Mercedes Rovira fue designada como rectora de la UM y ya antes de asumir cometió un error: habló como devota católica en vez de como una catedrática y dirigente de una institución abierta al público en un país laico.
En una entrevista concedida al semanario Búsqueda (…) el periodista le preguntó sobre cuál sería la decisión de la UM si un docente declara públicamente su homosexualidad como hizo Anderson Cooper, periodista de la CNN.La agencia católica ACI Prensa se extiende más, como para demostrar su absoluto alineamiento editorial con la visión oficial acerca de las susodichas “anomalías”:
"Que haya anomalías, las hay. También hay tréboles de cuatro hojas", respondió. Y admitió que la condición de homosexual se tiene en cuenta a la hora de contratar a un profesor.
La catedrática señaló que en la universidad "somos bien claros en lo que buscamos. El respeto a la persona no va reñido a que consideramos que la verdad es lo que propone la naturaleza humana. La naturaleza humana somos hombres y mujeres, y la diferenciación de sexos es de la naturaleza, biológica y determinante. (…) Asimismo, ante la pregunta de si la homosexualidad "juega a la hora de designar docentes", Rovira afirmó que "obvio que juega. Porque si estamos diciendo que el docente no solamente tiene que enseñar en el aula, sino que es un referente. (…)".Los medios católicos suelen aplaudir estas exhibiciones de discriminación y de ignorancia grosera en sus fieles, pero en esta ocasión no pudieron hacerlo demasiado. Rovira se retractó, aunque renunció de todas formas, probablemente al darse cuenta de que ni ella misma se creía sus disculpas. Dijo estar “muy triste con la lamentable interpretación de mis palabras”, entendió que “no fue adecuado hablar de anomalía”, aseguró que en 17 años de entrevistar profesores nunca había insinuado preguntas sobre orientación sexual, y por supuesto, recordó que tiene amigos homosexuales (que vienen a ser la versión católica del amigo judío que cada antisemita tiene a mano para demostrar que no lo es).
Rovira está ahora bajo investigación por sus dichos discriminatorios. El colectivo Ovejas Negras había presentado una denuncia pero la retiró al enterarse de que renunciaba; sin embargo, un fiscal solicitó que se abriera un expediente. Claramente la Dra. Rovira debe tener derecho a decir lo que quiera sobre los homosexuales; pero no puede ser autoridad de selección de personal de una universidad (ni de un almacén, si vamos al caso) si específicamente afirma que discrimina y va a seguir discriminando a los postulantes.
La Asociación Civil 20 de Setiembre solicitó al estado “controlar mejor la aplicación de la laicidad en los centros de estudios confesionales”, lo cual parece algo realmente complicado: más fácil conceptualmente, aunque mucho menos práctico y político, sería dejar de permitir que cualquier culto o secta religiosa con dinero e influencia pueda abrir una casa de estudios con aval estatal. Rovira sí que no es una anomalía: su actitud es la que debe tener cualquier católico que respete la doctrina a la que dice suscribir, y es lógico suponer a priori que todo el personal jerárquico de una universidad católica piensa igual, aunque tenga la precaución de no mencionarlo.
Nunca voy a terminar de entender cómo es posible que en el siglo XXI, aún existan personas que suscriben visiones originadas miles de años atrás, en la mente de seres humanos que creían (entre otras cosas) que la tierra era plana y las enfermedades eran originadas por demonios.
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