miércoles, 11 de agosto de 2010

Apoyo el Día del Orgullo Primate

El blog Sin dioses propone que el 24 de noviembre sea el Día del Orgullo Primate, un día “para reivindicar nuestra pertenencia al grupo de los primates, y nuestro origen evolutivo”. La fecha se eligió porque es el aniversario de la publicación de la obra seminal de Charles Darwin, El origen de las especies, y del trascendental descubrimiento de “Lucy”, el más completo fósil de Australopithecus afarensis. Se puede expresar apoyo a esta celebración en un grupo de Facebook a tal efecto.

Y no se trata meramente de un día de difusión de la teoría evolutiva, ni tampoco un día para comportarse como un mono. Permítaseme explicar lo que pienso.

Comparto con muchas personas el sentimiento de curiosidad, deleite y diversión al observar monos, sean monos sudamericanos con cola o chimpancés africanos, gorilas o titíes, los flacos y negros monos araña o los gordos orangutanes color naranja o canela, en vivo o por televisión. Yo sé lo que veo en ellos. Pero ¿lo saben los demás?

Para los europeos que los vieron por primera vez al colonizar África y América, deben haber sido toda una sorpresa. No puedo ni imaginar qué habrán pensado los primeros humanos modernos al (re)encontrarse con ellos. Antes de Darwin, el obvio parentesco que nos une debe haber sido inconscientemente suprimido por la necesidad de no vernos reflejados en los primates “inferiores”. En vez de ver nuestra ascendencia, veíamos en ellos un remedo de nosotros, amos del mundo y pináculo de la Creación. Entiendo que mucha gente, un siglo y medio después de El origen de las especies y aun en esta época de reveladoras secuencias de ADN, sigue viéndonos y viéndolos así. Y no hablo de esos obtusos de Dios, de los ignorantes de proporciones bíblicas, que vienen un poco de nuestro pasado católico integrista, otro poco del moderno fundamentalismo de exportación norteamericano.

Ocurre que la mayoría de los seres humanos no tienen mucha idea de lo que significa la evolución, y eso incluye a los que supuestamente sí saben de qué se trata y “están de acuerdo” y “creen” en la evolución (como si se pudiera estar en desacuerdo con la realidad). La culpa de esto la tienen tanto la educación como las limitaciones de la imaginación propias de cada uno. Por eso es importante este Día del Orgullo Primate.

Pariente lejano de quien escribe
El día no se trata, claro está, de sentir orgullo por ser parte de una determinada estirpe animal. Mal puedo enorgullecerme de tener pulgares oponibles o un cerebro grande en proporción a mi peso corporal, ya que no he hecho nada para que fueran así, o para merecerlos. Como en el caso del “orgullo gay”, aquí no se trata de sentirse privilegiado o de ensoberbecerse, como sugiere la palabra, sino de reconocerse y afirmar lo que uno es, sin vergüenza ni medias tintas. Somos primates, parientes cercanos de esos graciosos, desgraciados chimpancés de los circos de antaño, primos lejanos de los monos que aúllan en la alta fronda de la Amazonia, tataranietos de los mismos seres que engendraron a los huidizos lémures de Madagascar. Y nuestra herencia es aparente en cómo nos movemos, cómo gesticulamos, cómo copulamos, cómo compartimos nuestra comida, cómo mentimos y manipulamos, cómo nos seducimos, cómo nos unimos y cómo nos separamos.

Ahora bien, el hecho de que esta herencia nos sea común con animales que muchos consideran bestias irracionales, movidas por el instinto, nos fuerza a admitir que nosotros, los Homo sapiens, no somos seres superiores, y que nuestra civilizada sociedad y nuestras costumbres más caras no son fruto del raciocinio puro. La novelista Ann Druyan (última esposa del difunto Carl Sagan) comentaba en 1997, al recibir un premio como “Heroína del Librepensamiento”:
¿Quién podría tomar en serio el derecho divino de los reyes después de observar la sociedad de los chimpancés y ver cómo todos los machos se humillan ante al macho alfa? […] La primera vez —después de que Carl y yo escribiéramos Sombras de antepasados olvidados, luego de años sumergiéndonos en la literatura científica sobre la organización social de los primates— que vimos un discurso sobre el Estado de la Nación, con el Presidente entrando y caminando por el pasillo y todos esos hombres tratando de que el Presidente los tocara, ¡[nos dimos cuenta de que] es exactamente la manera en que se comportan los chimpancés! Por eso es que la ciencia es tan subversiva…
Este descubrimiento nos trae humildad, que no humillación: la humildad de saber cuál es nuestro puesto en el esquema de la naturaleza, una humildad que no excluye el orgullo sino que lo complementa, lo equilibra, y nos permite reconocer y reconciliarnos con nuestros errores, nuestra propia estupidez, nuestras debilidades.

La clase equivocada de orgullo, que sostienen los que creen que somos creaciones especiales de una divinidad que hizo todo el universo en nuestro beneficio, no puede resistir ante el conocimiento de nuestra ascendencia y nuestros lazos con su azaroso pasado. Pero nos queda el muy correcto orgullo de pertenecer a una estirpe que ha prosperado, que se ha diversificado y que ha producido, por primera vez en la historia (hasta donde sabemos) individuos capaces de reflexionar sobre su propio origen: una estirpe que ha logrado ponerse a sí misma en su lugar.

15 comentarios:

  1. Tu pariente lejano es un Aye-Aye.
    Es un lemúrido en peligro de extinción gracias a la estupidez humana y tener la desgracia de ser feo.
    La gente cree que es un demonio y lo mata por eso.

    chucha!, me entró la pena por el pobre aye...

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  2. Te encuentro toda la razón Jubeca menos en lo feo.
    La desgracia de ser feo no existe mas que en los canones de belleza social, mas no en la naturaleza.
    En la naturaleza existen diferencias y no fealdad.

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  3. Muy de acuerdo contigo Iván, precisamente esos 'feos' bichos pueden ser nuestros parientes y mucha gente desprecia este origen porque no conciben que nuestra especie pueda tener conexión con estas criaturas.
    Los más ignorantes tienen la idea que salimos directamente de un 'feo', peludo y 'estúpido' chimpancé y por eso se niegan a aceptar la evolución ya que no encuentran la similitud de estos monos con nosotros...bueno habría que detenerse un poco en lo de estúpido.

    Saludos

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  4. "aquí no se trata de sentirse privilegiado o de ensoberbecerse, como sugiere la palabra, sino de reconocerse y afirmar lo que uno es, sin vergüenza ni medias tintas"

    Exacto. Más preciso sería llamarlo "día de la no-vergüenza primate", aunque es un título poco sugerente.

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  5. ¡Hola, Pablo! ¿Todo bien?
    De más está decir que apoyo la iniciativa.
    Iba a pedirte un favor. Estoy haciendo un blog, para denunciar circunstancias incomodas, en escuelas confesionales, y luchar por la educación laica en las escuelas públicas. Me preguntaba si podrías ayudarme a hacerle propaganda. Desde ya, muchas gracias. Saludos.

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  6. Niflheim: ¿y cuál es la dirección de tu blog?

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  7. Hola.

    En un todo de acuerdo.

    Sin embargo, debo decir que muchos cristianos estàn A FAVOR de la teorìa Darwiniana.

    No todos los creyentes son oscurantistas como el amigo Benedicto y su pandilla. O responden a los "Tele-evangelizadores". (Las cosas que se dicen en nombre de Dios!)

    Personalmente, creo que pueden convivir ambas
    creencias.

    Prefiero ser mono, y no como me dicen los chinos, (por el horòscopo) que soy "Rata".

    (Aunque el AYE, sinceramente, es poco fotogènico)

    Saludos. Buen blog.

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  8. Gaucho: la cuestión no pasa por la religión sino porque, como dije, muchos están "de acuerdo" con la teoría, pero en realidad ni siquiera la conocen más que en su versión popular, ni están conscientes de sus implicaciones. Por otra parte, un cristiano, si es cristiano, no puede sino ser creacionista. Creer que Dios trabaja a través de la evolución y que el hombre tiene un alma porque es diferente a todos los otros animales también es creacionismo, apenas un poco más refinado.

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  9. Perdón, creí que te ibas a dar cuenta en el perfil, pero después me di cuenta que no lo había habilitado, mil disculpas.
    El blog es http://denuncias-educacion-religiosa.blogspot.com
    Saludos!

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  10. Pablo, me gusta mucho la inciativa. ¿Te parece mal si copio la imagen en mi blog para hacerle publicidad también? Obviamente, con un link a tu artículo.

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  11. Nicolás: la imagen no es mía, pero entiendo que es de uso libre. La campaña alienta a los que se unan a crear sus propias imágenes o logos, o bien podés usar ésta. No te olvides de enlazar también el sitio web de origen y al sitio en Facebook. ¡Saludos!

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  12. (((Exacto: Tu pariente, es El aye-aye (Daubentonia madagascarensis, antes Chiromys madagascarensis) es un primate estrepsirrino endémico de Madagascar, emparentado con los lemures. Su estrafalaria apariencia hace que se le considere el principal responsable del origen de la palabra "lémur", que quiere decir en latín "espíritu nocturno". El aye-aye es el único representante vivo de su género, familia (Daubentonidae) e infraorden (Chiromyiformes), lo que deja bien a las claras su extrema rareza. Sólo se conoce otra especie próxima al aye-aye, el aye-aye gigante (Daubentonia robusta), que se extinguió hacia 1920))).

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  13. Una idea más al respecto: http://bit.ly/aOUFHZ

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  14. Ðavid: la verdad es que la idea del "Orgullo X" (donde X es cualquier grupo o calificación que uno desee) nació con ese nombre por alguna razón histórica, y ha quedado así en la cultura de una manera en que no han quedado otros posibles nombres como "Honor X" o "Dignidad X".

    Por otra parte, "Honor" es una palabra formal y suena a algo que te conceden los demás, en vez de una convicción propia. Y "Dignidad Primate" suena, por analogía, a un grupo de defensa de los simios contra la injusticia, cosa que esto no es. Es mi idea, al menos. No sé qué pensarán los organizadores, pero dudo que vayan a cambiar el nombre a esta altura.

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  15. Pues yo no es que me sienta superior a estos animales, me siento inferior... fijaos a qué grado de degeneración hemos llegado que consideramos este planeta como de nuestra propiedad y estamos arrojando piedras, cada vez más pesadas, sobre nuestra propia casa, hasta el punto que al final no quedará de ella ningún indicio. No me sabe mal por nosotros, pero sí por los animales con los que compartimos nuestro hábitat.

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