El poster que pueden ver aquí arriba fue impreso para las elecciones del Reichstag (parlamento alemán) de 1933. Su título es:
“¿Por qué el católico debe votar por la lista parlamentaria de Adolf Hitler?”A continuación se enumeran las razones, aludiendo a los beneficios otorgados a la religión católica por el Concordato firmado entre Alemania y la Santa Sede, y se pide al votante apoyar a Hitler y dar el “sí” al referendum para que Alemania se retirase de la Liga de Naciones.
¿Por qué el católico debe votar por la lista parlamentaria de Adolf Hitler? Porque en el estado nacionalsocialista, intrínsecamente y a través del ReichskonkordatEl Concordato contenía un Suplemento Secreto que preveía una movilización bélica desafiando el Tratado de Versalles, es decir que ya en 1933 la Santa Sede esperaba que Alemania fuera a la guerra y que eventualmente atacara a la Rusia comunista, contra la que Pío XII (según se sabe por una carta de 1943) esperaba que Alemania ganara.
- la Fe es protegida,
- la paz con la Iglesia queda asegurada,
- se resguarda la moral pública,
- se santifica el domingo,
- se mantienen las escuelas católicas,
- la conciencia del católico ya no es presionada,
- el católico tiene derechos igualitarios ante la ley y en la vida nacional,
- las organizaciones y asociaciones católicas, en tanto sirvan exclusivamente a propósitos religiosos, caritativos y culturales, pueden operar libremente.
Por eso un católico, este 12 de noviembre, debe votar así:Referendum: síElección parlamentaria: Adolf Hitler
Los últimos dos puntos del poster son reveladores. Al advertir que los católicos tendrían “derechos igualitarios” quedaba implícito que otros, sin la moneda de cambio que representaba la influencia papal, no los tendrían: es decir, el Concordato protegía a unos a sabiendas de que otros serían atacados. Y al hacer explícitas las restricciones al accionar de las organizaciones católicas, se formaliza un pacto de no agresión política entre el nazismo y el catolicismo: los feligreses estarían bien mientras se quedaran calladitos en sus iglesias y sus organizaciones de beneficencia, sin inmiscuirse en los planes del estado para con judíos, gitanos, homosexuales, y todo el largo etcétera de “indeseables”, como de hecho hicieron, con honrosas pero escasísimas excepciones. Una de las condiciones para el pacto fue la disolución del Partido del Centro Católico: el desarme, ordenado por la Santa Sede, de la única tribuna oficial desde donde podría (debería) haber hecho algo concreto contra el régimen nazi.
la jerarquía de la ICAR siempre fue hipócrita
ResponderEliminarDemoledora evidencia la del cartel, que contradice al sabandija con sotana.
ResponderEliminarSr Cincuentón: no es raro; el dios hipócrita al cual sirven asegura que nos ama, pero luego nos quema en el infierno por toda la eternidad.
¡Záz! En toda la boca.
ResponderEliminar¡Ouch! Es una prueba tan contundente que duele... como para enseñárselo al mae de Opus Prima.
ResponderEliminarEn Alemania, el catolicismo tuvo esta forma de colaboración pasiva, cobarde, más basada en taparse los ojos o destacar sólo los aspectos que les interesaba, pero en Croacia la ICAR alcanzó su grado máximo de colaboración activa con los regímenes pro nazis, se hizo protagonista absoluta de las masacres, con el consentimiento de Pio XII.
ResponderEliminarPara ilustrar la primera forma de colaboración recomiendo la película "Amén" de Costa Gavras y para la segunda el libro "la puta de Babilonia" de Fernando Vallejo.
Edivimo: Sería inútil enseñarle esta o cualquier otra evidencia contraria a sus creencias al amigo Joan Figuerola. Es tan inmune a los argumentos razonados que me hace acordar a esta caricatura:
ResponderEliminarhttp://redwing.hutman.net/~mreed/warriorshtm/ferouscranus.htm