Hace unos días algo me apuntó a este texto, que escribió el filósofo británico A. C. Grayling. Algunas partes son más bien específicas de Gran Bretaña o de Europa, pero todo es pertinente. El original se llama “Can an atheist be a fundamentalist?” (“¿Puede un ateo ser un fundamentalista?”) y fue publicado por el diario The Guardian el 3 de mayo de 2006. Traduzco:
Es hora de terminar con los errores y presunciones que descansan detrás de cierta frase, usada por ciertas personas religiosas cuando se refieren a aquéllos que hablan con llaneza sobre su no-creencia en afirmaciones religiosas: la expresión “ateo fundamentalista”. ¿Cómo sería un ateo no fundamentalista? ¿Sería alguien que cree sólo a medias que no hay entidades sobrenaturales en el universo; que sólo existe quizás parte de un dios (un pie divino, digamos, o una nalga)? ¿O que los dioses existen sólo parte del tiempo, digamos los miércoles y los sábados? (Esto último no sería tan extraño: para muchos cuasi-teístas poco pensantes, hay un dios sólo los domingos.) ¿O podría ser que un ateo no fundamentalista es uno al que no le importa que otras personas tengan creencias profundamente falsas y primitivas sobre el universo, basándose en las cuales se han pasado siglos asesinando en masa a otras personas porque no tienen exactamente las mismas creencias falsas y primitivas que ellos… y que todavía lo siguen haciendo?
Para los cristianos, “ateos fundamentalistas” son, entre otras cosas, aquéllos que preferirían dejar a otras personas sin el consuelo de la fe (especialmente a los viejos y los que están solos) y sin la compañía de un protector benigno e invisible en la noche oscura del alma, mientras que (según afirman) ignoran la apabullante belleza del arte inspirado por la fe. Sin embargo, el cristianismo en su forma moderna y sensiblera es una versión reciente y altamente modificada de lo que, durante la mayor parte de su historia, ha sido una ideología frecuentemente violenta y siempre opresiva; pensemos en las Cruzadas, la tortura, las hogueras, la sujeción de las mujeres a los embarazos y partos repetidos y a maridos de los que no podían divorciarse, la distorsión de la sexualidad humana, el uso del miedo (a los tormentos del infierno) como instrumento de control, los espantosos resultados de la calumnia contra el judaísmo. Hoy en día, por contraste, el cristianismo se especializa en música suave para crear ambiente; sus amenazas de infierno, sus exigencias de pobreza y castidad, su doctrina de que sólo unos pocos se salvarán y muchos se condenarán, han sido descartadas, reemplazadas por rasgueos de guitarra y dulces sonrisas. Se ha reinventado a sí mismo tantas veces y con tan asombrosa hipocresía, buscando mantener su control sobre los crédulos, que un monje medieval que despertara hoy, como El Dormilón de Woody Allen, sería incapaz de reconocer la fe que lleva el mismo nombre que la suya.
Por ejemplo: en Nigeria, se les dice a grandes feligresías que creer les asegurará altos ingresos; de hecho el Reverendo X les dice que serán más afortunados y ricos si se unen a su congregación que si se unen a la del Reverendo Y. ¿Qué le pasó al ojo de la aguja? Ah, concedámoslo: esa pequeña salida se cerró hace mucho. ¿Qué le pasó entonces a aquello de “mi reino no es de este mundo”? ¿Qué quedó de las bendiciones de la pobreza y la humildad? La Iglesia Anglicana abolió oficialmente el Infierno por una resolución sinodal en los años 1920, y los estrictos dictámenes de San Pablo sobre el lugar de las mujeres en la iglesia (que son que éstas deben sentarse en la parte de atrás y quedarse en silencio, con la cabeza cubierta) son ignoradas hasta tal punto que hasta hay mujeres vicarias, y pronto habrá mujeres obispas.
No hace falta aventurarse hasta Nigeria para ver en funcionamiento las hipocresías de la reinvención. Bastará con ir a Roma, donde la última verdad eterna en ser abandonada es la doctrina del limbo: el lugar donde van las almas de los bebés no bautizados. Entretanto, algunos cardenales están dejando asomar la idea de que los preservativos son aceptables, sólo dentro de las relaciones matrimoniales por supuesto, en países con alta incidencia de infecciones por HIV. Esto último, que para cualquiera salvo un católico practicante es no sólo de sentido común sino un imperativo humanitario, es un cambio asombroso dentro de su contexto. Los católicos sensatos han pasado por alto durante generaciones las doctrinas sobre la anticoncepción mantenidas por los hombres viejos y reaccionarios del Vaticano, pero ¡ay!, dado que es la tarea de todas las doctrinas religiosas el mantener a sus devotos en un estado de infancia intelectual (¿cómo, si no, lograr que cosas absurdas sigan pareciendo creíbles?), un número insuficiente de católicos han podido ser sensatos. Obsérvese Irlanda, hasta hace muy poco tiempo, como ejemplo de la miseria que el catolicismo inflige cuando es capaz.
“Infancia intelectual”: la expresión nos recuerda que las religiones sobreviven principalmente porque le lavan el cerebro a los jóvenes. Tres de cada cuatro escuelas anglicanas son escuelas primarias; todos los credos que compiten actualmente por el dinero de nuestros impuestos para hacer funcionar sus escuelas “basadas en la fe” saben que si no hacen proselitismo entre niños intelectualmente indefensos de tres o cuatro años, su dominio eventualmente se aflojará. Inculcar a niños pequeños las variadas falsedades (diferentes entre sí, nótese) de las grandes religiones es abuso infantil y un escándalo. Desafiemos a la religión a dejar en paz a los niños hasta que sean adultos, momento en el cual se les podrán presentar los elementos básicos de la religión para que los mediten con madurez. Por ejemplo: dígasele a un adulto de inteligencia promedio y hasta ese momento libre de lavado cerebral religioso que en alguna parte, invisible, hay un ser en cierta manera como nosotros, con deseos, intereses, propósitos, recuerdos y emociones de ira, amor, venganza y celos, pero sin ninguna de nuestras fallas como la mortalidad, la debilidad, la corporeidad, la visibilidad, la limitación del conocimiento; y dígasele que este dios mágicamente embaraza a una mujer mortal, que luego da a luz a un ser especial que realiza variados prodigios, antes de partir hacia el cielo. Elijamos qué versión de la historia contar: que un Rey del Cielo embarace —veamos— a Danae o Ío o Leda o a la Virgen María (etc. etc.), y que de allí resulte una progenie destinada al paraíso (Hércules, Cástor y Pólux, Jesús, etc. etc.), o cualquiera de las otras formas de esas mismas exactas historias en las mitologías de Babilonia, Egipto u otras… y luego preguntémosle cuál de ellas desea creer. Se puede garantizar que tal persona dirá: ninguna de ellas.
Así pues, para no ser un ateo “fundamentalista”, ¿cuál de las absurdeces sugeridas en el párrafo precedente debería un ateo pasar discretamente por alto? ¿Sería un “ateo moderado” uno al que no le importe cuántos cientos de millones de personas han sido dañadas profundamente por la religión a lo largo de la historia? ¿Debería ser uno que sonría con indulgencia ante la antipatía de los sunnitas hacia los chiítas, los cristianos por los judíos, los musulmanes por los hindúes, y todos ellos por cualquiera que no crea que el universo es controlado por poderes invisibles? ¿Es un ateo aceptable (para los creyentes) aquél que considera razonable que la gente crea que los dioses suspenden las leyes de la naturaleza ocasionalmente para responder a plegarias personales, o que para salvar el alma de alguien de cometer más pecados (especialmente el de herejía) es conveniente para sus intereses asesinarlo?
Tal como están las cosas, ningún ateo debería darse ese nombre. El término ya es un pase libre para los teístas, porque invita a un debate en su propio terreno. Un término más apropiado es “naturalista”, el cual denota a alguien que considera que el universo es un reino natural, gobernado por leyes naturales. Esto apropiadamente implica que no hay nada sobrenatural en el universo: ni hadas ni duendes, ni ángeles ni demonios, ni dioses o diosas. Bien podríamos llamar a estas personas “anhadistas” o “aduendistas” tanto como “ateos”; tendría el mismo significado o falta de él. (La mayor parte de la gente, sin embargo, olvida que la creencia en hadas era común hasta comienzos del siglo XX; la Iglesia luchó una larga y dura batalla contra esta superstición competidora, y ganó en gran medida gracias a —ya lo adivinó el lector— las escuelas y jardines de infantes fundados en la segunda mitad del siglo XIX.)
Según el mismo criterio, por lo tanto, la gente con creencias teístas deberían llamarse sobrenaturalistas, y se les puede dejar a ellos la tarea de intentar refutar los hallazgos de la física, la química y las ciencias biológicas en un esfuerzo para justificar su afirmación de que el universo fue creado y está a cargo de seres sobrenaturales. Los sobrenaturalistas adoran afirmar que algunas personas irreligiosas se vuelven a la oración cuando están en peligro mortal, pero los naturalistas pueden responder que los sobrenaturalistas típicamente depositan una gran fe en la ciencia cuando se encuentran (digamos) en un hospital o un avión, y con mucha mayor frecuencia. Pero por supuesto, como devotos de la idea de que todo es consistente con sus creencias —incluso las refutaciones aparentes de las mismas—, los sobrenaturalistas pueden afirmar que la ciencia misma es un don de dios y justificarse así por hacerlo. Entonces deberían, sin embargo, recordar a Popper: “Una teoría que lo explica todo no explica nada.”
Para terminar, vale la pena señalar una táctica retórica relacionada y característica de las personas con fe. Se trata de su intento de describir el naturalismo (ateísmo) como una “religión”. Pero por definición una religión es algo centrado en la creencia en la existencia de agentes o entidades sobrenaturales en el universo; y no meramente su existencia, sino su interés en los seres humanos de este planeta; y no meramente su interés sino su interés particularmente detallado en lo que los humanos vestimos, lo que comemos, cuándo lo comemos, lo que leemos o vemos, qué cosas tratamos como limpias o impuras, con quién tenemos sexo y cómo y cuándo; y así para una multitud de otras cosas, como la invisibilización de las mujeres bajo una vestimenta envolvente, o pegarse cajitas a la frente o repetir ciertas fórmulas de memoria cinco veces al día, etc. etc., sin fin a la vista, y con amenazas de castigo si uno hace cualquiera de esas cosas mal.
Pero el naturalismo (el ateísmo) por definición no supone tales creencias. Cualquier cosmovisión que no presuponga la existencia de algo sobrenatural es una filosofía, o una teoría, o como mucho una ideología. Si es cualquiera de las dos primeras, en su mejor expresión aceptará como ciertas las cosas en proporción a la evidencia que existe para aceptarlas, conocerá que cosas podrían refutarla y estará lista para revisarse a sí misma a la luz de nuevas evidencias. Ésta es la esencia de la ciencia. No es sorprendente que no se haya combatido ninguna guerra, ni instigado ningún pogrom, ni nadie haya sido quemado en la hoguera, a causa de teorías rivales en la biología o la astrofísica.
Y uno puede conceder que la palabra “fundamental” sí se aplica, a fin de cuentas: en la expresión “fundamentalmente sensato”.
El ateo no fundamentalista es el famoso "no creo pero RESPETO", el ateo que "no molesta" a los creyentes. Generalmente suele hablar peor del ateo fundamentalista que del religioso, porque el religioso tiene algo del que el ateo carece y por lo tanto tiene más valor.
ResponderEliminarMuy buenos el artículo y el primer comentario.
ResponderEliminarTotalmente en desacuerdo contigo. Tu punto de vista ubica en primer término y como dueño del mundo al religioso y el ateo no debería "molestarlo", pero olvidas que en nuestra sociedad(suciedad?) mayoritariamente religiosa se afirman cosas absurdas como las citadas en el artículo.
ResponderEliminarPor último ¿Qué es lo que tiene más valor en el religioso?¿Ser creyente de absurdos? Son creencias en absurdos, sin ninguna evidencia y con absoluta falta de sentido común Si lo hago evidente ¿Soy ateo fundamentalista o simplemente hago notar la realidad?
Primero habrìa que definir que es un fundamentalista. Yo lo entiendo como alguien que a pesar que le están mostrando pruebas que está equivocado respecto de algún tema, insiste en su error. Si esa es la definición, los ateos que han llegado a esa convicción mediante el uso de la razón, no podrían ser fundamentalistas, ya que debieran estar al menos abiertos a escuchar argumentos en contrario a lo que postulan. Sin embargo, si una persona es atea porque nació en un ambiente ateo, y no tiene costumbre de hacer trabajar su cerebro, por supuesto que puede cegarse a escuchar razones en contrario, y pasará a ser un fundamentalista ateo.
ResponderEliminaro nos podemos a
ResponderEliminarblasfemar con más energía o acabaremos viviendo en una pesadilla en donde el
increíble batiburrillo de creyentes nos impongan sus absurdas y dementes ideas. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/08/intolerancia-atea-frente-la-dictadura.html
saludos querido amigo bloguero soy el propietario del blog
ResponderEliminarhttp://elcreyenteracional.blogspot.com.es/ y me gustaría a invitarle un
deabte sobre la existencia de Dios u algun tema relacionado gracias y un
cordial saludo.
De hecho el tiene razon pero ignora algo: si bien respetar la decision de otras de tener creencias sea cuales sean es razonable(es su vida) pero que los fundamentalistas cristianos viven en dos posiciones contradictorias pero convenientes: piensan que lo suyo es una fe pero a la ves piensan que tienen la razon y que estan en lo correcto
ResponderEliminarY segundo respecto varia mucho de forma en forma y puede ser de "respeta mi derecho a creer" a "callate a lo que te digo"
El problema con el uso de "lateo fundamentalista" es que es un simple termino atrapatodo para decir "ateos que hacen cosas que me fastidian" lo cual puede ser de todo, por lo cual mas o menos traigo los uso que los creyentes hacen
ResponderEliminarEl cretino: es el equivalente al creyente juzgador, muchos creyentes se quejan de que el ser ateo se vuelve para algunos una especie de carta que te dice "putea todo lo que tu quieras" la diferencia aqui entre el creyente y el ateo es que el creyente se prove a si mismo de un velo de buenas inenciones(o eso piensa) sobre porque tu estas equivocado mientras el otro usa el ateismo como un carta blanca para ser un cretino
el pro activo: este es el equivalente al evangelico de puerta en puerta o el testigo de jehova y es usado generalmente por los moderados o como me gusta decirlo, creyentes situacionales es decir aquellos que creen sencillamente porque las condiciones le dan para ello mas que alguna revelacion interna, estos creyentes llevan su fe como algo apenas distintivo, ya sea porque asi es su comunidad o porque en realidad no lo piensa mucho, fuera de lo positivo de su religion son tan apaticos de ello como todo los demas(y por eso la consternacion de los conservadores) o aquellos que deciden ser un creyente hecho en casa(el tipico "creo en dios pero no en la iglesia") para ellos que los ateos se hagan tan publicos es una reaccion no tan distinta del evangelico que llama de puerta en puerta, es irritante y molesto, pues ya que si occidente permite la oportunidad de los que no creen de poder estar sin problemas(relativamente hablando) entonces para que insistir?
y el sabelotodo: para mi este es lo que un fundamentalista representa, alguien que mas que tener fe, piensa que la razon esta de su lado y todo el mundo debe simplemente darse cuenta y pronto, es alguien que trata a los demas con condesendencia mientras les explica porque estan mal, alguien que alinea a los demas dependiendo de que tanto ellos acceden o no a estar de acuerdo con el
ahora, el problema con esto es que si bien los ateos de tiempo en tiempo actuan asi, ignoran que el ambiente religioso no es tanto de tolerancia sino de condesendencia, pues los religiosos tiende a expresar su fe repetidas veces y se les espera que sean respetado cada expresion, es como un cristiano me dijo "frente a los profeta solo puedes aceptar lo que dices o no creerles" la duda o el cuestionamento jamas se les cruza, por eso en ese caso termina creando el ateo docil que lo que el creyente espera, uno aquel que nada dice,nada ve pero que todo escucha
Tengo un conocido que, cada vez que puede, orina en las puertas de las iglesias a la madrugada, escupe a cada estatua de virgen que se cruza, que elige a sus amistades en función de qué tan ateas o inteligentes sean, que dice "odiar" a los creyentes, que dice tener siempre la razón (aún cuando hasta hace poco creía que el sexo anal no transmitía el VIH), y que trata de imponer el ateísmo a todo el que tiene por delante (aún cuando esa persona sea su profesor de filosofía, e implique literalmente acosarlo a la salida de la escuela).
ResponderEliminarLos conocidos creyentes que tengo, dicen que es un "ateo fundamentalista", pero en mi opinión confunden fundamentalismo con ser un imbécil con el ego que solo un argentino tendría.
Viene bien el siguiente párrafo :"Yo digo que ambos somos ateos. Yo sólo creo en un dios menos que tu. Cuando entiendas porqué tu deshechas todos los otros posibles dioses, entonces entenderás porqué yo deshecho el tuyo".
ResponderEliminarStephen F. Roberts"
Respeto el que tengan una creencia. El tema es que te la quieren imponer.
Lo cierto es que para ser un imbecil es requisito creer en algo, por eso talvez tu conocido "cree" tener la razón, ya que entre la gente pensante, lo más comun es ver que estamos llenos de dudas.
ResponderEliminarNo me queda claro que es lo que entiendes por respetar? No es respetable que alguien tenga una creencia, es respetable que alguien sepa carpinteria (ni hablemos de fisica cuantica) porque la diferencia entre lo uno y lo otro es que saber algo requiere dedicacion, esfuerzo, años en el oficio. Para creer en algo no se necesita nada, es mas, el requisito es ese mismo, no necesitar de nada, por tal el creyente en su comoda postura de creyencias (con Y intermedia) no les importa si lo que hacen es correcto, solo mantener su postura y eso no es algo digno algo de respeto ni consideración.
ResponderEliminarHay... el estado de "creencia" le puede suceder a cualquier individuo, al menos les sucede comunmente a los niños. Y yo no tengo porqué lidiar con la creencia de los demás, pues si ellos la tienen es su problema. Cómo digo, el conflicto surge cuando te la imponen (no seamos tan ingenuos) dicha imposición es bastante interesada, yo no lo veo todo por el lado de la fe, sino de los viles negociantes que la mantienen.
ResponderEliminarquien te pensas que sos para decir que los argentinos tenemos un ego como el estúpido de tu amigo, capas que vos sos mas tarado que el por seguir siendo el amigo y calificar así a los argentinos!
ResponderEliminary la nariz, no te olvides de la nariz :D
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