“¿Acaso no es verdad que la utilización desconsiderada de la creación comienza allí donde Dios es marginado o incluso donde se le niega la existencia? Si desfallece la relación de la creatura humana con el Creador, la materia se reduce a posesión egoísta, el hombre se convierte en la "última instancia", y el objetivo de la existencia queda reducido a una afanada carrera para poseer lo más posible.” (Benedicto XVI, 26 de agosto de 2009)Antes de caer en la simplificación grosera, vamos a tratar de entender lo que dice Herr Ratzinger, ya que como decía Shakespeare, there's method in his madness. No es, supongo que aclararía el papa, que la existencia de ateos y de creyentes apáticos cause el calentamiento global o la extinción masiva de especies, o que los que negamos la existencia de dioses y espíritus nos deleitemos en la destrucción de ecosistemas. Creo.
Quiero creer que el papa no está diciendo que los descreídos y escépticos somos automáticamente más descuidados e indiferentes hacia la destrucción del ambiente; a fin de cuentas, el país que más recursos naturales consume y más contamina sin control es Estados Unidos, la más religiosa de las naciones desarrolladas, mientras que es famosa la política de cuidado medioambiental de los países escandinavos, los más laicos de Europa. (Aunque para el caso, en ambos casos la mayoría de los creyentes son
Tampoco sería sensato pensar que Benedicto acusa de descuidar la Creación a los países más pobres y subdesarrollados del globo. De hecho, se ha mostrado muy feliz por el avance del catolicismo en África, donde las influencias vaticanas han logrado el objetivo de frenar la distribución de preservativos y anticonceptivos a millones de personas, contribuyendo así a una expansión demográfica que sólo el SIDA ha podido frenar. En África no es la codicia humana ni el egoísmo lo que causan la deforestación, la desertificación y la contaminación de las aguas, sino la cantidad de personas pobres y sin educación que no pueden pararse a pensar en la ecología cuando la simple subsistencia está en juego.
Será entonces que Benedicto XVI cree que el hombre necesita creer que Dios hizo el mundo, con toda su hermosa diversidad biológica y complejidad, para no considerarlo como un mero objeto de "posesión egoísta". En ese caso, hay que hacer la salvedad de que el creyente no puede limitarse a las Sagradas Escrituras, sino que debe estar al tanto de la última moda en pronunciamientos ecologistas papales. No cabe duda de que es por eso que la Iglesia no permitió la traducción de la Biblia a las lenguas vernáculas, ni tan siquiera su posesión por parte de la gente común, hasta muy tarde en su historia, y además sigue obligando a los fieles a respetar el comentario y la interpretación de los sacerdotes y teólogos; ya que la Biblia comienza con una orden divina de ocupar el mundo y someterlo, advierte luego que al hombre no debe importarle este mundo sino el próximo, y termina con la promesa de una pronta destrucción de la tierra y el cielo, que serán reconstruidos después pero sólo para una minoría de seres humanos.
¿Entonces qué está diciendo Benedicto XVI? Volvamos atrás en su discurso:
“La tierra es un don precioso del Creador, que ha diseñado su orden intrínseco, dándonos así las señales orientadoras a las que debemos atenernos como administradores de su creación.”Ésta es la doctrina de la mayordomía de la Creación, que sostiene que los seres humanos somos meros inquilinos y administradores de una tierra que no es nuestra sino de Dios. Como mayordomos o cuidadores, dice el papa, debemos cuidar la casa para devolverla igual o mejor que como estaba cuando la recibimos de su dueño.
En sí, es un concepto útil, y sería una buena idea... si alguna vez hubiera funcionado, y si no fuera más que palabras vacías en boca del líder de una organización que jamás ha dado el ejemplo.
Las corrientes "verdes" del cristianismo han estado siempre asociadas a la izquierda, blanco preferido de la jerarquía católica; en América Latina, el componente ecológico de la teología de la liberación fue condenado junto con ésta en los términos más enérgicos por el mismísimo Joseph Ratzinger, el inquisidor en jefe de Juan Pablo II.
El papa tuvo tiempo de visitar Brasil y de recibir a su presidente, en preparación para un concordato que asegurará la indoctrinación católica de los niños en las escuelas públicas de ese país, pero no dijo una palabra sobre la devastación sistemática de la selva amazónica, uno de los pulmones del mundo. Cuando estuvo en África, felicitó a la gente por su fervor religioso, pero evitó hablar de la corrupción de sus líderes, que permiten la destrucción del ecosistema y malvenden sus recursos naturales a las naciones ricas de Occidente; además, sus seguidores se congratulan en el fracaso de las políticas de control natal que hubieran, al menos, retrasado la destrucción medioambiental. De la India le preocupa que los católicos sean perseguidos por fanáticos hinduistas, pero no la depredación que sus mil millones de habitantes ejercen por su sola cantidad. De China le preocupa que el Estado controle a la Iglesia y que aliente la anticoncepción y el aborto, pero no la política oficial de recurrir al carbón con alto contenido de azufre (causante de terribles lluvias ácidas) como motor de su desarrollo económico acelerado.
Lo más parecido a la doctrina de la mayordomía de la Creación que tenemos nosotros, los que no hincamos la rodilla ante Ratzinger, es el lema ambientalista, ya trillado pero no menos válido, de que “no hemos heredado la tierra de nuestros padres sino que la hemos tomado prestada de nuestros hijos”. Pero Benedicto XVI no puede transigir sobre este punto. El papa existe para glorificar a Dios (es decir, a sí mismo), y este lema eminentemente sensato deja fuera de la ecuación a la divinidad, haciendo inútiles a sus intérpretes terrenales. En sus propias palabras, el hombre se convierte en la última instancia, viviendo por y para sí mismo. Esto suena a puro egoísmo. Dios es algo maravilloso en ese sentido: hace que cualquier idea suene mejor. Y sin embargo, si lo que hacemos no es para nosotros (y para quienes nos importan), ¿para quién más?
Como esto se ha hecho largo, diré para terminar que, a título personal, el uso del concepto "Dios" para justificar o cimentar buenas ideas me parece una lástima y una salida fácil. Es evidente que hay mucho que ganar con la preservación del equilibrio ecológico, aunque uno no crea que "Dios" va a venir a pedirle cuentas más tarde. Creo que Benedicto se da cuenta perfectamente de esto, y que todos sus discursos y pronunciamientos sobre la necesidad de la fe son simples gestos de aliento para una tribuna cada vez más desencantada. Los que vivimos sin creer en Dios no necesitamos exhortaciones divinas para hacer lo que es correcto. Y lo que sí creen, pero además piensan, tampoco.
A nuestro amigo Ratzinger le encantan los discursos demagógicos e hipócritas que, desafortunadamente, tienen eco positivo en los medios de comunicación y entre sus ovejas que asienten como autómatas.
ResponderEliminarCreo que escuché a Sam Harris decir que si la gente cree que el fin del mundo está próximo (la mitad de los norteamericanos creen que va a ser en esta generación) no tiene sentido cuidar el planeta para las futuras generaciones. En cambio si estamos solos, y sabemos que cuidar el medio ambiente es la única manera de permitir a nuestros hijos y nietos vivir dignamente estamos moralmente obligados a usar los recursos de una manera racional. Por esto es que me parece que es justamente al revés de como dice nuestro querido Sr. cara de Papa
ResponderEliminarHipocresia y contradiccion (como de costumbre)del lider de una religion que desprecia el mundo que supuestamente su dios creo... Y para que lo creo si es imperfecto y va a destruirlo (como decias, Pablo)? Por que encargarselo a una de sus imperfectas criaturas en vez de cuidarlo el mismo? Por que no le enseño al hombre lo que es el ambientalismo (en lugar de imponerle prohibiciones estupidas y sacrificios de animales en masa), en vez de dejar que este lo descubra por su cuenta cuando el daño ya habia empezado? Y asi podriamos seguir preguntando al vacio...
ResponderEliminarBueno... es que el Führer Ratzinger ha sido todavía más incoherente que su antecesor. Sin embargo, aunque sus argumentos sean bastante incoherentes e hipócritas (cuando leí la nota pensé ¿y que rayos tienen que ver las creencias de las personas con el medio ambiente?) siempre terminan encontrando eco en algunos que otros polítiquitos de ultraderecha, o izquierdistas muy laxos; y ahí es cuando se vuelven muy peligrosas sus incoherencias.
ResponderEliminarConcuerdo contigo; el concepto de "dios" es como una especie de comodín muy malo, usado cuando las personas no tienen una mejor explicación para algunos hechos o no tienen ni la más remota idea de lo que hablan.
En realidad me ha dejado un poco extrañado esta salida ecologista de Benedicto, pero no mucho. En último término sigue tratándose siempre de los mismos temas: todas las razones (basadas en "Dios") por las que debemos obedecer lo que Benedicto dice, y cuán buena y sabia es la Iglesia al advertirlo e imponerlo a todo el mundo. Me quejaría menos si sirviera de algo.
ResponderEliminarEs una idea de marketing que siguen muchas empresas, la de tratar de dar una imagen ecologista, que está muy bien considerada.
ResponderEliminarNo me parece mal que Ratzinger quiera tambien aprovecharlo, y con las cosas tan horribles que suele defender la verdad es que esta está muy bien. Lo que sí le reprocho es que además aproveche para desprestigiar a los ateos, sin ninguna prueba.
Bueno si tenemos un Cielo Nuevo y una tierra nueva para que preocuparnos por este mundo. Será la lluvia ácida un descuido humano ante lo ecológico o castigo divino? Si Dios castiga con las consecuencias del daño ambiental no se estará complaciendo más bien con él mismo daño ambiental que el hombre ha generado?
ResponderEliminarPerdón a todos...Pero, QUE HIJO DE PUTA ESTE VIEJO PELOTUDO! No puede ser tan imbécil en afirmar estas barbaridades! y lo dice sin siquiera ponerse colorado!Wow! yo pensé que había escuchado y visto todo, pero, en fin, viniendo de la ICAR uno nunca deja de asombrarse.
ResponderEliminarPodrías intercalar parte de lo que promueve el "dominionismo" (claro que es protestante), la doctrina de que Dios nos dio la Tierra y nosotros podemos hacer lo que se nos cante con ella...
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