Lo curioso del tema es que estas prácticas eran propias de las creencias pre-cristianas del lugar. Cuando la Iglesia Católica tomó el control, resultó imposible abolirlas. Hay que tener en cuenta que los sacerdotes no eran personas especialmente piadosas ni intelectualmente formadas; provenían del mismo pueblo y eran tan supersticiosos como los demás, por lo cual siguieron efectuando los ritos, aunque ahora cristianizados de manera de no resultar afines a la brujería. El cristianismo quemaba brujas porque de hecho creía en ellas, vale decir, en personas capaces de convertirse literalmente en animales, echar maleficios, invocar tormentas para arruinar los cultivos, etc.
Atención: si no viste El Señor de los Anillos: Las Dos Torres, esto puede ser un spoiler. |
Si bien desde la jerarquía eclesiástica no se veía muy bien todo esto, se lo toleraba porque mantenía a la gente controlada; el catolicismo, como todas las grandes religiones, tiene formas altas e intelectuales reservadas para unos pocos y una forma vulgar para consumo masivo, lo cual explica su popularidad.
Los conjuratorios no son más que edificios históricos o detalles arquitectónicos pintorescos hoy en día, y todo esto que he escrito no sería más que una nota curiosa si no fuera por la prevalencia de estas creencias en nuestra cultura, y no precisamente entre los más ignorantes o humildes. El caso de un gobernador provincial argentino reuniéndose con un obispo para rezarle a la Virgen que acabe la sequía puede equipararse al de un gobernador estadounidense declarando tres días de oración por la lluvia y contra los incendios forestales, o un presidente brasileño pidiendo a la gente que rece para lograr que la lluvia termine.
Nótese que hablo de gobernantes seculares y no de líderes religiosos: de estos últimos cabe esperar (como de hecho ocurre) que simplemente inviten a la oración, mientras que los líderes laicos son los que manejan los asuntos de estado y se supone que son los que deben hacer algo, si es posible, cuando una catástrofe climática golpea. El lugar del sacerdote que subía al conjuratorio a hacer su ritual mágico por la lluvia, contra el granizo o lo que fuera, lo cumplen hoy bastante desafortunadamente algunos de estos gobernantes electos, quién sabe si por compromiso o porque creen realmente que esos encantamientos medievales tienen algún efecto.
Hace poco en mi país tuvimos un bochornoso episodio de este tipo de maguferías. http://de-avanzada.blogspot.com/2012/01/es-lo-que-he-estado-diciendo-toda-la.html
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