Siguen algunos ejemplos de los conceptos distorsionados que vierten estos nefandos maestros del engaño retórico, y mi refutación. Esto proviene sólo de la primera parte de la entrevista (menos de 10 minutos).
Grondona: “Un poco la idea sería como que la mujer, o el hombre, llegado a la edad de la adolescencia, elige su sexo.”
Aguer: “Se afirma que existe un derecho humano, y por tanto universal, de los niños y adolescentes, a tener sexo, a practicar el sexo, y un derecho también a evitar las consecuencias indeseadas que podrían seguirse…”Cualquiera que no sea un verdadero idiota (y no es una exageración) sabe perfectamente que no existe la "elección del sexo", y que nadie está promoviendo tal cosa. El sexo biológico (no el género — de paso, observemos cómo Grondona confunde a propósito los términos) claramente no puede elegirse; sobre la orientación sexual hay grandes discusiones científicas; el género y la identidad sexual, asunto más complicado, se forman como se forma nuestro carácter, con dosis variables de predeterminación genética, influjos biológicos y psicológicos durante nuestro desarrollo, y sí, elecciones conscientes. Los cristianos conservadores consideran que el hombre y la mujer son arquetipos platónicos, con esencias inmutables: Dios causa la concepción de un cigoto, le da un cromosoma Y, le hace crecer pene y testículos, le formatea el cerebro con un sistema operativo macho, le reserva ciertos roles sociales, y punto. Cualquier desviación de esa norma es patológica, inmoral o ambas cosas.
En cuanto a lo que dice Aguer, podemos referirnos a los Derechos sexuales y reproductivos de niños, niñas y adolescentes, según se los expone en Educ.ar, el portal educativo del gobierno argentino.
Todas las personas del país independientemente de su clase social, sexo, identidad genérica, práctica sexual, etnia y edad gozan del derecho a:
- Obtener información y orientación completa, veraz y suficiente sobre su cuerpo, sus funciones y procesos reproductivos expresados en términos sencillos y comprensibles para que puedan tomar decisiones y favorecer el auto-conocimiento.
- Disfrutar de una vida sexual saludable y placentera, libre de discriminación, coacción o violencia.
- Ejercer su preferencia sexual, libremente y sin sufrir discriminación, coacción o violencia.
Monseñor Aguer expresó reparos ante el modelo de educación sexual del gobierno.
A continuación, y siguiendo un libreto acordado con Grondona, Aguer trae a colación el asunto de la "compensación del riesgo" [ver risk compensation en Wikipedia en inglés] o del fenómeno del "comportamiento desinhibido", con una falacia que parece creíble a primera vista, y que usa para justificar declaraciones como las de la Benedicto XVI cuando dijo que el preservativo no sólo no soluciona sino que puede empeorar la epidemia de SIDA.
Es cierto que el uso de cierta tecnología que reduce un determinado riesgo puede llevar a un comportamiento descuidado en quienes confían en dicha tecnología; pero es engañoso e irresponsable decir, como principio genérico, que “el beneficio que podría seguirse [del uso de esa tecnología] queda neutralizado”. El experto citado por Aguer, Edward C. Green, es un antropólogo médico estadounidense con credenciales impecables, quien en su oportunidad, luego de aceptar que “el Papa podría tener razón sobre los preservativos”, explicó que los mismos “deberían servir como un refuerzo [a back-up role] … Yo creo que se debería poner preservativos a disposición de todos.”
El rol de la educación sexual es primordial, pero Aguer no puede reconocerlo porque la educación sexual moderna, con base científica, es antitética a la doctrina cristiana. Sin educación sexual o con una estrategia educativa que no llega a los ciudadanos, es claro que la distribución de preservativos sí puede agravar el problema. En Occidente promovemos el ejercicio y la dieta como manera de preservar la salud, pero muchas personas se lesionan al ejercitarse, y muchas, por hacer dieta, comen mal, logrando el efecto contrario, debido a la desinformación y la poca cultura científica sobre el tema; sin embargo, a nadie se le ocurriría decir a la ligera que el ejercicio y la dieta “no solucionan el problema y hasta pueden empeorar nuestra salud.”
Aquí Aguer habla del caso de Uganda, la niña de los ojos del Vaticano, donde el gobierno usó la estrategia ABC contra el SIDA: en teoría, un programa de cambio cultural basado en la frase Abstain, Be faithful, use a Condom, es decir, abstinencia para los jóvenes (solteros), fidelidad para los adultos en una relación monogámica, y condones/preservativos sólo para los grupos de riesgo (prostitutas, drogadictos, parejas con un miembro sano y el otro infectado, y otros). Tal estrategia hubiera tenido sentido, al alentar el uso de una barrera protectora en quienes eran a la vez las víctimas más frecuentes del SIDA y las causantes más claras de su expansión entre la población, y que por su condición eran quienes menos posibilidades tenían de seguir los cursos de acción más seguros.
Pero resulta que la estrategia ABC no nació en Uganda, y no hay una definición uniforme de lo que debe hacerse para implementar esta idea general, aunque diversos actores han querido apropiarse de su éxito para promover sus ideas conservadoras de origen religioso. De hecho, en Uganda se combinaron medidas de promoción y de educación que fueron mucho más allá de decirle a los jóvenes que no tuvieran sexo (ciertamente tampoco se les dije que tuvieran sexo cuando quisieran siempre que fuera con preservativo). Lo que Uganda promovió fue que los jóvenes demoraran su primera relación sexual, que evitaran el sexo casual, que buscaran parejas estables, y que usaran el preservativo como precaución, porque obviamente es imposible saber si la pareja de uno está infectada si no se ha hecho un test. En un distrito muy estudiado, la abstinencia y la fidelidad de hecho disminuyeron. La estrategia ABC fracasó también al buscar que los jóvenes retrasaran su edad de iniciación sexual. Y las tasas de infección de HIV bajaron en Uganda, en gran medida, porque los primeros de la gran ola de infectados murieron. ABC no ha sido más que un slogan; el éxito se logró por otros medios.
La experiencia de los programas de educación sexual abstinence-only ("sólo abstinencia") implementados por el muy cristiano gobierno de George W. Bush fue una demostración clara de lo que ocurre cuando a una persona se la pone entre la espada del deseo y la pared de la abstinencia. En Estados Unidos, los jóvenes educados en una moral cristiana estricta tienden a contraer más enfermedades de transmisión sexual y tienen una mayor proporción de embarazos no deseados.
Continúa en la próxima entrega.
el niño y el hombre tienen su tiempo para cumplir dentro del preceso evolutivo su condicion biologica.
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