Pero hay un punto más que trae a colación el obispo Aguer:
¿Cómo se salva la libertad de conciencia y el derecho de los padres de familia a que sus hijos sean educados de acuerdo con sus propias convicciones? Es un derecho inalienable, que el Estado debe respetar, y es un deber, una responsabilidad que los padres no pueden soslayar.
A lo que sólo se puede responder: ¡hipócrita! Ninguno de los homólogos de Aguer, jamás en la historia argentina, se ha opuesto a la imposición de la educación religiosa, católica, en las escuelas públicas. El derecho de los padres a que sus hijos sean educados en sus propias convicciones (derecho bastante debatible, por cierto) nunca incluyó, para la Iglesia Católica, el derecho de los padres de otras religiones.
Cuando en otros tiempos se daba catequesis en todas las escuelas, los niños cuyos padres eran de otras religiones (o ninguna) eran retirados de la clase, puestos aparte, segregados, marcados como diferentes. En cada ocasión en que el estado y la sociedad decidieron terminar con el privilegio católico de indoctrinar a los niños en horas de clase, la Iglesia peleó con uñas y dientes contra el derecho de los padres judíos, protestantes, musulmanes, ateos y demás a educar a sus hijos en sus propias convicciones.
Desde luego, el católico consecuente explica este aparente doble rasero con facilidad. La doctrina de la Iglesia Católica es la única totalmente verdadera; las demás son sólo falsas creencias...
Si algo es vital para todas las religiones es el adoctrinamiento temprano. Se han inventado ese derecho inalienable de los padres pero lo que quieren es usarlo ellos. La campaña en España ha sido y sigue siendo brutal, hasta el punto de que hay padres que rechazan radicalmente que a sus hijos se les muestren los valores democráticos más elementales, en ocasiones sacrifican hasta la posibilidad de graduación de sus hijos, perjudicándoles seriamente de por vida.
ResponderEliminarNuestro gobierno ha hecho gala de la habitual tontería progre, en lugar de atreverse a extirpar la lacra de la "enseñanza" de religión católica en los institutos, ha preferido "compensarla" con "profesores" de religión musulmana y judía a cargo de nuestros impuestos.
Les recomiendo este artículo:
http://soydiosytengounblog.blogspot.com/2008/03/la-vital-importancia-del.html
Sin embargo, algo de razón tiene este obispo, aunque no la que él dice.
ResponderEliminarA mí me parece que, por lo menos donde vivo, los maestros tienen una mentalidad posmoderna y también del típico pensamiento políticamente correcto. Por supuesto, aunque no sea una escuela religiosa, los maestros son casi todos creyentes, la mayoría católicos, y están firmemente convencidos de que lo más importante para los niños no son los "contenidos" sino la "formación en valores". ¿Los valores de quién? ¿De los maestros? ¿Del sindicato? Lo hacen pasar como una cuestión neutra, cuando no lo es.
Me parece muy buena iniciativa y espero que se desparrame por todo el país, la de dar una educación cívica como corresponde, formando a los chicos en la ciudadanía, derechos y deberes, y trabajo político: la democracia no debería ser sólo ir a votar una vez cada tanto, también involucra presentar y debatir proyectos, analizar propuestas y saber razonar.
ResponderEliminarEn cuanto al tipo de valores que deben enseñar los maestros, creo que debería orientarse al que se da en el ámbito universitario, es decir, todas las ideas están sujetas a discusión, los planteos se deben debatir con argumentos, razón y ciencia, nunca con dogmas.
Barullo, es muy interesante eso, porque precisamente la cuestión es que el posmodernismo se basa en la negación de la primacía de las ideologías, pero en la práctica en el gran guiso de las ideas que hace el posmodernismo siempre terminan emergiendo las mismas: la corrección política, el sincretismo religioso, etc. Parece neutralidad pero no lo es, y sofoca bastante la crítica verdadera.
ResponderEliminarTiene razón el obispo en preocuparse porque está claro que si se les enseña a los niños a criticar, las primeras que caerán serán las ideas de la religión de sus padres.