Una asociación de familias de Chile propone reemplazar la celebración de Halloween (o como le decimos por aquí, Noche de Brujas) por la Víspera de Todos los Santos el próximo viernes 31 de octubre (el Día de Todos los Santos es el 1º de noviembre), según informa ACI Prensa. Vienen promocionando esta fiesta, con éxito (dicen) desde hace varios años.
Estos bienintencionados beatos dicen que Halloween es "tenebrosa" y tiene "contenidos de muerte y terror", además de involucrar elementos de "oscuridad", "miedo", "violencia", "amedrentamiento" y "chantaje", mientras que lo que ellos proponen es una "fiesta blanca" que recupere el sentido original de la fecha, y en la que los niños, en vez de pedir dulces con disfraces terroríficos, compartan con la gente cosas como oraciones y estampitas de santos.
Aparentemente, estas personas desconocen el hecho de que la celebración de Todos los Santos fue una de las tantas fiestas paganas que fueron cooptadas por la Iglesia, igual que lo es la Navidad, por ejemplo (que fue fijada arbitrariamente en el 25 de diciembre para coincidir con la fiesta romana del solsticio de invierno). Halloween es Samhain, el festival céltico del fin de la cosecha, durante el cual se usaban máscaras de monstruos para aplacar a los espíritus de los muertos que esa noche se creía visitaban nuestro mundo. No es más que una superstición antigua, y en su forma moderna una crasa imposición comercial de los Estados Unidos sobre el resto del planeta, pero es más entretenida que coleccionar estampitas de santos.
En Austria hay quienes también cambiaron Halloween por otra cosa, porque no quieren que brillen las calabazas huecas sino "la santidad". En Italia hicieron una vigilia de oración porque dicen que Halloween puede ser ocasión de actos satánicos. En México el Arzobispo decretó que Halloween es una celebración nociva para la fe y promovida por corrientes satánicas, y en Argentina, el obispo Bredice (el mismo que hizo la vista gorda ante la reducción a la servidumbre de las internas del Servi Trinitatis) proclamó que Halloween socava las verdades eternas y es parte de la "acción del demonio para arrancar la fe de los corazones creyentes".
Más allá de la inevitable comparación de los pobres niños privados de la diversión inofensiva del terror fingido con los infortunados hijos de Ned Flanders, habría que pensar si es tan obvio que los santos católicos son un ejemplo positivo. Al fin y al cabo, si vamos a las historias (mayormente inventadas) de estos personajes, la mayoría ganaron su status beatífico a base de autoflagelarse, rezar sin parar durante días, pasar voluntariamente hambre y sed, contagiarse de enfermedades espantosas, ser devorados por leones, asados vivos, hervidos, destripados, empalados, mutilados..., por no decir que muchos se quedaron vírgenes hasta la muerte..., todo para terminar siendo (como mucho) un nombre curioso en el calendario, o una figurita kitsch que se le vende a las viejitas para que le enciendan velas. Ésas sí que son historias de terror de verdad.