viernes, 30 de marzo de 2012

Podcast, ep. 21: censura a la cienciología en Rusia


En esta edición del podcast de Alerta Religión: la justicia de Rusia prohíbe los libros de la cienciología de Ron Hubbard por considerarlos peligrosos para la salud y la economía de las personas. ¿Está bien tolerar la censura de ciertas ideas peligrosas? ¿En manos de quién queremos dejar este juicio? ¿Cómo analizar las ideas de otras personas si no podemos acceder a ellas?

lunes, 26 de marzo de 2012

Educación sexual católica (parte 1)

El gobierno argentino encargó y distribuyó hace un tiempo un cuadernillo de educación sexual destinado a padres (Educación Sexual Integral. Para charlar en familia. Ministerio de Educación, 2011). La Iglesia Católica descalificó este texto de diversas maneras y lanzó a su vez una revista (Educación Integral de la Sexualidad. Orientaciones para padres) a través del CONSUDEC (Consejo Superior de Educación Católica) que se distribuyó en las escuelas confesionales.

La Ley de Educación Sexual Integral argentina (Ley 26150) obliga a los estados provinciales a brindar contenidos pero no los estipula. Por presión de sectores conservadores se incluyó en ella una cláusula tramposa:
Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros.
Esta cláusula, traducida al lenguaje de la realidad argentina, significa que cada provincia puede decidir —por ejemplo— que no hace falta enfatizarle a los alumnos que la homosexualidad existe y es normal, o explicarles que la masturbación es válida como búsqueda de placer o autoexploración, dado que en su “realidad sociocultural” esos interrogantes supuestamente no se plantean (en Irán no hay homosexuales, decía el presidente Ahmadinejad, así que no se plantea hablar de sus derechos…); lo de respetar “su ideario institucional” otorga permiso a las escuelas confesionales a no brindar contenidos que colisionen contra los dogmas y doctrinas de sus religiones. Estos y otros puntos han significado que la ley sea implementada poco y mal, si acaso, en gran parte del país.

Un lector interesado en el tema, al cual le tengo que agradecer, me hizo llegar hace poco un análisis propio de la revista del CONSUDEC, y luego un escaneo de la revista completa, que no se consigue fácilmente (salvo que uno tenga un conocido docente en una escuela católica). Me puse a leer ese material y escribí lo que en los próximos días voy a presentarles.

La revista del CONSUDEC tiene 48 páginas a todo color, con ilustraciones y muchos recuadros y apartes. La fecha de publicación es octubre de 2011. Los autores son nueve, siete de ellos mujeres, todas menos una (a juzgar por los apellidos) casadas. Se puede leer online o bajar en formato PDF (23.3 MB) desde Scribd (hay que registrarse para bajarla): Revista Educación Integral de la Sexualidad. Para comparación, el cuadernillo publicado por el Ministerio de Educación está disponible también: Revista Educación Sexual Integral, Para Charlar en Familia (PDF, 6 MB).

En los próximos artículos iré comentando los puntos salientes de la publicación católica. Lo haré en varias partes porque la crítica es muy extensa y no quiero dar lugar a malentendidos. No se puede descartar todo lo que dice la revista del CONSUDEC, pero su enfoque es tan sesgado que no queda mucho de valor una vez hecha la limpieza.

sábado, 24 de marzo de 2012

Obviamente es el demonio

“Hay personas que muestran unos signos, que a cualquier persona que tenga sentido común le van a indicar que hay una presencia maléfica. Aunque uno no crea en el espíritu de forma directa, se percibe que la causalidad más razonable sería la de un espíritu maligno. Por supuesto que para los no creyentes o para aquellos que son ateos militantes esto queda descartado; entonces se le tiene que explicar todo por razones meramente de este mundo.”
— José Antonio Fortea, sacerdote, exorcista y teólogo católico  

viernes, 23 de marzo de 2012

Podcast, ep. 20: Salta, Buenos Aires, el Código Civil y la Corte Suprema


En esta edición del podcast de Alerta Religión: un juez en Salta ordena que no se indoctrine más a los alumnos de las escuelas públicas; un reglamento en Buenos Aires ordena que se quiten los símbolos religiosos de las escuelas públicas; la presidenta anuncia un proyecto de cambio en el Código Civil; la Corte Suprema dictamina que no es punible ni necesita autorización judicial un aborto en caso de embarazo por violación; jerarcas religiosos y guardianes de la fe protestan profusamente y el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey promete desobedecer.*

*Postdata: A última hora, Urtubey aceptó el aborto no punible pero desvirtuando totalmente el fallo de la Corte. Lo único bueno que se puede decir de él es que es un hipócrita y no un fanático.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Protección de la familia

La marcha del otro día anticipando el Día del Niño por Nacer (y Contra las Mujeres), que comenté, tenía entre sus objetivos promocionar el lanzamiento de un “proyecto de ley para la protección integral de la familia”. La Constitución Argentina (art. 39) da a los ciudadanos el derecho a presentar proyectos como iniciativa popular, que el parlamento deberá tratar. El proyecto de los activistas antiderechos fue presentado por la Red Federal de Familias y avalado por el Defensor del Pueblo en 2010. El texto del mismo está disponible en el sitio web de propaganda antiabortista NotiVida.

En la marcha del sábado 17 se repartían hojas impresas con un resumen del proyecto (lo cual agradezco porque me ahorra ese trabajo). A continuación transcribo algunos extractos, con mis comentarios.
Reconocimiento de la familia como sociedad natural y primaria, fundada en el matrimonio, entendido como unión estable de entre un varón y una mujer.
Por este medio se transforma “reconocer” (descripción) en “obligar” (prescripción). Las familias formadas por parejas no casadas, por matrimonios del mismo sexo o por posibles contratos de convivencia tácitos o explícitos entre grupos de personas cualesquiera quedan excluidas. Esto es lo mismo que pedir que el canon católico se haga ley. El Estado, así, sólo “reconocería” como “natural” una acepción limitada de familia. (Los anarquistas y antiestatistas podrán decirme que el Estado no tiene por qué meterse a reconocer nada, y tienen razón en principio, pero no en la coyuntura actual ni a mediano plazo.)
Política de igualdad de los miembros de las familias [que] sea real y efectiva en el acceso y disfrute de los bienes económicos, sociales y culturales.
Esto suena muy bien, pero a la luz de elementos que siguen y otros que no se mencionan, pero que sabemos que están ahí, encierra una trampa. Los organismos “pro-vida” no desean mujeres liberadas, sino mujeres que hagan de la maternidad su opción primordial de vida. La “igualdad” que buscan implica que las mujeres puedan comportarse como deben y también hacer otras cosas. Para que haya “igualdad” mientras que al mismo tiempo se mantienen los roles tradicionales de la mujer, el Estado debería prestarle ayuda a las mujeres para que puedan a la vez tener muchos hijos, atender a su marido, tener en orden la casa y trabajar. Se puede debatir si eso está bien o mal; yo considero que se trata de una política pro-natalista, paternalista, patriarcal y errada.
Concepto de familia numerosa y de familia numerosa especial en función del número de sus integrantes, siendo mayores los beneficios otorgados a estas últimas (…) prioridad en el empleo público y privado y su conservación, exenciones y beneficios arancelarios (…), derechos preferentes para la adquisición, construcción y refacción de viviendas (…).
Y esto ya es una política pro-natalista en toda regla, determinando que los ciudadanos sin hijos o que desean tener pocos hijos queden automáticamente en desventaja. Recordemos además que la familia, numerosa o no, requiere para esta gente un matrimonio entre hombre y mujer: las otras familias numerosas —una pareja de lesbianas que han adoptado a siete huérfanos, por caso— no recibirían estos beneficios.
Protección integral de la mujer embarazada y de los derechos de los niños por nacer. Dignidad de la mujer. Reconocimiento de la maternidad como bien social y personal. Atención especial de la mujer en particular en caso de embarazo conflictivo o de riesgo. Establecimiento de Centros de Asistencia a la Mujer Embarazada.
¿Qué es todo este amor hacia a la mujer? La mujer embarazada y su “niño por nacer” están a la misma altura. La dignidad de la mujer embarazada pasa por la maternidad, que es un bien para toda la sociedad (las mujeres que eligen no embarazarse o que interrumpen su embarazo son, por tanto, un mal, o al menos una desgracia o una rémora para la sociedad). La ideología “pro-vida” no plantea opciones para la mujer embarazada: debe llevar a término su gestación, para lo cual se le dará “asistencia” si su embarazo es “conflictivo” o de riesgo. En las instituciones católicas que ya se dedican a esto, y que si se aprobara este proyecto pagaríamos entre todos con dinero estatal, la susodicha asistencia consiste en manipulación psicológica para disuadir a la madre de abortar, utilizando por ejemplo el miedo al “síndrome post-aborto”, una condición patológica inexistente (las mujeres que abortan tienen reacciones psicológicas diversas; no hay un conjunto habitual de síntomas asociado al aborto). Para los “pro-vida” no son concebibles los embarazos no deseados: sólo hay un conflicto entre el natural instinto de la mujer de cumplir su rol de madre y los obstáculos que la sociedad actual (materialista, hedonista, anti-vida) le pone en su camino. Es de esperar que en los Centros de Asistencia también le dirían a las mujeres embarazadas que den a sus hijos en adopción: una opción traumática y que no garantiza en absoluto el futuro del niño. (Legisladores “pro-vida” han propuesto mejorar la ley de adopción argentina, cuya burocracia prolonga los trámites innecesariamente; una mejora deseable, pero por razones con las que no podemos estar de acuerdo.)
Asignaciones especiales para casos de embarazos provenientes de delitos contra la libertad sexual y menores embarazadas en situación de riesgo.
Darle dinero a las mujeres para que continúen con su embarazo, incluso aunque sean menores violadas, incluso aunque corran riesgo de vida. (Entre un feto y una persona ya nacida, los “pro-vida” siempre eligen al feto, con la siguiente lógica: dado que ambos son personas, si uno debe salvarse y el otro morir, hay que elegir al que no puede hacer nada para defenderse, es decir, el no nacido. Aunque no se enfatiza el asunto, la política “pro-vida” en caso de peligro de vida para la madre es dejar morir a la madre.)
Derogación de la ley 26.618, llamada de matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ésta es la frutilla en el nauseabundo postre que nos ha preparado el conservadurismo religioso “pro-vida”. No tiene nada que ver con las mujeres ni con la maternidad ni con el aborto, pero les duele: les dolió mucho cuando, a pesar de toda la propaganda de odio, de las presiones episcopales, de legisladores ignorantes hablando por Dios en vez de por el pueblo, de la desinformación diaria y a gritos vinculando la homosexualidad al suicidio o a la pederastia, de las solicitadas en los diarios, de las marchas de alumnos de las escuelas confesionales con pancartas anti-gays, del aliento incesante a la homofobia desde púlpitos católicos y tribunas de pastores evangélicos, el parlamento aprobó la modificación del Código Civil que permitió a los homosexuales casarse con sus parejas, una fría noche de julio de 2010.

Este remate demuestra (como si hiciera falta) que en realidad nunca se trató de las mujeres ni de los niños. Se trata de reglamentar la sexualidad y las formas de la convivencia: controlar, nada menos, a quién podemos amar y con quién podemos elegir formar una familia. El proyecto “pro-vida” es el de un país exclusivo y opresivo.

lunes, 19 de marzo de 2012

Día del Niño por Nacer (y Contra la Mujer)

Este sábado 17 de marzo, en Rosario (Argentina), organizaciones que luchan contra los derechos reproductivos de las mujeres (autotituladas “pro-vida”) realizaron una marcha y un acto en el centro de la ciudad para presentar un proyecto de ley “para la protección integral de la familia”, entre otras cosas. Confieso que no estaba enterado, pero por una feliz coincidencia me encontraba cerca en el momento apropiado y con una cámara de fotos en el bolsillo, así que fui a ver de qué iba la cosa.

La marcha era en preparación del Día del Niño por Nacer, que cae el 25 de marzo, para los cristianos fiesta de la Anunciación (el día en que el arcángel Gabriel se le apareció a la Virgen María para avisarle que estaba embarazada de Dios Padre). En Argentina esta fecha fue creada oficialmente por el ex-presidente Carlos Menem con el objetivo de congraciarse con el Papa Juan Pablo II en momentos en que su gobierno se afanaba en enviar a millones de personas al desempleo y la pobreza.

Cada año los grupos que luchan contra el derecho al aborto se manifiestan cerca de esta fecha. La mayoría son católicos, muchas veces jóvenes o adolescentes reclutados a través de grupos parroquiales u organizaciones eclesiales varias; este año la novedad fue la aparición de PorVenir, una ONG que se declara aconfesional. Si tiene algún sentido aquello de “Dime con quién andas y te diré quién eres”, es difícil creerles. En los eslóganes de la marcha Dios y sus aláteres estaban conspicuamente ausentes, pero las camisetas, banderas, pancartas y globos más visibles eran del Partido Demócrata Cristiano, el Movimiento Evangelio de Caná y la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (FASTA). Había un poster de la Defensoría del Niño por Nacer, institución que también se proclama aconfesional, y en el escenario montado al final de la marcha, en la Plaza Pringles, un stand de Red ProVida, de la cual PorVenir forma parte. Nos ofrecieron un volante a todo color, muy bien impreso, de Red Familia Rosario, (los “naranjitas” que hacían campaña contra el matrimonio homosexual), y una invitación a un Via Crucis. Vi también un par de pancartas en apoyo a los “médicos que aman la vida”, que debe referirse a los médicos del servicio de Ginecología del Hospital de Emergencias Dr. Clemente Álvarez, que se niegan a realizar los abortos autorizados por la ley (incluso los necesarios para salvar la vida de la mujer).





(Hay más fotos en el muro de Facebook de Alerta Religión.)

Durante la marcha, los jóvenes coreaban consignas del estilo de “Oooh, soy pro-vida / Es un sentimiento / No puedo paraaar” que uno escucha en la cancha de fútbol y entre los asistentes pagados a los actos políticos. Me impresionaron como felizmente abstraídos de la vida real. No había, creo yo, ni una sola mujer pobre en edad fértil en toda la marcha. No puedo enojarme con estos chicos; como todos a su edad, creen que la verdad es fácil de aprehender y que ellos ya la descubrieron, y están felices de propagarla. Me deprimió apenas ver tanta energía desperdiciada en repetir eslóganes vacíos y en hacerle el caldo gordo a los misóginos de sotana y a los parásitos que se hacen llamar pastores de almas o enviados de Dios. Me consuela pensar que muchos perderán esa confianza infundada eventualmente. Pero entretanto, ¡qué favor le hacen a los que quieren volver a la Edad Media!

En una segunda parte les voy a contar qué se traen entre manos los antiderechos esta vez. Continuará…

miércoles, 14 de marzo de 2012

No a la indoctrinación católica en Salta (parte 4)

Continúan las reacciones al fallo judicial que prohibió la imposición de prácticas religiosas en las escuelas primarias públicas de la provincia de Salta. La agencia de “noticias” católica ACI Prensa titula Exigen respetar derecho a enseñanza católica en escuelas públicas, lo cual si es engañoso por un lado (los que “exigen” son una persona: el Vicario General de la Arquidiócesis de Salta, Dante Bernacki), es también refrescantemente frontal y falto de hipocresía: no es del interés de la Iglesia que los niños reciban instrucción religiosa para ayudarles a tener valores o a buscar la trascendencia o nada de eso, sino específicamente que sean indoctrinados en catolicismo. (La agencia COPENOA se hace eco de las mismas declaraciones de Bernacki.)

El detalle del singular transformado en plural es significativo porque hasta ahora no ha habido manifestaciones públicas de descontento ni grupos de padres organizados para reclamar que sus hijos sean católicamente educados. Eso quizá ocurra pronto, pero por ahora está por verse.

Las razones de Bernacki son hilarantes.
“El juez que realiza el fallo tiene en cuenta los supuestos derechos de una minoría desconociendo los de la mayoría, especialmente los pobres que no pueden tener acceso a colegios confesionales pagos.”
Al hablar de “supuestos derechos” Bernacki muestra que en realidad no cree que la minoría no católica tenga derechos, excepto el de quedarse callada y abstenerse de participar en el culto oficial. La democracia es el gobierno de las mayorías, pero no es un sistema para dar más derechos a las mayorías que a las minorías.

Lo gracioso del asunto es cómo Bernacki asume que tener acceso a un colegio confesional es un derecho. Eso no está dicho en ninguna ley. Los padres sí tienen derecho a que se eduque a sus hijos según sus convicciones (derecho que, creo yo, debería estar acotado en proporción directa a la incapacidad del niño de razonar, filtrar y elegir qué creer o no, puesto que los niños, siendo personas, también tienen un derecho, y de mayor jerarquía, a la libertad de conciencia). Pero los padres no tienen derecho a pedir que las escuelas enseñen religión a costa de todos, de la misma manera que mi derecho a la libre expresión no implica que el estado deba proveerme de una emisora de radio. Si los pobres no pueden acceder a colegios confesionales pagos, la Iglesia debería permitirles cursar sin cobrarles, o cobrándoles una cuota simbólica. El Estado gasta varios miles de millones de pesos cada año de los impuestos de todos los argentinos en subsidiar colegios confesionales, que incluso con esa ayuda suelen cobrar cifras considerables. Y si el colegio no puede acoger a esos alumnos hambrientos de religión, sus padres deberían mandarlos a una iglesia, de las cuales hay en abundancia en Salta, y pedirles que el parásito que allí se aloja comparta con ellos su conocimiento de Dios y de la moral católica, o les contrate un catequista. La sociedad en su conjunto, aun si es mayoritariamente católica, no tiene por qué financiar esa catequesis.

lunes, 12 de marzo de 2012

No a la indoctrinación católica en Salta (parte 3)

Apenas se conoció el dictamen de la justicia provincial prohibiendo las prácticas católicas y el catecismo en las escuelas públicas de Salta comenzaron a aparecer voces (católicas) en contra. Ya desmenucé la justificación del adoctrinamiento que hizo solapadamente el salesiano Fernando Galván. Ahora le toca al sacerdote Carlos Carrasco, cura párroco de la localidad de Rosario de Lerma, que repite los tópicos habituales: el catolicismo es parte de la identidad cultural del pueblo, si no se enseña religión no se enseñan valores, ahora prohibimos rezar en la escuela y después nos prohibirán hacer procesiones, bla bla bla, etcétera.

Resulta difícil determinar si esta gente se cree lo que está diciendo o no, porque es tan transparentemente falaz que a priori uno sólo lo atribuiría a la hipocresía, o a esa forma particular de forzar un tema que en los foros angloparlantes llaman concern trolling: meterse en una discusión fingiendo que uno está sumamente preocupado por los supuestos corolarios de una idea, y que todos deberían detenerse a pensar, por el bien de la sociedad o los niños o los pobres. (Y para poder pensarlo bien hay que dejar todo como está, indefinidamente, ya que el statu quo ha funcionado hasta ahora.) La estrategia de Carrasco en la primera parte de su opinión es ésta. Según él, la discusión actual entre laicidad y confesionalidad es ideológica (dicho esto en tono peyorativo) y coyuntural, y olvida que las tradiciones de un pueblo no pueden abolirse, so pena de destruir la identidad que lo sostiene: “… [C]uando se niega el espíritu del hombre, ahí ya no tenemos cultura, entonces se niega todo valor humano.”

La segunda parte del discurso de Carrasco utiliza la falacia clásica de la “pendiente resbaladiza” en una forma casi de libro de texto:

  • “[A]l paso que seguimos, en poco tiempo vamos a tener que sacar las imágenes depositadas en las grutas de las escuelas del interior…”
  • “¿[Q]ué vamos a hacer con las escuelas que tienen nombre de santo? ¿O qué pasará con las fiestas patronales en nuestros pueblos? Al paso que vamos tampoco se podrán realizar.”
  • “Es preocupante este debate, porque puede terminar en exigencias nada gratas para la educación, por ejemplo, la subvención a los establecimientos católicos que brinda el Estado. Seguro que van a cortar estas ayudas.”

El dictamen judicial, recordemos, no menciona ni los nombres de las escuelas ni el financiamiento educativo ni mucho menos la práctica pública de la religión. Sólo indica que no se puede dar catecismo católico (ni de otra religión) como asignatura en clase en las escuelas públicas ni tampoco obligar a los alumnos a participar en procesiones o en fiestas religiosas. (Cuando digo “obligar” incluyo también a las actividades “optativas” organizadas por la escuela, y que en la práctica son forzadas sobre los alumnos por decisión de los padres y/o presión de los maestros o los directivos. Incluso si los padres pueden negarse, su asentimiento es tácito y constituye un elemento de coacción.) La preocupación de Carrasco es exagerada y él lo sabe. Quizá sí sea tiempo, por otra parte, de sacar de las escuelas, hospitales, tribunales y otros organismos públicos las imágenes sectarias. Y con seguridad es tiempo de pensar si queremos educación pública, laica y gratuita o educación privada, confesional y subsidiada por el Estado. Pero en este caso no se han tocado esos temas.


sábado, 10 de marzo de 2012

“Éste es un país católico”

Reemplácese Italia por Argentina (o casi cualquier otro país latinoamericano) y se entenderá la magnitud del problema que tenemos. Es consuelo de tontos pensar que no sólo nos ocurre a nosotros…
Dios, vivir en Italia es demasiado divertido a veces. Digo, ¿dónde más puede uno conocer gente que dice cosas como “Éste es un país católico” y “Hay que respetar las tradiciones católicas”? Hablamos de gente —podría añadir— que se divorcia y que usa medios de control de la natalidad. (…) Uno intenta señalar que hay muchísimos italianos nativos que no están de acuerdo con tener una religión de estado de facto, y se te quedan mirando. Increíblemente, muchos italianos todavía piensan que todos los otros italianos son católicos. ¡Ja!
—Marc Alan di Martino, Godless in Italy.

jueves, 8 de marzo de 2012

Día de la Mujer

En el Día de la Mujer sería imposible hablar de todo el mal que las grandes religiones le han hecho específicamente a esta mitad del género humano. La han transformado en puerta de entrada del mal en el mundo, tentadora y seductora, bruja, débil de alma; la han puesto siempre última en la jerarquía que baja desde Dios Padre (nunca Madre); la han querido obligar a ser esclava y animal de cría y a elegir sin matices entre ser virgen o madre o ser llamada prostituta. Si quisiera darse una causa subyacente a la mayor parte de la miseria de las mujeres del mundo, sería una u otra de las múltiples religiones que pululan en nuestro planeta, y que son cimientos y puntales de culturas y sociedades donde las mujeres no tienen derecho a educarse ni a participar en el proceso político ni decidir sobre el sexo o la procreación.

Si les preguntamos, todos los líderes religiosos dirán que en su fe las mujeres son privilegiadas y especialmente favorecidas por sus dioses; algunos incluso dirán que su religión es la única que garantiza que el hombre y la mujer sean tratados como iguales en dignidad. Por cada afirmación de este tipo hay una realidad que la contradice y la transforma en una burla. En los países islámicos ser mujer es ser una ciudadana de segunda; en aquellos donde el cristianismo predomina, lo que las leyes (generalmente) ya no dicen, lo impone el peso de la tradición, proveniente de un pasado donde se tomaban como mandatos ciertas partes de las Sagradas Escrituras que hoy los creyentes más liberales prefieren pasar por alto.

Termino esta lista de generalidades con un ejemplo concreto, aprovechando para homenajear a Elizabeth Cady Stanton, que junto con un comité de mujeres feministas escribió y publicó a finales del siglo XIX La Biblia de la mujer. Un par de muestras bastarán:
La Biblia enseña que la mujer introdujo al mundo el pecado y la muerte, que precipitó la caída de la especie, que fue llevada ante el sitial de juicio en el Cielo, juzgada, condenada y sentenciada. El matrimonio debía ser para ella una condición de sujeción, la maternidad un período de sufrimiento y angustia, y en silencio y sometimiento debía jugar un rol de dependiente de la riqueza del hombre para todos sus deseos materiales, y para toda la información que pudiera desear sobre las cuestiones vitales del momento, le fue ordenado que le preguntara a su esposo en el hogar.
Y peor aún, sobre la mujer que defiende la religión que la oprime:
Tan pervertido está el elemento religioso de su naturaleza, que con fe y obras es el principal soporte de la iglesia y el clero: los mismos poderes que hacen su emancipación imposible.
Muchísimas mujeres negarían que este manifiesto de E. C. S. tenga validez hoy en día. Sin embargo, aunque los sacerdotes ya no griten estos juicios desde el púlpito, la tradición que formaron sigue transmitiéndose silenciosamente y propagándose de modos más insidiosos. El Día de la Mujer no es un festejo (no es para dar un feliz día, en otras palabras) sino una reivindicación y una advertencia para que (hombres y mujeres) sigamos luchando.

martes, 6 de marzo de 2012

No a la indoctrinación católica en Salta (parte 2)

En mi post anterior hablé de la indoctrinación en religión católica que se realiza en las escuelas públicas de Salta y de cómo un grupo de madres logró que un juez ordenara su reemplazo por una verdadera educación en temas de religión, aunque no su eliminación. Les dije que era sólo para darle un contexto a la justificación de la imposición del catolicismo en Salta que hace Fernando Galván en el Diario de la Sierra.


La justificación es larga, pero no hace falta leerla completa; la mayor parte (del sexto párrafo en adelante) se refiere a la historia de la ciudad capital de Salta y el desarrollo de su sistema educativo y las leyes que lo rigen, mientras que el final trata de las conclusiones del estudio del CONICET sobre creencias y actitudes religiosas. Ambos temas son interesantes y el segundo en particular puede dar cierto apoyo a la justificación de la educación religiosa en la escuela pública, pero aquí me voy a centrar en el primer argumento de Galván.
En lo más profundo de nuestro ser – ésta es una afirmación compartida por todos, incluso los que se declaran no creyentes-llevamos la necesidad de la trascendencia, es decir, que nuestra existencia está marcada por la relación con un ser que nos sobrepasa, del cual venimos y hacia el cual vamos.
Creo que es algo presuntuoso de parte de cualquier persona afirmar de entrada que tal o cual cosa es “una afirmación compartida por todos”. A poca gente le gusta —imagino— que le atribuyan sobre un tema importante un pensamiento que nunca ha manifestado.

“Trascendencia” es un término tan amplio que su abuso es inevitable. Confieso no haber leído a Erich Fromm, que escribió sobre el significado de la trascendencia en ¿Tener o ser?. Mis escasos conocimientos y mi humilde meditación personal me indican, no obstante, que trascender no consiste (necesariamente) en encontrar a “un ser que nos sobrepasa” sino que implica “ir más allá del ego absorto para liberarnos de la prisión del egotismo en nuestra relación con la realidad” (Fromm). Ir más allá del ego: dedicar la vida propia a crear, a experimentar el mundo, a compartir ideas enriquecedoras; criar hijos, escribir un libro, plantar un árbol, enseñar, construir; en suma, no ser un mero animal humano, sólo preocupado por la satisfacción de sus intereses materiales y sus deseos de corto plazo, sino abierto a dar y dejar algo bueno en el mundo, trabajando por algo más duradero que uno mismo. (Aclaro que yo no pienso que este ideal sea “una afirmación compartida por todos”.)

La religión con la que la mayoría de nosotros crecimos no es una enseñanza para la trascendencia sino todo lo contrario: una mala educación que paradójica e hipócritamente refuerza el ego a la vez que trata de destruirlo. Dios nos ama y creó el mundo para nuestro beneficio, pero a la vez no somos más que criaturas caídas, fallidas, imperfectas, que no tienen valor sino a través de los ojos de Dios, como producto de Dios. (Que somos imperfectos es claro, pero a la vez trivial: sólo podemos lamentarnos de nuestra imperfección si creemos que pudimos alguna vez disfrutar la perfección y la perdimos. Vale decir, si creemos en el Edén, la Caída y la Redención.) Sigue diciendo Galván:
Las religiones, en sus diversas formas históricas, han tratado de encontrar los caminos concretos y correctos para que el ser humano logre esa relación con el ser trascendente y obtenga de allí la luz y la fuerza necesaria para dar sentido a toda su existencia. Si esto es así, la dimensión religiosa es constitutiva del ser humano. Y, aun en el caso de declararse ateo o irreligioso, la persona no podrá no plantearse esa cuestión de fondo.
Es ingenuo o engañoso hablar de las religiones como si fueran sistemas abstractos de creencias o de ética. Ninguna religión que conozcamos hoy ha sido jamás creada y practicada en soledad o en una sociedad perfectamente anárquica, igualitaria y libre. Ninguna religión ha producido jamás una forma de vida en la cual los seres humanos se dediquen como norma a seguir caminos a la trascendencia. Las religiones son sistemas complejos cuyo elemento más visible son las relaciones de poder que imponen a la sociedad. Los místicos y los buscadores de lo trascendente son una minoría absoluta, generalmente considerada extraña y peligrosa por los líderes religiosos, por ser potencialmente subversivos.
Por lo tanto, si la educación escolar busca acompañar a la persona en el pleno desarrollo de sus potencialidades, debe tener en cuenta esta dimensión religiosa esencial del ser humano, para que éste logre un desarrollo pleno y esté en condiciones de integrarse a la sociedad aportando lo mejor de sí mismo.
La implicación es que la persona no puede desarrollarse completamente como tal si la escuela no le provee educación religiosa, es decir, educación sobre cómo llegar a Dios. Aquí hay dos cosas debatibles: la primera, que sea parte del rol de la escuela ayudar a la trascendencia de los niños, y la segunda, que el niño realmente necesite que le hablen de religión para llegar a esa trascendencia. Pienso que la educación debería incluir valores que impulsen a los niños a ver más allá de lo inmediato y de su beneficio personal, para evitar en lo posible formar a pequeños psicópatas, pero debería hacerse de la forma menos ideologizada posible, y desde luego no requiere una clase de religión. Por no hablar de una clase de catecismo católico, en la cual es mucho más probable que los chicos aprendan a repetir oraciones como loros o las historias pasteurizadas de las biblias infantiles, cuando no a dibujar pesebres o cristos sobre burros.
Inmediatamente, sin embargo, hay que precisar. La educación religiosa escolar no puede pretender llevar a la persona a adoptar una determinada religión sino que debe reducirse a presentar al alumno los elementos indispensables para que éste pueda tener una ilustración completa acerca del hecho religioso y a plantearse personalmente su realidad en este campo.
Por aquí vamos bien; no me gusta mucho lo de “plantearse personalmente su realidad en este campo” (porque el chico no necesita que la maestra le diga que debe elegir una religión para ser un buen chico); pero Galván hábilmente lo concatena con una historia católica de Salta que lleva hasta al menos astuto a concluir que evidentemente la “ilustración completa del hecho religioso”, en una provincia tan devotamente católica como Salta, debería dedicarle tiempo casi exclusivo a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana y sólo si alcanza dejarle un pequeño espacio a esas otras religiones minoritarias extrañas a nuestro genio telúrico.
La encuesta reafirma la condición creyente de la Sociedad Argentina: 9 de cada 10 entrevistados creen en Dios, siendo el Noroeste Argentino con el 98,4% la región más creyente. Además, debe tenerse en cuenta que la trascendentes Festividad del Señor y de la Virgen del Milagro convierten a Salta en el centro de la expresión más cristológica y cristocéntrica de[l] pueblo argentino…
En Salta los alumnos de las escuelas públicas no sólo tienen catecismo sino que son obligados a rezar y a asistir a procesiones y actos durante feriados religiosos, cosas que el dictamen judicial prohíbe y que la Iglesia desea mantener. Argumentar que los niños que no lo deseen pueden ser eximidos de estas actividades es hipócrita; los niños no pueden decidir y existe una presión implícita y explícita de los pares y de las mismas autoridades educativas para que conformen con el sistema. Además, el ritual religioso no tiene nada que ver con la enseñanza de valores morales. Ningún niño necesita peregrinar detrás de una imagen de yeso vestida para adquirir valores. Ningún niño necesita saberse de memoria el Padre Nuestro para desprenderse del egoísmo o para aprender a amar al prójimo.

Es obvio que en Salta cualquier asignatura de religión que la ley permita dictar será catecismo católico; no hay maestros capacitados para otra cosa y podemos apostar lo que sea a que ninguno de los impulsores de la ley de educación tiene intenciones de que sea jamás otra cosa más que la indoctrinación que hasta ahora ha sido. Galván no ignora esto, pero su discurso y el de la Iglesia esquivan el tema.

lunes, 5 de marzo de 2012

No a la indoctrinación católica en Salta (parte 1)


Hace unos años se denunciaba que en la provincia de Salta, Argentina, se dictaban cursos de religión en las escuelas públicas. O más bien catecismo católico. El gobierno provincial conservador había puesto a cargo a un Ministro de Educación que reportaba al Opus Dei. El ministro renunció, finalmente, pero la indoctrinación oficial continuó, amparada por la Constitución y la Ley de Educación salteñas, que determinan que los padres tienen derecho a que sus hijos reciban “educación” según sus convicciones religiosas. (Curioso este derecho, que en realidad es una obligación del estado de imponer a los menores las creencias de los padres de la mayoría.)

Un grupo de madres de alumnos primarios, junto con la ONG Asociación por los Derechos Civiles (ADC), se presentó a la justicia a pedir que se declare inconstitucional la norma que obliga a dictar clases de religión. El juez dijo que no era inconstitucional, pero que no puede transformarse en catequesis: el contenido de la asignatura debe ser “imparcial, objetivo y respetuoso de la libertad de conciencia y de expresión”, de forma “que no obligue a revelar las creencias religiosas de los alumnos y sus familias”, y la religión debe enseñarse “como un hecho cultural, como ética y no como una religión particular”.

En la práctica esto puede significar algo, muy poco o nada, ya que el objetivo de quienes impulsaron la ley, con toda probabilidad, nunca fue la ilustración de los niños sobre el hecho religioso y su variedad, sino la indoctrinación en la religión católica, que la que profesa (nominalmente) la mayoría abrumadora de la población de Salta. Con seguridad, no hay maestros capacitados para enseñar imparcial y objetivamente sobre religión, sino sólo catequistas, por lo cual el dictamen del juez, que es bastante razonable aunque no nos conforme a los laicistas, tiene muchas posibilidades de quedarse en el papel.

Con todo esto quiero dar un contexto para hablarles sobre una justificación de la asignatura de religión en Salta, que aparece en el español Diario de la Sierra, donde escribe un colaborador desde Argentina. Pero eso quedará para una segunda parte.

jueves, 1 de marzo de 2012

Christopher Hitchens sobre el fascismo, Hitler y la Iglesia Católica

Christopher Hitchens habla sobre el fascismo como doctrina de la derecha católica y su relación con Hitler y el nazismo. (Sigue asombrándome cuánta información y cuántos indicios para el que quiera buscar información lograba comprimir Hitchens en escasos minutos.)