jueves, 23 de septiembre de 2010

Con el crucifijo a otra parte (A204)

Carmen Argibay
En Argentina tenemos la fortuna, desde 2005, de contar con Carmen Argibay como jueza de la Corte Suprema de Justicia. Después de más de una década de gobierno conservador, Argibay fue la pesadilla de más de uno: mujer (la primera nominada a la Corte en la historia del país), partidaria de los derechos reproductivos, atea confesa y militante, y lo suficientemente inteligente como para no dejar a sus detractores ningún flanco por donde poder atacarla honestamente (lo que no les ha impedido atacarla como ellos saben, claro).

Argibay ha mantenido un perfil bajo, por lo cual se armó un gran revuelo cuando, ante preguntas insistentes de los periodistas, soltó la bomba: hay que sacar los crucifijos de las salas de audiencias de los tribunales, dijo, porque los símbolos religiosos condicionan y porque Argentina es un estado laico.

Las reacciones de parte de los creyentes fueron dispares: un sacerdote católico se manifestó en desacuerdo, un rabino aprobó; el presidente del Consejo de la Magistratura, Luis María Cabral, dijo que evitar los símbolos religiosos en los lugares públicos del Poder Judicial “sería conveniente”. Otros funcionarios y académicos estuvieron más o menos de acuerdo. Un camarista, Mario Fera, dijo que para él el crucifijo no es discriminatorio pero está “dispuesto a dialogar”, y otro, Pablo Gallegos Fedriani, dijo que, como el artículo 2º de la Constitución dice que el estado sostiene a la religión católica, sería “inconstitucional” quitar los crucifijos (!) pero si ofendiera a alguien, él lo haría (!!).

En Mendoza, donde la ONG “20 de septiembre” había planteado el tema hacía tiempo (consiguiendo apoyo de un sacerdote, pero no respuesta del gobierno), se armó una interesante mesa de debate con la presencia de un sheij sufí, un pastor bautista y un profesor de Derecho. El pastor apoyaba la idea de mantener la laicidad del espacio público. El sheij opinó que no deben quitarse los símbolos religiosos porque toda imagen de esa clase “representa el bien, cualquiera sea la religión de donde provenga” (uno quisiera haber estado allí para desafiar al sheij a proponer esta peregrina idea a otro tipo de audiencia, más devota y menos tolerante, como el ayatolá Jamenei o un grupo de talibanes). El profesor dijo que Argentina es un país aconfesional y aprovechó para criticar duramente a la ley de “libertad religiosapropuesta por la diputada fundamentalista evangélica Cynthia Hotton.

Esta bola de nieve recién se echó a rodar, así que seguiremos atentos y veremos qué ocurre en los próximos días.

1 comentario:

  1. Luego de la aprobación del matrimonio gay, quedan varias cosas sobre la cuestión del estado laico. Los simbolos son parte de esto, sin embargo no se si Argentina como Estado financia las religiones y que hay de esto en la ley de "Libertad religiosa", propuesta por la diputada arriba mencionada. El problema del aborto no es ajeno a esto, así como la promoción de educación sexual y la educación laica.

    El Estado tiene grandes desafíos en estos temas. No se puede mirar como la religión quiere que se mire y menos cuando sus posturas son contrarias a la libertad y la necesidad común. Un tema serio en cuanto a laicidad, en un país como Argentina o cualquier país latinoamericano, que sufre altas tasas de embarazo adolescente y tiene crecientes costos para tratamientos de VIH, es la gratuidad de preservativos a para las personas de escasos recursos. Esto es algo que ya deben empezar a pensar varios países de la región como Nicaragua o Colombia que tienen las tasas más altas de embarazo adolescente. ¿Dejaremos ahora que la religión le siga diciendo al Estado qué hacer?

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