisión total y sin argumentos ante el anuncio (que uno creería impactante) de que iba a ser madre sin tener relaciones sexuales.
En todo caso, hay que decir que institucionalmente la Iglesia se ha comportado como debiera: sólo se harán misas al aire libre, evitando la aglomeración de personas; la comunión se dará en la mano y no en la boca. Los feligreses, aunque en número mucho menor que de costumbre, son los que han desoído la advertencia y han marchado a Itatí, ciudad pequeña de un provincia pobre cuyo único edificio importante es una basílica obscenamente grande y cara construida para festejar a un ser imaginario.
La gripe A ha obligado a muchos cambios de conducta y ha sacado a relucir buenos y malos aspectos de nuestra idiosincrasia. Uno de ellos es la irresponsabilidad de los que ponen su salud en riesgo. Lejos de mí estaría prohibirle a un tonto que se contagiara de una enfermedad; el problema está en que esta enfermedad es sumamente contagiosa y sus víctimas mortales suelen ser niños, embarazadas, y otras personas con las defensas bajas o con patologías anteriores, es decir, los más débiles.
No es cierto, como dice un sacerdote consultado, que no puedan impedirle a la gente que se junte a celebrar; si de algo vale la autoridad eclesiástica, el arzobispo debería haber prohibido, en nombre de la caridad cristiana y en los términos más firmes, que se realizara la peregrinación, que es apenas una tradición y completamente innecesaria. Sospecho que tampoco harán mucho para impedir que la gente se aglomere en Itatí en diciembre, cuando se celebre la postergada fiesta de la advocación de la Virgen, en plena temporada de dengue.
Según reportan los diarios, Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes, llamó a "actuar razonablemente, como lo hizo la Virgen María", ante la epidemia de gripe. Ignoro qué quiso decir; si algo no le atribuye la mitología católica a la Virgen María es razonabilidad o racionalidad, sino más bien todo lo contrario, una sumisión total y sin argumentos ante el anuncio (que uno creería impactante) de que iba a ser madre sin tener relaciones sexuales.
En todo caso, hay que decir que institucionalmente la Iglesia se ha comportado como debiera: sólo se harán misas al aire libre, evitando la aglomeración de personas; la comunión se dará en la mano y no en la boca. Los feligreses, aunque en número mucho menor que de costumbre, son los que han desoído la advertencia y han marchado a Itatí, ciudad pequeña de un provincia pobre cuyo único edificio importante es una basílica obscenamente grande y cara construida para festejar a un ser imaginario.
La gripe A ha obligado a muchos cambios de conducta y ha sacado a relucir buenos y malos aspectos de nuestra idiosincrasia. Uno de ellos es la irresponsabilidad de los que ponen su salud en riesgo. Lejos de mí estaría prohibirle a un tonto que se contagiara de una enfermedad; el problema está en que esta enfermedad es sumamente contagiosa y sus víctimas mortales suelen ser niños, embarazadas, y otras personas con las defensas bajas o con patologías anteriores, es decir, los más débiles.
No es cierto, como dice un sacerdote consultado, que no puedan impedirle a la gente que se junte a celebrar; si de algo vale la autoridad eclesiástica, el arzobispo debería haber prohibido, en nombre de la caridad cristiana y en los términos más firmes, que se realizara la peregrinación, que es apenas una tradición y completamente innecesaria. Sospecho que tampoco harán mucho para impedir que la gente se aglomere en Itatí en diciembre, cuando se celebre la postergada fiesta de la advocación de la Virgen, en plena temporada de dengue.
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