El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, es ya un habitué en este blog, debido a su constante prédica en contra de la laicidad y a favor de una educación confesional, católica y tradicional. Con su último pronunciamiento, en el que acusa al Ministerio de Educación de la Nación de "imponer una dogmática constructivista y atea que resulta una especie de religión secular, ajena a la tradición nacional y a los sentimientos cristianos de la mayoría de nuestro pueblo", se ha ganado el privilegio de tener una etiqueta, algo así como una categoría, dedicada a su nombre.
No voy a emitir más comentarios sobre este tema en particular, dado que el prelado ya se ha encargado de clarificar su postura ad nauseam, y yo he hecho lo mismo. Lo que sí me gustaría es que los funcionarios del Ministerio de Educación tuvieran a bien contestarle a Aguer, con los textos en la mano, exigiéndole que muestre dónde ve "dogmatismo ateo" o "neomarxismo" en ellos.
Esta clase de personas cree sinceramente que tiene a Dios y a la verdad absoluta de su lado; para sacarlo del engaño, no estaría mal que alguien bajara bruscamente a Aguer del pedestal donde se ha subido y le recordara que él no es más que un ciudadano argentino común al cual un monarca extranjero ha designado discrecionalmente con un cargo en su organización religiosa multinacional, y que por razones históricas nunca revisadas cobra del Estado al que critica un sueldo varias veces superior al promedio de los trabajadores. Un parásito al servicio de un teócrata extranjero no debería creer que tiene atribuciones especiales más allá de la libertad de expresión, derecho que es severamente reprimido en tierras vaticanas pero que aquí no tiene empacho en utilizar.
P.D.: Ateo Militante escribe algo más largo sobre este tema ("Aguer, Iglesia y educación"), haciendo notar (entre otras cosas) que los tan mentados "valores cristianos" son los valores de una minoría pequeñísima de los argentinos. En el órgano confesional de Clarín, Valores Religiosos, está el texto completo de la denuncia de la Iglesia (aunque por alguna razón el link no funciona en este momento, se puede acceder también desde la portada del sitio). Página/12 hace su cobertura con un artículo titulado "Hablar de sexo espanta a monseñor", y reporta la respuesta (que esperábamos) del ministro de Educación, Alberto Sileoni: "El que critica Aguer es un documento que se desprende de una ley, la 26.150, de Salud Sexual Integral. Y para este ministerio la ley no es una opinión, sino una disposición normativa que da la sociedad y hay que cumplir". La Nación, previsiblemente, colocó las desagradables declaraciones de Aguer en una nota más pequeña, y consultó a la Iglesia institucional sobre su opinión ("La voz del episcopado"), para que nos quede claro que estas acusaciones "reflejan el sentir de la Iglesia y no una posición aislada".
P.P.D.: Más repercusiones. Crítica resumió el contrapunto entre Aguer y el ministro Sileoni ("Polémica por la educación sexual") y Mario Oporto, Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, llamó a las opiniones de Aguer "procesistas". La Nación anota que "Sileoni defendió la utilidad del manual sobre educación sexual", y añade una encuesta de opinión (¡voten!). En Clarín hay una breve nota sobre lo mucho que tomó consensuar una ley de educación sexual, en gran parte por culpa de la Iglesia (y también ha tomado años implementarla). Los arzobispados de Córdoba y Mendoza expresaron sus opiniones también, uno en La Voz ("Los colegios católicos hace tiempo que trabajan en el tema") y el otro en DiarioUno ("No son buenas las imposiciones"), destacando la necesidad de consenso y diálogo (poniendo a la Iglesia como interlocutor al mismo nivel que el Estado). El texto completo de las críticas de Aguer es reproducido en el boletín Nº 607 de Notivida, autoproclamados "defensores de la vida humana y la familia" (i.e. católicos fanáticos), y en el portal derechista Periodismo de Verdad ("Deformación de formadores").
También sería deseable que algún fiscal federal ponga en evidencia esta violación flagrante a la separación entre la iglesia y el Estado, esta injerencia insultante de parte de un representante de una secta plagada de perversos sexuales, parásitos y encubridores.
ResponderEliminarLamentablemente, que yo sepa, la separación entre Iglesia y Estado no es una imposición legal. Yo no estoy por la censura de las opiniones, aunque sean falsas, engañosas y dañinas como las de Aguer. Creo que deben elevarse las voces, incluyendo las del gobierno, contra esta ideología medieval.
ResponderEliminarEl tercer párrafo está muy bueno.
ResponderEliminarNinguna persona que ha jurado fidelidad a un jefe de Estado distinto al que pertenece debería de ser tomado en serio. Debería ser procesado por conspiración o sedición, sin embargo en estos casos campea la impunidad alegando libertad religiosa...
Saludos
Sobre eso último: cuando paso por la Catedral aquí en Rosario, siempre noto que en su entrada están, y a la misma altura, la bandera argentina y la del Vaticano. Todo un signo de a quién responden los clérigos. El asunto de la vicaría castrense es otro caso bien claro: es un funcionario con rango de Secretario de Estado nombrado por un gobierno extranjero.
ResponderEliminarLa culpa la tiene su dios, monseñor! Por que no hizo de la sexualidad un tema menos complejo, menos propicia al "pecado" y sobre todo, menos placentera, si total solo esta para la procreacion? Asi el coito seria algo asi como un sacramento mas que los fieles cumplirian con toda devocion y obligacion.
ResponderEliminarPablo:
ResponderEliminarEs cierto que el principio de separación no es expreso. No obstante, como estoy seguro que estarás de acuerdo, debemos denunciar estas injerencias dado que el Patronato depende de las instituciones y leyes del Estado y no al revés. Además, dada la amplitud de la ambigüedad en este tema, hay espacio para imponer una interpretación laica de todas esas instituciones.
Atilio: Claro que estoy de acuerdo. Lo que ocurre es que a un fiscal le resultaría muy difícil presentar su caso, no habiendo leyes expresas ni jurisprudencia en favor de la laicidad, como ocurre en otros estados.
ResponderEliminarDiego: Respuestas estándar del creyente: "Dios lo hizo así para probarnos", "Es por el pecado original", "El sexo a la católica es la forma natural, lo demás son aberraciones causadas por el relativismo moral".
ResponderEliminarSi el sexo no diese placer, la raza humana se extinguiría en un suspiro. :)
Hay que ser mesiánico para ponerle a su propia página "Periodismo de verdad"! Que espanto.
ResponderEliminarLos católicos no dicen que no se busque placer en el sexo, al contrario. Si se refiere a la planificación natural de la familia, esto supone conocer el cuerpo para cuidarse los días fértiles.
ResponderEliminarHay que desconocer mucho para pensar que a los católicos les está vedado el sexo placentero. Todo lo contrario, lo que ocurre es que placer no es aberración. Los invito a informarse. Respecto a la opinión de Monseñor Aguer, la comparto y no tiene intervención para nada el INADI ya que el que quiera recibir educación sexual puede hacerlo en horarios convenidos. La libertad de unos no debe cortar la libertad de los otros. Mis hijos no, los suyos, haga usted lo que quiera pero ningún gobierno autoritario y sin moral puede arrogarse el derecho de enseñar nada a nadie.
Respecto al vicariato castrense, es simplemente un obispo que se dedica a los asuntos castrenses, nada de otro país, es mas criollo que el mate y no tiene que rendir cuentas al Vaticano más que los otros obispos. Sólo en cuestiones de fe. Si los otros se lanzan con cuestiones sociales, creo que están embocando fuera de la lata. Su diócesis abarca a civiles y militares, no sólo a los militares. Respecto a los capellanes castrenses creo que deben desaparacer salvo en zonas de frontera o en caso de guerra, después, ¿para qué? si en las ciudades hay sacerdotes que sin cobrar se pueden ocupar de los que lo necesiten. Es hora de que en lugares como por ejemplo Bahía Blanca, la Pampa o San Luis, cualquier zona no fronteriza o aislada se saquen los capellanes ya que su sueldo puede servir para empezar a construir lo destruído o nos comerán los albatros.
Alejandra:
ResponderEliminarLa que tendría que informarse eres tu.
La concuspiscencia, consecuencia del pecado original, hace que la carne sea uno de los tres grandes enemigos del alma, siendo los otros dos el mundo y el demonio. El acto sexual, aún en matrimonio consagrado, solo puede permitirse el gozo como consecuencia secundaria de su objetivo principal, esto es, la reproducción. Un polvo, un chico, o dos o tres.
Y si nos alejamos de la teoría y vamos a la observación encontramos un constante martilleo de argumentos inmorales y sucios respecto del sexo destinados a atemorizar y culpar por parte de curas y fieles. No se donde has vivido hasta ahora ni cual es tu experiencia sexual pero tendrías que ser de otro planeta para no haberte enterado.
Yo no soy amigo de este gobierno pero decir que "ningún gobierno autoritario y sin moral puede arrogarse el derecho de enseñar nada a nadie", es una barbaridad.
Es al revés, como comentó alguien anteriormente. Si Uds quieren contarles historias a sus ninios y arruinarles la vida pues que lo hagan en sus escuelas religiosas. El resto es dominio de los poderes del Estado Nacional y si no les gusta el gobierno no lo voten.
Libertad religiosa para la iglesia, asi le puede coartar la libertad a los demas!
ResponderEliminarAlejandra, el sistema no funciona si "el que quiera recibir educación sexual puede hacerlo en horarios convenidos". El niño necesita una educación sexual, y necesita mensajes objetivos sobre cómo funciona su cuerpo. Los padres son totalmente libres de enseñarles sus principios cuando estén en casa. El estado no tiene por qué hacer el trabajo de los padres (seguramente estarás de acuerdo en esto).
ResponderEliminarSi querés un ejemplo de gobierno autoritario que coartó la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, tenemos que remontarnos a la última dictadura, que fue bien asesorada por la Iglesia Católica. Sin más, había curas dando "ayuda moral" a los torturadores mientras hacían su tarea.