sábado, 26 de julio de 2008

Críticas de las otras

Hay críticas constructivas, con las que puedo estar de acuerdo (y aprovecharlas) o no (pero que las aprecio). Y hay de las otras, como las que acabo de recibir, especialmente en referencia al asunto de la galletita mágica. Como Ernesto, que las escribió, dejó dicho que no iba a leer más este blog, esto no debe entenderse como una réplica a él, aunque desde luego, como dice el dicho, el que se va sin que lo echen etc. Por propósitos retóricos voy a dirigirme a Ernesto, aunque esto vale para todos lo que coincidan con sus ideas.

Dice Ernesto: "No entendés nada de religión y se te da por opinar de lo que no entendés." En un nivel muy superior al mío, esta crítica la he visto dirigida a los líderes del "Nuevo Ateísmo" anglosajón, especialmente Richard Dawkins, a quien le han reprochado que habla en contra de Dios sin molestarse en leer con detenimiento los sesudos "estudios" de los teólogos. Dawkins, dicen, ataca lo más pedestre de la religión, selecciona lo ridículo, se ríe de los inevitables fanáticos pero no trata con la verdadera religión ni con los sofisticados argumentos de los académicos, "expertos en Dios".

Primer punto: algo entiendo de religión, quizá no tanto como un teólogo o un antropólogo especializado en religiones, pero seguramente y sin falsa modestia, mucho, muchísimo más que el tipo promedio de la calle e incluso que el feligrés católico promedio. Estuve expuesto a la religión y fui indoctrinado en ella; tuve que pensar y meditar para reconocerme y justificarme como ateo; no se me ocurrió un día porque sí. Leo. Me informo. Estoy bastante seguro que la mayoría de los catequistas y muchos de los curas católicos no sabrían decirme, por ejemplo, qué es la cláusula del Filioque o en qué consistió la herejía de Pelagio. Yo lo sé porque me leí un ladrillo de libro sobre la historia del cristianismo. Y siempre estoy dispuesto a aprender.

Segundo punto: infinidad de veces he oído que la fe supera al entendimiento, que los sencillos de corazón están más cerca de Dios, etc. etc. y toda esa mierda oscurantista y anti-intelectual que viene desde las mismísimas epístolas de Pablo. "No me hace falta prueba científica, no tengo la obligación de argumentar ni entender para afirmar que Dios existe y me ama, demandar pruebas es soberbio." ¿Los creyentes tienen, entonces, derecho a pretender hacernos creer cualquier estupidez, pero los ateos tenemos que dominar toda su voluble "teología" para dudar de sus creencias? Es una tontería, un insulto a la inteligencia. Un tipo que amenaza a otro de muerte porque el otro le secuestró a un hijo es comprensible. Un tipo que amenaza de muerte y le desea tortura eterna a otro por causa de un pedazo de pan (cualquiera sea su valor simbólico) es un fanático, un salvaje ignorante, y en cierta forma un loco. Ni toda la teología del mundo, por más que me la creyera, debería convencer a un ser humano decente de lo contrario.

El tema de la intolerancia y la ofensa a las creencias: dice Ernesto que al llamar "galletita" a lo que los católicos creen que es realmente el Cuerpo de Cristo, ofendo a quienes nada me hicieron. Bien. ¿Y? El Papa aprovecha cada ocasión posible para predicar que los ateos somos una plaga y que todos los que no estamos de acuerdo con las políticas de la Iglesia Católica queremos destruir la familia y todos los valores morales humanos. Me ofende. No me daña. Me lo tengo que aguantar. Eso es tolerancia. Si estuviera en su mano, ¿alguien duda que el Papa no haría exterminar a todos los que no quisieran convertirse al catolicismo? ¿Alguien puede dudar de que esto ya sucedió repetidas veces? Tolerancia y respeto es lo que toda religión demanda cuando está en minoría o cuando no domina el poder temporal.

Ni siquiera debería dignarme a hablar del "fanatismo de la razón", pero lo voy a plantear así: a mi madre, mi padre, mi hermano, mi novia, mis amigos más cercanos, les puedo creer 99% de lo que me dicen sin que me den argumentos racionales. A otra gente en la que confío, hasta cierto punto, podría darles un cierto espacio, pero no tanto. Al resto del mundo, si el asunto es importante, le pediré razones, las voy a exigir, porque para eso tengo sesos.

Pregunta Ernesto de dónde saco que el 85% de la población mundial no cree en la transubstanciación. Es fácil. Más de tres cuartas partes de la población mundial no es católica. Y de los que se dicen católicos muchos no creen en la transubstanciación, por la simple razón de que ningún catequista o sacerdote les ha dicho que deben creer en ella. Vagamente saben que la hostia es el "Cuerpo de Cristo", pero nunca se han planteado si esa frase es metafórica o simbólica, o cómo podría ser de otra manera. Dije un número que me pareció sensato. Creo que fui generoso.

Bien está hacer notar, como hace Ernesto, que las mayorías no definen la verdad. Eso no fue lo quise decir. Lo que quise decir es que para la mayoría de los seres humanos, la transubstanciación es una extraña superstición, una falsedad obvia, o una ridiculez. Igual que considerar sagradas a las vacas, o que la prohibición de comer cerdo, o que la inmensa mayoría de los ritos, tabúes y dogmas de todas las religiones que no son la propia. Los que siguen una religión particular no parecen darse cuenta de esto, es como si nunca intentaran cambiar de punto de vista.

Tengo muchísimo más para añadir. Continuará...