miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cerdos y creyentes

“Según muchas autoridades de la Antigüedad, la actitud de los primeros semitas hacia el cerdo era tanto de veneración como de repugnancia. Comer carne de cerdo se consideraba algo especial, incluso un privilegio con ciertos rasgos rituales. (Esta demencial confusión de lo sagrado y lo profano puede encontrarse en todos los cultos y en todas las épocas.) La atracción y repulsión simultáneas procedían de una raíz antropomórfica: el aspecto del cerdo, su sabor, sus chillidos agónicos y su evidente inteligencia recordaban demasiado desagradablemente al ser humano. La porcofobia y la porcofilia se originaron tal vez en la noche de los tiempos de los sacrificios humanos e incluso del canibalismo, del que los textos «sagrados» suelen hacer algo más que una insinuación. Nada que sea optativo, desde la homosexualidad hasta el adulterio, se castiga jamás a menos que quienes lo prohiben (y exigen castigos furibundos) sientan un deseo reprimido de participar.” 
— Christopher Hitchens, Dios no es bueno, cap. 4, “Breve digresión sobre el cerdo, o por qué el cielo detesta el jamón”.

3 comentarios:

  1. Hola. Como no he leído el libro de Hitchens acá citado, y tal vez esté interpretando mal el texto, quisiera preguntar: la última oración, ¿significa que Hitchens cree que la homosexualidad es una elección? 
    Saludos.

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  2. Andrea: Lo dudo. No he escuchado un pronunciamiento de Hitchens sobre ese tema pero recuerdo claramente un debate donde denunciaba a la Iglesia Católica por tratar mal a los homosexuales poniendo como ejemplo a su amigo el famoso comediante Stephen Fry, que es gay; Hitchens decía que "la Iglesia lo llama inmoral por ser lo que es" (y no "por haber elegido practicar su sexualidad a su manera" o algo similar). Imagino que quiso decir "el comportamiento homosexual", que de hecho sí es una elección (se puede ser homosexual y fingir ser heterosexual, o reprimirse, que es lo que la Iglesia de hecho aconseja). 

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  3. Marvin Harris también plantea esa tesis en su obra "Vacas, cerdos, guerras y brujas". Sobre la prohibición de consumir carne de cerdo que rige en el judaísmo dice:
    "Como sucede con el tabú que prohíbe comer carne de vaca, cuanto mayor es la
    tentación, mayor es la necesidad de una prohibición divina. Generalmente se
    acepta esta relación como adecuada para explicar por qué los dioses están
    siempre tan interesados en combatir tentaciones sexuales tales como el incesto
    y el adulterio. Aquí lo aplico simplemente a un artículo alimenticio tentador.
    El oriente Medio es un lugar inadecuado para criar cerdos, pero su carne
    constituye un placer suculento. La gente siempre encuentra difícil resistir por
    sí sola a estas tentaciones. Por eso se oyó decir a Yahvé que tanto comer el
    cerdo como tocarlo era fuente de impureza. Se oyó repetir a Alá el mismo
    mensaje y por la misma razón: tratar de criar cerdos en cantidades importantes
    era una mala adaptación ecológica. Una producción a escala pequeña sólo
    aumentaría la tentación. Por consiguiente, era mejor prohibir totalmente el
    consumo de carne de cerdo, y centrarse en la cría de cabras, ovejas y ganado
    vacuno. Los cerdos eran sabrosos, pero resultaba demasiado costoso
    alimentarlos y refrigerarlos."

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