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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Día de la Blasfemia

Hoy, 30 de septiembre, es el Día Internacional de la Blasfemia. Organizado por www.BlasphemyDay.com, es una jornada mundial para recordar la necesidad de someter las creencias religiosas a la misma crítica que cualquier otro tipo de pensamiento o ideología, sin restricciones legales y sin temor a persecución.

La fecha fue elegida por ser el aniversario de la publicación de las caricaturas que mostraban el rostro del profeta Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten. Al igual que lo ocurrido con Los versos satánicos, de Salman Rushdie, fanáticos musulmanes en todo el mundo se levantaron violentamente contra lo que consideraban un ataque a su religión, causando disturbios y muertes, y la respuesta de la mayoría de los líderes religiosos y seculares fue justificarlos, o criticar sólo los actos más extremos. (Las dos religiones más grandes del mundo, a fin de cuentas, coinciden en su defensa cerrada de la censura.)

En la mayoría (sino todos) de los países musulmanes, así como en varios países de mayoría cristiana, existen hoy en día leyes contra la blasfemia, a veces nunca invocadas, otras utilizadas con asiduidad y brutalidad. Irlanda se unió a este triste club recientemente, y en Argentina hay en estudio una “ley de libertad religiosa” que penaliza específicamente las agresiones verbales contra ministros religiosos, dándoles así un status privilegiado a las expresiones de fe, que no tiene ningún otro tipo de discurso público.

En general, e incluso sin leyes de este tipo, en toda América Latina existe un tabú social tan grande contra la blasfemia, que la gente común considera impensable criticar la religión mayoritaria: se tolera cierto grado de anticlericalismo o algún ataque a la Iglesia Católica como estructura y organización, pero la discusión desapasionada, la burla hacia los dogmas y el uso de imágenes y palabras “sagradas” para fines profanos es descalificada como “irrespetuosa”. La religión, en efecto, se ha constituido en su propio ídolo.

(La imagen que ilustra este artículo es un fragmento de una obra de JAM Montoya. Algunos lo considerarán un simple provocador con buena técnica, otros un artista de la imagen erótica. Ambas opiniones son admisibles, materia de gustos estéticos e inclinaciones personales. Lo que no debería ser admisible es la supresión de las opiniones consideradas blasfemas, que es lo que siempre piden los fanáticos. Nada hay en la imagen que cause daño o que incite a la violencia.)

5 comentarios:

  1. MENSAJE A UN MISIONERO DE FACEBOOK

    MUERA EL PADRE
    MUERA EL HIJO
    MUERA EL ESPÍRITU SANTO
    EL AZAR Y LA NECESIDAD HAN CREADO EL MUNDO…

    Molesta ¿cierto?
    No tengo ninguna necesidad de que compartas mis creencias, que tampoco son esas que puse arriba. Esas me las guardo para mí, debido aque no tengo ninguna necesidad que nadie las comparta. Me da lo mismo lo que creas, lo que profeses y lo que pienses. Tú eres libre de orar a un trozo de estiercol si quieres y a mí no me molesta. No trates de convertirme a mí porque no se puede, no trates de convertir a la gente mi grupo porque no te cree. Somos los excluidos por tu “santo” padre, los que no creemos, los depravados, los gay, los transexuales o los que simplemente estamos aburridos de escuchar a obispos. Somos las mujeres que no queremos morir de sobreparto, los divorciados, los excomulgados y todos los leprosos morales condenados por tu Iglesia. Somos esencialmente malos y no podemos cambiar eso porque es lo que somos. Jamás nos invitarías a tu casa, no irías con nosotros ni a misa, pero nosotros no vamos a misa NUNCA. No te juntes con nosotros, no dejes que tus hijos jueguen con nuestros hijos… no nos jodas y te dejaremos en paz. Si tu dios es omnipotente ¿por qué necesita tu ayuda?

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  2. Dios no esta aqui. que cretino es, el lo prometio donde hay dos o tres!!!!!!

    Feliz día internacional de la blasfemia.
    Yo no tampoco rezare delante de una idea innecesaria y tan pobre como lo es la idea de Dios.!!!!!!!

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  3. Supongo que, en justa reciprocidad, no os importará que me cague e vuestra puta madre.

    ¡OKa!

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  4. Francisco, a mí no me importa porque un simple insulto escrito no puede hacer daño. Tengo más derecho a ofenderme, si fuera el caso, porque mi madre existe, mientras que el objeto de la blasfemia no.

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