De a poco y con grandes esfuerzos, las personas tradicionalmente denigradas y discriminadas por el cristianismo van librándose del rechazo que la religión más poderosa de Occidente consagró hace tiempo en leyes. Resulta lamentable comprobar que, incluso donde el estado ya no reconoce la autoridad de la religión, hay individuos que siguen siendo sus víctimas, en parte voluntarias, por no haber conocido nunca la libertad.
Tal es el caso de un joven australiano (cuyo nombre no se ha dado a conocer por razones legales) que tuvo la mala fortuna de pertenecer a una secta cristiana cuando a los 18 años se reconoció homosexual. La secta, conocida como los Exclusive Brethren (“Hermanos Exclusivistas”), es un subconjunto de los Hermanos de Plymouth: un grupo particularmente cerrado de evangélicos conservadores, como su nombre bien lo indica, cuyas leyes internas obligan a rechazar incluso a los miembros de la propia familia (dejar de hablarles, expulsarlos de la casa) si dejan de pertenecer a la congregación.
Cuando este desdichado joven planteó su “problema”, un líder de su iglesia lo envió a Mark Christopher James Craddock , un médico perteneciente a la misma secta, para que lo “tratara”. Tras una consulta de apenas 10 minutos, sin referir al paciente a un psicólogo ni advertirle de los efectos secundarios, Craddock le recetó ciproterona acetato, una droga que se utiliza (entre otras cosas) para tratar los trastornos sexuales, como las parafilias (perversiones). En altas dosis esto no es ni más ni menos que una forma de castración química.
Eso fue en 2008. La buena noticia es que Craddock acaba de perder su licencia médica. La mala es que a los 75 años ya no le quedaba mucho tiempo para seguir ejerciendo, de todas maneras, y nadie puede saber ahora cuántas jóvenes vidas habrá arruinado, durante un tiempo o para siempre. La peor noticia es que los Hermanos Exclusivistas jamás pagarán el precio de todo el mal (físico y psíquico) que su religión ha infligido a sus miembros.
Me cuesta mucho entender las barbaridades que aún hoy siguen realizando los seguidores de una persona que, según ellos mismos dicen, profesaba la paz y el amor.
ResponderEliminarMe cuesta mucho entender las barbaridades que aún hoy siguen realizando los seguidores de una persona que, según ellos mismos dicen, profesaba la paz y el amor.
ResponderEliminaruna droga que se utiliza (entre otras cosas) para tratar los trastornos sexuales, como las parafilias (perversiones).
ResponderEliminarUna parafilia no necesariamente es una perversión. Muchas parafilias son totalmente inofensivas y se reservan al ámbito privado de las personas.