La obra de los obispos fue publicada como respuesta a Educando en la diversidad: orientación sexual e identidad de género de las aulas, del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile. El panfleto católico se titula Homosexualidad juvenil: orientaciones educativo-pastorales, y no sólo habla de la homosexualidad como una especie de enfermedad moral (doctrina estándar de la Iglesia), sino que la compara con el sadismo, el masoquismo, la pedofilia y la bestialidad, y llama a los homosexuales “narcisistas, pecadores y desviados”.
El entrevistado quiere explicar que la Iglesia no odia a los homosexuales y lo hace de una forma sumamente curiosa, aunque no para los que ya estamos habituados a ese gran árbol de sofismas que es la teología: la homosexualidad existe porque la naturaleza está dañada por el pecado. Es algo “que no deberíamos vivir, como las guerras, la enfermedad, el ateísmo...” y también es como ser miope y tener usar lentes (!). No estoy bromeando. Vayan y léanlo. (Según la doctrina del pecado original, si Adán y Eva —que nunca existieron, porque la Iglesia oficialmente acepta la teoría de la evolución, pero ¿qué importa?— no hubieran comido la fruta que Dios puso en el árbol en el medio del Jardín del Edén sabiendo perfectamente que la iban a comer, no existiría la muerte ni la enfermedad; los leones y los cocodrilos serían pacíficos herbívoros, Adán nunca miraría a Eva con ganas de tener sexo salvo cuando deseara tener un hijo, y la Tierra mágicamente no se llenaría a pesar de que los animales, inmortales, se reproducirían sin fin.)
La entrevista con el fanático de mierda que escribe el libro (perdón, pero es la forma más suave de llamarlo que tengo) termina, nos dice Bimbi, con un diálogo sobre las consecuencias de esas doctrinas en la mente de los jóvenes.
El cronista dice que hay chicos que se suicidan por este tipo de discursos, que hay familias que rechazan a sus hijos por las enseñanzas de la Iglesia y personas que ejercen violencia contra los gays por considerarlos desviados o pecadores, como los califica su libro. Díaz sostiene que no se puede responsabilizar a la Iglesia por eso, ya que ellos no comulgan con la violencia ni promueven la discriminación. El cronista le repite lo que dice su libro y le pregunta si eso no es discriminación. El diálogo se repite varias veces, con distintas palabras. Díaz dice que no. Son dos idiomas que no se entienden.Y aquí tengo que terminar con algo que ya he dicho muchas veces. Esta clase de incomprensión mutua es frecuente. Con ciertas personas no se puede razonar, porque no tienen capacidad racional, pero además porque no desean entender, no desean nada sino hacer de sus prejuicios y de sus odios la norma y la ley. Lo único que se puede hacer con ellos es despreciarlos, ridiculizarlos, exponerlos a la luz de la crítica pública, y no cederles ni un milímetro. Aquí no caben el tan abusado “diálogo” o el “respeto” a las opiniones ajenas. Personas como los obispos católicos no pueden dialogar con otras visiones del mundo, ni las respetan; sólo las toleran, a regañadientes, a la espera de un tiempo en que las condiciones cambien y puedan aplastar toda oposición. Hace rato que la Iglesia Católica, en particular, no tiene nada que decir, y sólo añora ferozmente sus días de gloria, en la oscuridad y la sangre de la Edad Media.
El creyente respeta creencias. No respeta sus congéneres sino que considera que lo respetable son las creencias no las personas.
ResponderEliminarEso es precisamente lo que lleva a estos pseudohumanos a considerar que en ejercicio de su creencia están facultados y tienen derecho de desmeritar o desperciar a otros que no la comparten.
Saludos
Estas cosas pasan en Chile, Uruguay y esos otros países subdesarrollados nomás...
ResponderEliminarEn nuestra evolucionada Argentina, con nuestros probos legisladores y funcionarios, estas cosas no pueden ocurrir JAMÁS.
Contradicciones y más contradicciones; "aceptan" la teoría de la evolución ¿pero habla de Adán y Eva?. El muy estúpido (el fanático de mierda jajaja) ni siquiera se da cuenta que su dotrina homófoba se contrapuntea con uno de sus principios teológicos básicos: la supuesta perfección de "dios". Si "Dios" hizo las cosas a su "imagen y semejenza" ¿Por qué es que existen todas esas supuestas "maldades" que "diosito" aborrece... en esas cosas que "él" mismo "creó"? Una de dos: o "diosito" es todas esas cosas que él mismo condena porque todo fue creado "a su imagen y semejanza", o es un inútil por no "crear" las cosas como "él" desea que "sean".
ResponderEliminarPero esos parásitos ensotanados no solo pretenden que a sus incoherencias se les considere "remotamente lógicas", sino que además fomentan el odio vilmente y dicen que no es cierto (que son amorosos); y, para colmo de males, tenemos que estar, a la fuerza, de acuerdo con sus incoherencias y verborreas dignas de una cloaca.
En teoría por mi esos hipócritas pueden ladrar lo que quieran, a mí me tiene sin cuidado. Pero en la práctica, como no se conforman con solo ladrar sino que además tratan de morder (imponer por la fuerza sus detestables dogmas) "por obra del espíritu santo" a todo aquél que se les pase por enfrente pues bueno... entonces me temo que no me quedaré con los brazos cruzados ante tales agresiones malignas "espetadas con amor".
El número de adolescentes homosexuales que se suicidan es muy elevado. Yo creo que el discurso de la Iglesia Católica (así como tantas otras) es un factor importante en esa realidad. No puedo entender cómo una institución que predica el amor termina esparciendo el odio. También me parece muy increíble que no puedan ver (mucho menos hacerse responsables de)las consecuencias de sus afirmaciones.Casi esquizofrénico...
ResponderEliminarPues pasa en la mejores familias -el pastor Phelps en lo Estados Unidos, por ejemplo -pero en nuestros países es en donde los católicos tienen poder político y económico y educan a la gente de bien que es la que tiene mayores posibilidades de acceder al poder y eternizar actitudes. EL COMBATE CONTRA LA IGLESIA ES URGENTE.
ResponderEliminarDellerman: Yo creo que la respuesta de los curas ante los suicidios de adolescentes gays sería compararlos con la gente que se suicida por depresión o por alguna enfermedad terminal. Seguramente les dirían: "Por más que seas un enfermo y un anormal, no debes suicidarte. Sólo Dios tiene derecho a terminar con tu vida, y sólo puede curarte. Si no puedes cambiar, es por falta de fe." Y a otra cosa, que a la Iglesia nunca le ha importado el daño que causa a las mentes humanas. ¡Y pensar que ellos nos llaman a los demás "anti-vida"!
ResponderEliminarSeñor de Xibalba: "El creyente respeta creencias. No respeta sus congéneres sino que considera que lo respetable son las creencias." Muy interesante esa idea. Yo veo a muchos creyentes que expresan claramente con sus actitudes que les importa lo que creas, no quién seas o qué hagas. A fin de cuentas, ¿qué es una persona sino un despojo a merced de Dios? ¡Lo importante es salvarse, y para salvarse hay que creer lo que te dicen las autoridades!
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