Osel Hita (foto: FPMT)
Parece una historia de película pero es real. Y aunque no tiene todavía una conclusión, al menos esta parte del argumento apunta a un final feliz, o lo suficientemente abierto para dar lugar a la esperanza. Osel tiene ahora 24 años, vive en Madrid, estudia cine, y dice que está desorientado, que le falta madurar, que debe aprender muchas cosas que no pudo aprender antes porque nunca estuvo expuesto a ellas.
Para la Fundación para la Preservación de la Tradición Mahayana [sitio en inglés], Osel es la reencarnación del Lama Yeshe (su fundador) y todavía un lama, al que "le gusta ser conocido como Osel Hita Torres" (!). Hace unos años decían en su página, evidentemente desactualizada, que estaba "siguiendo un curso de Estudios Occidentales, en el cual le va muy bien" y que la FPMT respetaba "su pedido de privacidad mientras completa sus estudios en Europa", y luego mencionan una visita suya en 2006 a California en la que conversó con estudiantes. Al parecer, para la FPMT Osel no se ha alejado, sólo ha salido del monasterio de Sera a estudiar.
Pero la nota que Osel Hita dio al diario El Mundo (titulada "El niño lama se hace agnóstico" y publicada este domingo) sugiere otra cosa ("Me sacaron de mi familia y me metieron en una situación medieval en la que he sufrido muchísimo"), y en The Guardian ("Niño elegido por el Dalai Lama le da la espalda a orden budista") directamente se habla de la "consternación y hasta cierta vergüenza" que sienten los budistas tibetanos al ser abandonados por alguien en quien habían depositado tantas esperanzas: "Osel Hita Torres ahora viste pantalones anchos y usa el cabello largo, y es más probable que cite a Jimi Hendrix que a Buda".
Aquí no hablamos mucho de budismo por la sencilla razón de que en Argentina y en Latinoamérica es una religión absolutamente minoritaria y con influencia pública/política insignificante. No obstante, nótese que esta historia comienza con una familia española común (excepto en su profesión de budismo como religión) y no con campesinos tibetanos, indios o chinos. Y hay que tener en cuenta que algunas ideas del budismo, que es mucho más plástico que las religiones dogmáticas occidentales, suelen ser parte de la idiosincrasia New Age que tantos abrazan en nuestro tiempo, incluso los ateos, con la idea (equivocada) de que se trata de una religión "blanda", exenta de extremismos y fundamentalismos.
Se dice correctamente que el budismo es adogmático, ateo y sin jerarquía; pero este correcto budismo es también un ideal inexistente; en la realidad, cada una de las centenares de ramas del budismo mantiene posiciones inflexibles e ideas indemostrables sobre tal o cual tema, se veneran como a dioses o semidioses a diversas figuras, y el budismo tibetano en particular es de todo menos anárquico: de hecho es el cimiento religioso de una teocracia en el exilio, férreamente encabezada por el Dalai Lama. (Conviene recordar, cuando se habla de las violaciones a los derechos humanos perpetradas por China en el Tibet ocupado, que la situación anterior no era precisamente paradisíaca.)
Y Osel Hita Torres viene a mostrar un lado más concretamente siniestro del budismo: en nombre de una creencia en la reencarnación, se sacó a un bebé de su hogar y se lo colocó en un trono en un país extraño, metiéndole en la cabeza toda clase de ideas sobre su supuesta vida anterior y su propósito en la actual, y privándolo de una vida normal. Irónico, considerando la historia personal del mismísimo Siddharta Gautama, criado en medio de los privilegios y escudado del mundo exterior por aquellos que más decían amarlo...
[¡Gracias Alberto por alertarme de esta historia!]
Muy bien señalado. Como nosotros no hemos sufrido el yugo budista muchas veces nos olvidamos de que han tenido a veces tan malas artes como otras religiones que nos han pillado más de cerca.
ResponderEliminarUna entrada muy buena. Casualmente esta semana pasada estuvo aquí en Copenhague el Dalai Lama y pude otra vez contemplar horrorizada como este hombre que es el equivalente de una figura como el Papa pero para el budismo tibetano, es venerado por miles de occidentales que se piensan que porque va con la cabeza rapada y con una túnica es inofensivo y su religión es amor. La gente aparentemente en lugar de informarse cree en lo que quiere creer.
ResponderEliminarSaludos,
Saludos,
Lille Skvat
http://lilleskvat.blogspot.com
OM
ResponderEliminarSi alguien quiere conocer el machismo del mal llamado "budismo tibetano" (su nombre real es lamaismo, resultado de una fusión con la religión Bón, animista, tribal y con muchas connotaciones "negras")solo tiene que comprar el libro "Una cueva en la nieve" publicada por RBA, y escrita por una monja tibetana, que despues de permanecer en una cueva a 2000 metros de altura y 20º grados bajo cero, durante 12 años, por ser mujer no tiene acceso al titulo de lama, ni siquiera acceso a la información que a estos se les dá sobre meditación superior ó Lac-Tong, tampoco tienen derecho a tener un solo monasterio por ser mujer, y el trato que reciben es absolutamente vejatorio...esta monja escribió ese libro como forma de recaudar fondos para construir uno.
Sin ánimo de ejercer de abogado del diablo, ¿qué credibilidad tendría un tipo que tiene entre sus libros favoritos uno que se titula Autobiografía de un yogui, se vendió como una biografía real y es más falso que una moneda de madera?
ResponderEliminarSi crees lo que dice el Mundo vas mal y en este artículo se ve muy claro. Lee al propio Osel y verás cual es la verdad.
ResponderEliminaraplicate el cuento e informate, no sabes lo que dices. No conoces nada de budismo tibetano, está claro
ResponderEliminarYo no creo especialmente en nada, sólo reporto una noticia, Floriatos. Este post tiene más de dos años y por lo que sé, Osel corrigió la noticia que apareció en El Mundo. Eso puede significar que el diario reportó mal, o que Osel se arrepintió de lo que había dicho.
ResponderEliminar