La ley es sumamente restrictiva (de hecho, se llama “Ley de Protección de la Vida Durante el Embarazo”) y en absoluto satisfactoria para las miles de mujeres que cada año se encuentran con un embarazo no deseado pero no corren riesgo de vida, pero representa un adelanto importantísimo en un país donde la Iglesia Católica sigue fuerte en su imposición del odio a las mujeres y el rechazo total a los derechos reproductivos. (En su cobertura de la noticia, Ophelia Benson comenta irónicamente que el legislador laborista Aodhán Ó Ríordáin “agradece a los que apoyaron el proyecto y expresa su alegría de que Irlanda haya entrado en la década de 1950”.) El debate sobre si es permisible salvar la vida de una mujer por medio de un aborto fue resuelto afirmativamente hace tiempo incluso en los países musulmanes, donde los obstáculos al aborto son socioculturales y logísticos más que legales.
Naturalmente, los amantes de los fetos están enojadísimos. ¿Cómo se atreve el parlamento de un país que les pertenece a legislar en favor de los contenedores que Dios creó para que gestaran a Sus bebés? La falta de empatía de los “pro-vida” roza lo psicopático.
La portavoz del grupo pro-vida Youth Defence, Clare Molloy, calificó de "barbárica" la ley del aborto aprobada el 11 de julio por el Parlamento de Irlanda, que permitirá a mujeres acabar con la vida de su bebé si presentan un supuesto riesgo de suicidio.Youth Defence es un conglomerado de fanáticos católicos con vínculos con la extrema derecha, incluyendo el grupo neofascista Irlanda Nacionalista (cuyos miembros estuvieron tomando nombres y publicando fotos de manifestantes pro-derechos, o como ellos les llaman, la “basura de izquierda”) y fachadas neonazis como el Movimiento Derecha Democrática irlandés y el Partido Nacional Democrático alemán. Es esta clase de gente la que minimiza como “supuesto riesgo de suicidio” el horror de una mujer embarazada luego de una violación o que es psicológicamente incapaz de lidiar con un embarazo inesperado.
La vocera de Youth Defence denunció que esta ley "permite el asesinato directo de un bebé físicamente saludable, llevado por una madre físicamente saludable, y lo permite durante los nueve meses de embarazo".Es posible mentir más que esto, pero realmente no se me ocurre cómo. La ley sencillamente no permite eso. En general, si la vida de la mujer corre riesgo debido al embarazo y el feto es potencialmente viable fuera del útero, se induce el parto y se intenta que el bebé sobreviva. No se “aborta” a un feto a los nueve meses. Existe una zona gris, en torno al comienzo del tercer trimestre, en que algunas legislaciones permiten el aborto aun cuando el feto sea potencialmente viable. Tales casos son rarísimos pero, como en todos los casos, los profesionales médicos y la paciente deben entenderse entre sí a la luz de la ley. La “ventaja” de contar con una doctrina religiosa inflexible es que no es necesario pensar, ponderar alternativas, interpretar la ley o interrogar las propias convicciones morales: basta con negarse automáticamente, sin compasión, a lo que el dogma prohíbe.
Que hoy se siga hablando de una intención suicida como algo que no es parte de la salud física de una persona es simplemente resultado de la ignorancia y del dualismo mente-cuerpo que impregna nuestra cultura. Los estados psicológicos tienen su sustento en el cuerpo. Si una mujer embarazada amenaza con suicidarse y los psiquiatras determinan que la amenaza es cierta, estamos ante una persona con un problema de salud que pone en riesgo su vida tanto como cualquier enfermedad orgánica.
Al menos en Irlanda esta clase de trámite legislativo tiene un efecto saludable: los promotores del odio han salido todos de abajo de las piedras. El arzobispo Eamon Martin advirtió a los parlamentarios que apoyar la ley era votar “en cooperación con el demonio”. El primer ministro Enda Kenny recibió por correo cartas escritas en sangre y fetos de plástico. Durante el debate, varios miembros del partido conservador irlandés Fine Gael prefirieron renunciar antes que votar, junto con los laboristas, a favor de no dejar morir a las mujeres. Y como era de esperarse, el cardenal Sean Brady habló de una amenaza a la “libertad de expresión del pensamiento religioso”.
Que le digan eso a Savita Halappanavar, que murió mientras sus médicos, en completa libertad para hacer lo que debían hacer, le negaban asistencia porque Irlanda “es un país católico”.
Excelente noticia por Irlanda =), me alegro que se empiece (aunque sea a pequeños pasos) a proteger la salud y calidad de vida en vez de la cantidad y calamidad de vida (que tanto parece gustarle a los dirigentes católicos).
ResponderEliminar...y mientras tanto en mi ¿querido? país un senador dice que legalizar el aborto en caso de violación podría facilitar los abusos ¿?:
http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/salud/senador-rn-legalizar-el-aborto-por-violacion-podria-facilitar-los-abusos/2013-07-15/130021.html
Qué tontos. Si la mujer se suicida el feto se muere.
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