Tal es el caso de un joven australiano (cuyo nombre no se ha dado a conocer por razones legales) que tuvo la mala fortuna de pertenecer a una secta cristiana cuando a los 18 años se reconoció homosexual. La secta, conocida como los Exclusive Brethren (“Hermanos Exclusivistas”), es un subconjunto de los Hermanos de Plymouth: un grupo particularmente cerrado de evangélicos conservadores, como su nombre bien lo indica, cuyas leyes internas obligan a rechazar incluso a los miembros de la propia familia (dejar de hablarles, expulsarlos de la casa) si dejan de pertenecer a la congregación.
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Eso fue en 2008. La buena noticia es que Craddock acaba de perder su licencia médica. La mala es que a los 75 años ya no le quedaba mucho tiempo para seguir ejerciendo, de todas maneras, y nadie puede saber ahora cuántas jóvenes vidas habrá arruinado, durante un tiempo o para siempre. La peor noticia es que los Hermanos Exclusivistas jamás pagarán el precio de todo el mal (físico y psíquico) que su religión ha infligido a sus miembros.
Me cuesta mucho entender las barbaridades que aún hoy siguen realizando los seguidores de una persona que, según ellos mismos dicen, profesaba la paz y el amor.
ResponderEliminarMe cuesta mucho entender las barbaridades que aún hoy siguen realizando los seguidores de una persona que, según ellos mismos dicen, profesaba la paz y el amor.
ResponderEliminaruna droga que se utiliza (entre otras cosas) para tratar los trastornos sexuales, como las parafilias (perversiones).
ResponderEliminarUna parafilia no necesariamente es una perversión. Muchas parafilias son totalmente inofensivas y se reservan al ámbito privado de las personas.