En Santa Rosa, provincia de La Pampa, un grupo de fundamentalistas mostró su enojo cuando el presidente del consejo deliberante, Guillermo Di Liscia, decidió retirar un fetiche de la Virgen María que se encontraba en un lugar de tránsito dentro del edificio público. […]La nota completa, Una de cal y otra de arena, está en el blog de Ateo Militante.
Más o menos por los mismos días, el Consejo Deliberante de Avellaneda fue escenario de un acto religioso. Allí, en una sesión extraordinaria el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, habló en el homenaje a la Virgen en el día que el Papa Pío XII fijó como Día de la Asunción de la Virgen María y que luego fuera también el Día de la Patrona de Avellaneda.
Al contrario de lo que dice el dicho, a veces es mucho más fácil construir que destruir. En el caso de la Iglesia Católica, vamos a admitir que construir su estructura de poder en América le costó siglos de acompañar las matanzas de los conquistadores y de evangelizar por la fuerza a los nativos, pero hoy en día sus privilegios le salen gratis. Destruirlos (lo cual no sería cuestión de intolerancia sino de simple equiparación) nos va a costar mucho más, especialmente cuando hay tantos políticos que no tienen empacho en utilizar su devoción, o fingirla, para ganarse el favor público.
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