Solución al problema del último post:
Por si alguno no entendió o no pudo o no quiso leer el artículo en inglés, así fue la cosa.
Acto I. Webster Cook, un estudiante universitario, asiste a misa y decide llevarse la hostia consagrada que le da el sacerdote, en vez de tragársela, aparentemente para mostrársela a sus amigos no católicos. Una mujer lo ve, intenta hacerle abrir la mano y devolver la hostia, se produce un forcejeo. Cook escapa con la hostia.
Acto II. Cook recibe múltiples pedidos de devolución de la hostia consagrada, con distintos grados de severidad. Ante su negativa inicial recibe también insultos y amenazas de muerte. El asunto escala hasta involucrar a la Liga Católica, organización religiosa norteamericana.
Acto III. PZ Myers, un prolífico blogger norteamericano, profesor universitorio, científico, divulgador, escéptico y ateo confeso, escribe un duro artículo burlándose de los fanáticos católicos que comparan la sustracción de la hostia consagrada con un secuestro y con un "crimen de odio", y propone que dejen en paz al muchacho (que ya ha devuelto la hostia) y que le hagan llegar a él unas cuantas, para poder mostrarles a todos lo que es profanar verdaderamente el Cuerpo de Cristo.
Acto IV. Myers recibe decenas de e-mails insultándolo, pidiéndole que renuncie a su trabajo, y amenazándolo de muerte, con sanciones legales y castigos sobrenaturales. El promotor de esta campaña (que, recordemos, comenzó por el supuesto maltrato sufrido por una simple oblea redonda de pan sin sal) es Bill Donohue, líder de la Liga Católica, que organiza una campaña de firmas para pedirle a la universidad donde trabaja este blogger que lo despida. La blogosfera reacciona con una contra-campaña de apoyo.
Y la moraleja es doble: en primer lugar, si hemos de aplicar el sabio aforismo cristiano "por sus frutos los conoceréis", queda claro que hay muchos católicos violentos e intolerantes, y muy pocos católicos "moderados" con cojones suficientes para contradecir a sus hermanos más fanáticos; en segundo lugar, que (según el dicho de Christopher Hitchens) es claro que la religión lo envenena todo, porque de lo contrario no se explica que personas que se jacten de servir a un Dios de paz y amor hostiguen y amenacen de manera tan terrible a quienes no aceptan su desquiciada fantasía de un pedazo de galleta que se transforma en el cuerpo de un profeta judío muerto hace veinte siglos.