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Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros.Esta cláusula, traducida al lenguaje de la realidad argentina, significa que cada provincia puede decidir —por ejemplo— que no hace falta enfatizarle a los alumnos que la homosexualidad existe y es normal, o explicarles que la masturbación es válida como búsqueda de placer o autoexploración, dado que en su “realidad sociocultural” esos interrogantes supuestamente no se plantean (en Irán no hay homosexuales, decía el presidente Ahmadinejad, así que no se plantea hablar de sus derechos…); lo de respetar “su ideario institucional” otorga permiso a las escuelas confesionales a no brindar contenidos que colisionen contra los dogmas y doctrinas de sus religiones. Estos y otros puntos han significado que la ley sea implementada poco y mal, si acaso, en gran parte del país.
“Hay personas que muestran unos signos, que a cualquier persona que tenga sentido común le van a indicar que hay una presencia maléfica. Aunque uno no crea en el espíritu de forma directa, se percibe que la causalidad más razonable sería la de un espíritu maligno. Por supuesto que para los no creyentes o para aquellos que son ateos militantes esto queda descartado; entonces se le tiene que explicar todo por razones meramente de este mundo.”
Reconocimiento de la familia como sociedad natural y primaria, fundada en el matrimonio, entendido como unión estable de entre un varón y una mujer.Por este medio se transforma “reconocer” (descripción) en “obligar” (prescripción). Las familias formadas por parejas no casadas, por matrimonios del mismo sexo o por posibles contratos de convivencia tácitos o explícitos entre grupos de personas cualesquiera quedan excluidas. Esto es lo mismo que pedir que el canon católico se haga ley. El Estado, así, sólo “reconocería” como “natural” una acepción limitada de familia. (Los anarquistas y antiestatistas podrán decirme que el Estado no tiene por qué meterse a reconocer nada, y tienen razón en principio, pero no en la coyuntura actual ni a mediano plazo.)
Política de igualdad de los miembros de las familias [que] sea real y efectiva en el acceso y disfrute de los bienes económicos, sociales y culturales.Esto suena muy bien, pero a la luz de elementos que siguen y otros que no se mencionan, pero que sabemos que están ahí, encierra una trampa. Los organismos “pro-vida” no desean mujeres liberadas, sino mujeres que hagan de la maternidad su opción primordial de vida. La “igualdad” que buscan implica que las mujeres puedan comportarse como deben y también hacer otras cosas. Para que haya “igualdad” mientras que al mismo tiempo se mantienen los roles tradicionales de la mujer, el Estado debería prestarle ayuda a las mujeres para que puedan a la vez tener muchos hijos, atender a su marido, tener en orden la casa y trabajar. Se puede debatir si eso está bien o mal; yo considero que se trata de una política pro-natalista, paternalista, patriarcal y errada.
Concepto de familia numerosa y de familia numerosa especial en función del número de sus integrantes, siendo mayores los beneficios otorgados a estas últimas (…) prioridad en el empleo público y privado y su conservación, exenciones y beneficios arancelarios (…), derechos preferentes para la adquisición, construcción y refacción de viviendas (…).Y esto ya es una política pro-natalista en toda regla, determinando que los ciudadanos sin hijos o que desean tener pocos hijos queden automáticamente en desventaja. Recordemos además que la familia, numerosa o no, requiere para esta gente un matrimonio entre hombre y mujer: las otras familias numerosas —una pareja de lesbianas que han adoptado a siete huérfanos, por caso— no recibirían estos beneficios.
Protección integral de la mujer embarazada y de los derechos de los niños por nacer. Dignidad de la mujer. Reconocimiento de la maternidad como bien social y personal. Atención especial de la mujer en particular en caso de embarazo conflictivo o de riesgo. Establecimiento de Centros de Asistencia a la Mujer Embarazada.¿Qué es todo este amor hacia a la mujer? La mujer embarazada y su “niño por nacer” están a la misma altura. La dignidad de la mujer embarazada pasa por la maternidad, que es un bien para toda la sociedad (las mujeres que eligen no embarazarse o que interrumpen su embarazo son, por tanto, un mal, o al menos una desgracia o una rémora para la sociedad). La ideología “pro-vida” no plantea opciones para la mujer embarazada: debe llevar a término su gestación, para lo cual se le dará “asistencia” si su embarazo es “conflictivo” o de riesgo. En las instituciones católicas que ya se dedican a esto, y que si se aprobara este proyecto pagaríamos entre todos con dinero estatal, la susodicha asistencia consiste en manipulación psicológica para disuadir a la madre de abortar, utilizando por ejemplo el miedo al “síndrome post-aborto”, una condición patológica inexistente (las mujeres que abortan tienen reacciones psicológicas diversas; no hay un conjunto habitual de síntomas asociado al aborto). Para los “pro-vida” no son concebibles los embarazos no deseados: sólo hay un conflicto entre el natural instinto de la mujer de cumplir su rol de madre y los obstáculos que la sociedad actual (materialista, hedonista, anti-vida) le pone en su camino. Es de esperar que en los Centros de Asistencia también le dirían a las mujeres embarazadas que den a sus hijos en adopción: una opción traumática y que no garantiza en absoluto el futuro del niño. (Legisladores “pro-vida” han propuesto mejorar la ley de adopción argentina, cuya burocracia prolonga los trámites innecesariamente; una mejora deseable, pero por razones con las que no podemos estar de acuerdo.)
Asignaciones especiales para casos de embarazos provenientes de delitos contra la libertad sexual y menores embarazadas en situación de riesgo.Darle dinero a las mujeres para que continúen con su embarazo, incluso aunque sean menores violadas, incluso aunque corran riesgo de vida. (Entre un feto y una persona ya nacida, los “pro-vida” siempre eligen al feto, con la siguiente lógica: dado que ambos son personas, si uno debe salvarse y el otro morir, hay que elegir al que no puede hacer nada para defenderse, es decir, el no nacido. Aunque no se enfatiza el asunto, la política “pro-vida” en caso de peligro de vida para la madre es dejar morir a la madre.)
Derogación de la ley 26.618, llamada de matrimonio entre personas del mismo sexo.Ésta es la frutilla en el nauseabundo postre que nos ha preparado el conservadurismo religioso “pro-vida”. No tiene nada que ver con las mujeres ni con la maternidad ni con el aborto, pero les duele: les dolió mucho cuando, a pesar de toda la propaganda de odio, de las presiones episcopales, de legisladores ignorantes hablando por Dios en vez de por el pueblo, de la desinformación diaria y a gritos vinculando la homosexualidad al suicidio o a la pederastia, de las solicitadas en los diarios, de las marchas de alumnos de las escuelas confesionales con pancartas anti-gays, del aliento incesante a la homofobia desde púlpitos católicos y tribunas de pastores evangélicos, el parlamento aprobó la modificación del Código Civil que permitió a los homosexuales casarse con sus parejas, una fría noche de julio de 2010.
“El juez que realiza el fallo tiene en cuenta los supuestos derechos de una minoría desconociendo los de la mayoría, especialmente los pobres que no pueden tener acceso a colegios confesionales pagos.”Al hablar de “supuestos derechos” Bernacki muestra que en realidad no cree que la minoría no católica tenga derechos, excepto el de quedarse callada y abstenerse de participar en el culto oficial. La democracia es el gobierno de las mayorías, pero no es un sistema para dar más derechos a las mayorías que a las minorías.
Dios, vivir en Italia es demasiado divertido a veces. Digo, ¿dónde más puede uno conocer gente que dice cosas como “Éste es un país católico” y “Hay que respetar las tradiciones católicas”? Hablamos de gente —podría añadir— que se divorcia y que usa medios de control de la natalidad. (…) Uno intenta señalar que hay muchísimos italianos nativos que no están de acuerdo con tener una religión de estado de facto, y se te quedan mirando. Increíblemente, muchos italianos todavía piensan que todos los otros italianos son católicos. ¡Ja!
La Biblia enseña que la mujer introdujo al mundo el pecado y la muerte, que precipitó la caída de la especie, que fue llevada ante el sitial de juicio en el Cielo, juzgada, condenada y sentenciada. El matrimonio debía ser para ella una condición de sujeción, la maternidad un período de sufrimiento y angustia, y en silencio y sometimiento debía jugar un rol de dependiente de la riqueza del hombre para todos sus deseos materiales, y para toda la información que pudiera desear sobre las cuestiones vitales del momento, le fue ordenado que le preguntara a su esposo en el hogar.Y peor aún, sobre la mujer que defiende la religión que la oprime:
Tan pervertido está el elemento religioso de su naturaleza, que con fe y obras es el principal soporte de la iglesia y el clero: los mismos poderes que hacen su emancipación imposible.Muchísimas mujeres negarían que este manifiesto de E. C. S. tenga validez hoy en día. Sin embargo, aunque los sacerdotes ya no griten estos juicios desde el púlpito, la tradición que formaron sigue transmitiéndose silenciosamente y propagándose de modos más insidiosos. El Día de la Mujer no es un festejo (no es para dar un feliz día, en otras palabras) sino una reivindicación y una advertencia para que (hombres y mujeres) sigamos luchando.
En lo más profundo de nuestro ser – ésta es una afirmación compartida por todos, incluso los que se declaran no creyentes-llevamos la necesidad de la trascendencia, es decir, que nuestra existencia está marcada por la relación con un ser que nos sobrepasa, del cual venimos y hacia el cual vamos.Creo que es algo presuntuoso de parte de cualquier persona afirmar de entrada que tal o cual cosa es “una afirmación compartida por todos”. A poca gente le gusta —imagino— que le atribuyan sobre un tema importante un pensamiento que nunca ha manifestado.
Las religiones, en sus diversas formas históricas, han tratado de encontrar los caminos concretos y correctos para que el ser humano logre esa relación con el ser trascendente y obtenga de allí la luz y la fuerza necesaria para dar sentido a toda su existencia. Si esto es así, la dimensión religiosa es constitutiva del ser humano. Y, aun en el caso de declararse ateo o irreligioso, la persona no podrá no plantearse esa cuestión de fondo.Es ingenuo o engañoso hablar de las religiones como si fueran sistemas abstractos de creencias o de ética. Ninguna religión que conozcamos hoy ha sido jamás creada y practicada en soledad o en una sociedad perfectamente anárquica, igualitaria y libre. Ninguna religión ha producido jamás una forma de vida en la cual los seres humanos se dediquen como norma a seguir caminos a la trascendencia. Las religiones son sistemas complejos cuyo elemento más visible son las relaciones de poder que imponen a la sociedad. Los místicos y los buscadores de lo trascendente son una minoría absoluta, generalmente considerada extraña y peligrosa por los líderes religiosos, por ser potencialmente subversivos.
Por lo tanto, si la educación escolar busca acompañar a la persona en el pleno desarrollo de sus potencialidades, debe tener en cuenta esta dimensión religiosa esencial del ser humano, para que éste logre un desarrollo pleno y esté en condiciones de integrarse a la sociedad aportando lo mejor de sí mismo.La implicación es que la persona no puede desarrollarse completamente como tal si la escuela no le provee educación religiosa, es decir, educación sobre cómo llegar a Dios. Aquí hay dos cosas debatibles: la primera, que sea parte del rol de la escuela ayudar a la trascendencia de los niños, y la segunda, que el niño realmente necesite que le hablen de religión para llegar a esa trascendencia. Pienso que la educación debería incluir valores que impulsen a los niños a ver más allá de lo inmediato y de su beneficio personal, para evitar en lo posible formar a pequeños psicópatas, pero debería hacerse de la forma menos ideologizada posible, y desde luego no requiere una clase de religión. Por no hablar de una clase de catecismo católico, en la cual es mucho más probable que los chicos aprendan a repetir oraciones como loros o las historias pasteurizadas de las biblias infantiles, cuando no a dibujar pesebres o cristos sobre burros.
Inmediatamente, sin embargo, hay que precisar. La educación religiosa escolar no puede pretender llevar a la persona a adoptar una determinada religión sino que debe reducirse a presentar al alumno los elementos indispensables para que éste pueda tener una ilustración completa acerca del hecho religioso y a plantearse personalmente su realidad en este campo.Por aquí vamos bien; no me gusta mucho lo de “plantearse personalmente su realidad en este campo” (porque el chico no necesita que la maestra le diga que debe elegir una religión para ser un buen chico); pero Galván hábilmente lo concatena con una historia católica de Salta que lleva hasta al menos astuto a concluir que evidentemente la “ilustración completa del hecho religioso”, en una provincia tan devotamente católica como Salta, debería dedicarle tiempo casi exclusivo a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana y sólo si alcanza dejarle un pequeño espacio a esas otras religiones minoritarias extrañas a nuestro genio telúrico.
La encuesta reafirma la condición creyente de la Sociedad Argentina: 9 de cada 10 entrevistados creen en Dios, siendo el Noroeste Argentino con el 98,4% la región más creyente. Además, debe tenerse en cuenta que la trascendentes Festividad del Señor y de la Virgen del Milagro convierten a Salta en el centro de la expresión más cristológica y cristocéntrica de[l] pueblo argentino…En Salta los alumnos de las escuelas públicas no sólo tienen catecismo sino que son obligados a rezar y a asistir a procesiones y actos durante feriados religiosos, cosas que el dictamen judicial prohíbe y que la Iglesia desea mantener. Argumentar que los niños que no lo deseen pueden ser eximidos de estas actividades es hipócrita; los niños no pueden decidir y existe una presión implícita y explícita de los pares y de las mismas autoridades educativas para que conformen con el sistema. Además, el ritual religioso no tiene nada que ver con la enseñanza de valores morales. Ningún niño necesita peregrinar detrás de una imagen de yeso vestida para adquirir valores. Ningún niño necesita saberse de memoria el Padre Nuestro para desprenderse del egoísmo o para aprender a amar al prójimo.