Hoy es Día de Reyes en Latinoamérica y España (especialmente) y, como todo el mundo se dedicó a desmitificar la Navidad esta temporada, pensé que era mejor dejarla en paz y contarles sobre esta festividad menos popular.
Para empezar, y aunque casi está de más decirlo, nadie sabe si el día “correcto” para celebrar es el 6 de enero. En el cristianismo armenio se celebra la Navidad este día; las iglesias ortodoxas festejan el bautismo de Jesús por parte de Juan el Bautista. Como la Navidad misma, el día de la visita de los Reyes Magos es una fecha convencional.
Lo más interesante de todo el asunto es que, salvo aquellos que han prestado atención al asunto, todos los que crecemos en la cultura judeocristiana occidental recibimos de nuestros padres o nuestro entorno un ciclo mítico muy burdo que proviene de fuentes distintas y contradictorias.
En el evangelio de Marcos no hay referencia alguna al nacimiento o la infancia de Jesús. Sólo se dice que vino a Jerusalén a predicar (como adulto) desde Nazaret, en Galilea. Esto no nos debe sorprender porque el de Marcos es el primer evangelio que se escribió, y la historia de la venida de Jesús al mundo todavía no había sido inventada por los cristianos. Tampoco hay nada en el de Juan, que es el último en escribirse y tiene un tono completamente distinto (en particular, la humildad de Jesús ha desaparecido).
La visita de los “magos de Oriente” a Jesús recién nacido aparece sólo en el evangelio de Mateo. Los magos, que posiblemente eran sacerdotes persas, siguen una “estrella” (algún signo celestial astrológico) hasta la casa de José y María, y allí le rinden homenaje al niño. Aquí no hay pesebre ni animalitos en torno a Jesús. Este evangelio es también el único donde luego aparece la matanza de los inocentes. En esta versión, para evitar la masacre, José huye con su familia a Egipto y vuelve luego de la muerte del rey Herodes, aunque prefiere establecerse en Nazaret y no en su pueblo de origen, Belén.
En el evangelio de Lucas no hay mención de los magos de Oriente, pero a cambio tenemos la historia inverosímil pero más romántica de una orden del gobernador romano que obliga a las familias a ir a censarse al lugar de origen de su familia. Según esta historia, José vivía en Galilea, pero como era de la casa de David, tuvo que viajar a lomo de mula más de cien kilómetros por el desierto palestino con su mujer embarazada casi a término para empadronarse en Belén. La pertenencia de José al linaje davídico era necesaria porque los judíos sólo creerían en un mesías que fuera de esa ascendencia, según estaba profetizado. Pero el censo en cuestión no ocurrió en esa fecha, ni de esa manera; ya era bastante resistido cualquier censo, que servía generalmente para fines impositivos (calcular los tributos que podrían exigirse al pueblo), como para complicarlo usando un mecanismo tan ridículo. Como resultado de esta ficción, José y María se encuentran con un país alborotado, con viajeros ocupando todas las posadas, y María se ve obligada a parir en un pesebre, es decir, un comedero de animales. Allí los fueron a buscar, según Lucas, unos pastores que dormían al aire libre con sus ovejas (cosa que nunca sucedería en el invierno palestino). Entendemos que luego la familia se volvió a Nazaret sin apuro, ya que en esta versión no hay problemas con Herodes ni masacre de niños ni nada parecido.
Así, la historia infantil (que tantos adultos creen y repiten) de los Reyes Magos, los pastorcitos, el pesebre y la persecución de Herodes es una invención, un pastiche de dos relatos irreconciliables: uno (el de Mateo) lleno de sueños premonitorios y citas bíblicas mal atribuidas y orientado a convencer a los judíos ortodoxos, y otro (el de Lucas) de mayor nivel de detalle y calidad literaria pero con una trama inverosímil, pensado para una audiencia más sofisticada de judíos y gentiles helenizados. De todo eso lo que ha quedado es, mayormente, un cuadro sentimental que año tras año rinde frutos comerciales envidiables.
No saben ni en que creen pero
ResponderEliminarahi andan! sin saber que realmente hay
atras de las festividades
creo que nada mas les interesa ingerir alimentos,
ingerir alimentos e ingerir alimentos.
Por mi parte agradezco que soy atea, y ses perfectamente que no hay que creer en sus
tonteras religiosas sin sentido comun
ni respaldo escrito/historico.
saludos
Para quienes les interesa esto, Pablo, Lisandro y yo vamos a hablar de esto en el próximo capítulo de Pienso, luego dudo. Creo que lo tocamos con algo más de profundidad y también comentamos el tema de la estrella de Belén y otras yerbas.
ResponderEliminarLas diferencias entre los evangelios son bastante interesantes. Es esperable que los apologistas renieguen de la prioridad marquiana ya que mina cualquier fundamento para sostener la credibilidad de los evangelios sinópticos.
Corrijo el link que da Daneel arriba: Pienso, luego dudo. Hablamos de esto en el capítulo 2 (todavía no publicado).
ResponderEliminarGracias a Daneel por el link al artículo sobre la prioridad marquiana, un tema que no conocía con tanto detalle.
Dentro de lo mas inverosimil cae el cuento de que el rey Herodes deja ir a los "reyes magos" a ver al "mesias" con la idea de que vuelvan a contarle si es cierto que ha nacido un nuevo rey, en lugar de enviar soldados/subordinados de confianza o ir el mismo a verificar la historia.
ResponderEliminarEl accionar descrito no concuerda con lo que sabemos sobre Herodes, un tipo que mato a casi toda su familia, incluyendo hijos, solo porque sospechaba que conspiraban contra el.
De haber escuchado que naceria alguien que le iba a complicar el partido, no creo que dejara pasar la oporunidad de averiguarlo asi nomas.
Saludos!
Probablemente toda la historia de los reyes magos como tantas otras se deba al sincretismo del cristianismo incipiente, que fagocitó multitud de tradiciones preexistentes, haciéndolas casar burdamente, llegando a un total sinsentido. Saramago se fijó en la cruel indiferencia de José al saber que todos los niños serían masacrados y no hacer nada por evitarlo.
ResponderEliminarEn fin, de todo esto se podría sacar provecho si los padres aprovechasen para explicarles a los niños que no son sólo los reyes los que no existen.