“… nuestra plegaria, que año tras año hacemos como una muestra de confianza en Dios y una manera ferviente de unirnos con esperanza pidiendo por el presente y el futuro de la Nación. Contamos con que esta oración sea de todos: de los dirigentes y de los ciudadanos, de las organizaciones sociales y de las colectividades, de las Fuerzas Armadas y de seguridad y de los ex-combatientes de Malvinas, de los hombres y mujeres de fe que confían en Dios…”
Al susodicho funcionario se le paga un sueldo a cargo del estado equivalente a más de seis salarios mínimos, a pesar de no cumplir ninguna función útil. De hecho, su tarea es servir a los intereses de otro estado, promoviendo políticas frecuentemente opuestas a las del estado argentino en cuyo territorio reside. Por alguna razón se le ha permitido creer que puede hablar de “nosotros” como si realmente su creencia fuera compartida por toda la sociedad. Será una formalidad, será mero protocolo, pero siendo así, no sería muy difícil pedirle que se abstenga de participar en esos términos. Frente al palco, entre el público, estaría bien.
¡buen punto!
ResponderEliminarSí, totalmente desubicado ese orador.
ResponderEliminarMuy buen análisis.
ResponderEliminarCuando será el día que los funcionarios dejen de pensar que a los actos públicos tienen que invitar a un representante de una religión?
ResponderEliminarSiguen pensando que son bajadores de alguna especie de moralidad divina, necesaria por lo tanto, que debe llegar a la gente por medio de su discurso?
Será que los ven útiles a sus propósitos (cabe para todos, esto va más allá de nuestro país), si no qué más cabe, a esta altura tienen que ser más que conscientes de todo esto.