jueves, 9 de febrero de 2012

Mea culpa non est

La hipocresía y la desfachatez de los voceros de Dios no tiene límite.
En una entrevista esta semana con la Connecticut Magazine, el cardinal Edward Egan se retractó de la carta de disculpas que ofreció en 2002 por el manejo que la Iglesia hizo del escándalo de abusos sexuales, la cual fue entonces leída en todas las parroquias de New York.

Una década después de aquella carta, el ex arzobispo de New York y ex obispo de Bridgeport describe hoy su manejo de la crisis de abusos clericales, ocurridos mientras él estaba a cargo, como “increíblemente bueno”. De la carta dijo: “Nunca debería haber dicho eso”, agregando: “No creo que hayamos hecho nada mal”.
Egan no sólo no investigó ni castigó a los sacerdotes abusadores, sino que castigó a otros duramente por desobediencias litúrgicas. Ante esto quizá la mera duplicidad de discurso no sea más que un agregado menor.