Martín Santiváñez Vivanco, director del Center for Latin American Studies de la Fundación Maiestas, denunció que el "clima de corrupción sexual en el que vivimos", que ha causado la proliferación de la pederastia, no es culpa de los cristianos y la Iglesia, sino de "los grandes promotores del libertinaje sexual".(La Fundación Maiestas es una ONG conservadora. Todos sus miembros han estudiado o trabajado en universidades católicas, como la de Navarra, gerenciada por el Opus Dei; Santiváñez Vivanco trabaja además para la Fundación FAES, un think tank económico “liberal” vinculado al Partido Popular.)
A juzgar por el texto, para Santiváñez Vivanco, abusar sexualmente de menores es un ejemplo de lo que él llama “libertinaje sexual”. Ahora bien, como este “libertinaje” es de hecho lo que el resto de nosotros llamamos simplemente “libertad”, en último término Santiváñez está comparando a un sacerdote que viola niños de manera habitual durante años (y de esta clase hay abundantes casos testimoniados) con la actividad sexual mutuamente consentida entre personas de cualquier sexo, excepto aquella que se realice dentro del matrimonio. Todo es libertinaje: sexo homosexual, violaciones, sexo entre un mayor y un menor púber, sexo entre dos menores, sexo en un trío, prostitución, sexo oral, transexualidad, y también la tolerancia de cualquiera de esas prácticas. (Si parece que estoy leyendo de más entre líneas, considérese que el discurso de Santiváñez no es en absoluto diferente a la línea oficial de la Iglesia Católica.) No todo está a la misma altura, pero sí va a parar a la misma bolsa.
También resulta bastante desconcertante que se hable de “clima de corrupción sexual” en este contexto, como si la idea de abusar sexualmente de menores de edad fuera como el calor o la presión atmósferica, que todos percibimos y a los que nuestro cuerpo y nuestro ánimo reaccionan inevitablemente aunque no lo queramos. Cierto es que, como seres humanos, todos estamos más abiertos a ciertas ideas cuando la sociedad que nos rodea las tolera o promueve, pero no recuerdo que forzar a un niño a una relación sexual haya sido jamás tolerable en nuestra sociedad occidental y cristiana, y menos aún cuando el participante adulto es un sacerdote.
Continúa indignándose Santiváñez:
En el fondo, los perseguidores de la Iglesia pretenden vincular el estado sacerdotal con la pedofilia, aunque saben muy bien que la epidemia global de la pederastia no está relacionada solo con los curas sino con toda la sociedad.La pedofilia es una tendencia sexual anormal y no es un delito. No hay evidencia de que el estado sacerdotal o el celibato específicamente provoquen esta tendencia. El abuso sexual de niños sí es un delito. Hasta donde sabemos, no es ni más ni menos frecuente entre los sacerdotes célibes. Sin embargo, es sólo en ciertas instituciones (la Iglesia Católica es la más notoria) donde el abuso sexual infantil ha sido históricamente ocultado, sus acusadores ignorados o silenciados y sus perpetradores protegidos de la justicia y movidos discretamente a otros lugares.
La Iglesia tiene que comenzar de una vez a dejar de echar culpas afuera y a asumir no sólo que cometió errores sino que su misma estructura, verticalista y basada en la obediencia ciega, acoplada a sus doctrinas represivas, termina siendo el lugar ideal para los perversos sexuales necesitados de refugio.
Pobres gentes estos curitas católicos, contagiados por la corrupción del mundo… Pero se ve que el asunto ha sido tremendo en el Vaticano porque la epidemia se mantiene desde hace centurias. Que lo digan sino pontífices tan buenos como Dámaso, Simmaco, Bonifacio III, Pablo II, Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI, Julio II. León X, Clemente VII, Pablo III, Julio III. Pablo Vi, todos ellos acusados de pederastia. ¡Han de ser calumnias! Gente tan tierna como Giuliano della Rovere, alias Julio II, tiene que estar en el cielo por sus buenas obras.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/fraternecrosophiacos?fref=ts ESTE TIPO ES PEOR QUEMO LA BIBLIAAAAA!!!!
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