miércoles, 17 de agosto de 2011

Efemérides del 17 de agosto


Un día como hoy, 17 de agosto, en 1959, nació Vernon Wayne Howell, más conocido por el nombre que adoptó más tarde y con el que entró a la posteridad: David Koresh. Cuando murió en un incendio posiblemente autoprovocado, junto con 54 adultos y 21 niños encerrados con él en un rancho en Waco, Texas, terminó una historia que todavía nos impresiona, aunque no es sino un brote pequeñísimo en el inmenso árbol de las locuras religiosas.

En su defensa sólo se puede decir que la vida nunca le sonrió: nacido de una madre adolescente abandonada por su pareja dos meses de nacer su hijo y vuelta a emparejar con un alcohólico violento al poco tiempo, dejado luego a su vez por su madre —a los cuatro años— en manos de su abuela, y según él víctima de violación en su niñez, Koresh tenía pocas posibilidades de lograr cualquier tipo de notoriedad; el destino o la casualidad se la dieron de la peor forma.

Koresh era un “cristiano renacido”, según él, en una iglesia de la Convención Bautista del Sur (la misma denominación que los infames televangelistas Jerry Falwell y Pat Robertson). Se hizo miembro de los Adventistas del Séptimo Día y luego pasó a los davidianos, una secta que había sido expulsada en 1930. George Bernard Shaw dijo una vez que el martirio es la única manera en la que un hombre puede hacerse famoso sin tener habilidad para nada; Koresh la tuvo al menos para crear una secta dentro de otra secta, hacerse de jóvenes de las que abusar sexualmente y acumular una gran cantidad de dinero. Las doctrinas que predicaba no eran en absoluto extrañas al cristianismo ni muy distintas de las de los adventistas mismos o las de miles de otras congregaciones religiosas que hoy florecen en Estados Unidos y el mundo; lo que las hizo letales fue el culto a la personalidad de Koresh, que no se limitaba a ser un megalómano ni un simple pervertido sexual (cosas nada infrecuentes entre los líderes religiosos) sino que tenía plena conciencia de la necesidad de contar con medios violentos de defensa para el día en que las autoridades vinieran por él.

Para no dejar las citas famosas, podemos terminar con una de Umberto Eco que es singularmente pertinente: “Témele a los profetas y a aquellos preparados para morir por la verdad, ya que como regla hacen que muchos otros mueran por ellos, con frecuencia antes que ellos, y a veces en vez de ellos.”

1 comentario:

  1. Es penoso lo de los niños porque tal vez eran muy inocentes e incapaces de saber con que imbéciles estaban, pero por todos los demás, no se perdió nada; mas bien ya no contagian mas.

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