Hoy, 20 de diciembre, es el aniversario de la muerte de Carl Sagan, aquel gran divulgador que acercó la ciencia (y transmitió su amor al conocimiento) a tantas personas. En su honor es que desde el año pasado, y siguiendo la propuesta lanzada en Proyecto Sandía, celebramos el Día del Escepticismo.
Para no repetirme diré que el escepticismo, bien entrenado, nos salva del engaño y del autoengaño en que tan frecuentemente caemos. Y desde este lugar en particular, donde se critica a las religiones, no puedo dejar de mencionar la necesidad de hacerlo con la cabeza fría y sin recurrir a lo mismo que denunciamos. No alcanza con atacar y vencer con retórica o con ideología: la honestidad intelectual, la rigurosidad, la objetividad de nuestros argumentos es más importante.
En estos días, un grupito de escépticos —que esperamos que pronto crezca— estamos inaugurando el Círculo Escéptico Argentino. No queremos limitarnos a ser un portal escéptico grupal: nuestro objetivo es lograr la difusión del pensamiento crítico y actuar contra las pseudociencias en la vida real, allá donde no llegan (o a nadie le importan) la web o las redes sociales. Por ahora tenemos un sitio web, un foro y una página en Facebook. Hemos estado trabajando además en un podcast, cuyo “capítulo cero” (un ensayo descontracturado del cual quedó bastante material útil) ya está disponible para escucharse o bajarse.
Estas fechas son propicias para el sentimentalismo, el consumismo bobo y la credulidad masiva. Para variar, celebremos algo que valga la pena. Los esperamos.
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