Al poco rato nos encontramos con Fernando Lozada, y enseguida con Paola Raffetta, con unos chicos de la UBA que habían venido por su cuenta a documentar el evento, y con Cristina Ferreyra, de ArgAtea (a quien conocía sobradamente de nombre, pero que nunca había visto personalmente). La gente de Entre Ríos Laica empezó a montar el equipo de sonido para la radio abierta, que condujo Jorgelina Londero, y a desplegar la bandera con el logo de la agrupación (que Mirko describió, a mi pedido, en el video que posteé el domingo), mientras que los integrantes de Apostasía Colectiva pegaban sus respectivos carteles. Había muy pocos transeúntes para un sábado, a decir de Jorgelina, aunque a mí no me lo pareció, y poco después el tráfico aumentó.
Tengo que decir que la gente resultó muy amable; muy pocos se apartaban o rechazaban el papel que se les entregaba, y muchos incluso daban las gracias. Unas pocas personas se acercaron a dialogar. Yo hablé con uno, que quería saber de qué se trataba el asunto pero que no emitió opinión alguna; un señor mayor se paró a discutir con otro de los chicos (no recuerdo ahora quién), por lo que entendí, tratando de convencernos de que no se puede dejar la Iglesia porque “una vez bautizados es parte de nosotros y no se puede renunciar a una parte de nosotros mismos” (o algo a ese efecto); otro, para mi sorpresa, se detuvo a comentar que él ya había hecho su apostasía.
Para mí fue la primera vez que repartía folletos haciendo activismo de esta clase. No temo sonar ingenuo al decir que me resultó muy estimulante la sensación de estar llegando a la gente. Un blog es por naturaleza público y abierto, pero no implica el mismo tipo de exposición que estar en la calle, donde cualquiera puede cruzarse con uno e interpelarlo, y donde todo el que pase, incluyendo personas que jamás han leído un blog (mucho menos un blog ateo), es un posible converso. Sólo lamento no haberlo hecho antes... y no haber intentado entregarle ese último folleto a esa monja anciana que pasó a mi lado.
Terminadas las entrevistas, agotado el material de difusión, y con el mediodía casi sobre nuestras cabezas, nos fuimos caminando despacito hacia la UNER.
Continuará...
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