
¿Es tan difícil darse cuenta de la inhumanidad, de la presunción de privilegio divino, del fanatismo sectario que destila el Papa Francisco? ¿Es tan complicado para sus fans no devotos, para las masas, para los medios, para los políticos, darse cuenta de que no es un hombre amable ni humilde ni abierto al mundo ni remotamente progresista ni siquiera meramente conservador, sino un reaccionario obsesionado con sus delirios sobrenaturales? De la homilía del día 1° de junio de Jorge Bergoglio, papa Francisco:
«Cuántas veces se oye decir: “Pero ustedes, cristianos, sean un poco más normales, como las otras personas, ¡razonables!”. (…) Pero detrás de esto está: “¡Pero no vengan con historias de que Dios se ha hecho hombre!” (…) Siempre estará la seducción de hacer cosas buenas sin el escándalo del Verbo Encarnado, sin el escándalo de la Cruz. (…) Quienes niegan que el Verbo ha venido en la carne son del anticristo, son el anticristo… sólo aquellos que dicen que el Verbo ha venido en carne son del Espíritu Santo.
La Iglesia no es una organización de cultura, ni de religión, ni social. La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios venido en la carne: ese es el escándalo, y por esto perseguían a Jesús. (…) Si nos convertimos en cristianos razonables, cristianos sociales, cristianos de beneficencia solo, ¿cuál será la consecuencia? Que no tendremos nunca mártires: esa será la consecuencia.»
Que no te digan nunca, jamás, que la Iglesia hace buenas obras. La Iglesia desprecia las obras, lo que llama beneficencia, las limosnas (que a menudo es lo único que hace), el trabajo social, el organizarse junto con otros para educar o para aliviar la pobreza: si lo hace es sólo como medio para un fin, o al menos eso debería, según Francisco. El mundo es del Mal, quienes no aceptamos el mito cristiano somos del Mal. A la Iglesia sólo debe importarle hacer que creas en su dios.