miércoles, 22 de abril de 2009

Y sin embargo se mueve

Un nuevo libro, Galileo y El Vaticano, derriba la "leyenda negra" surgida sobre el científico italiano y la Iglesia Católica, según la agencia noticiosa ACI. (En el léxico católico, "leyenda negra" es toda visión del pasado reciente o lejano que deje mal parada a la Iglesia, sea históricamente cierta, dudosa o falsa.)

Quizá sorprenda a algunos que yo no considero el caso Galileo como un escándalo que merece ser repetido y exagerado hasta convertirlo en una horrible mancha en la historia de la Iglesia. El desarrollo del caso fue complicado y en él se mezclan la política, cuestiones de rivalidad personal y profesional, y la buena o mala disposición de los participantes, además de la teología. Pero no fue distinto de infinidad de otros casos en los que la interpretación literal de las Escrituras o el simple miedo al saber científico de teólogos, filósofos y clérigos enrolados en una u otra rama del cristianismo fueron la clave de la supresión del conocimiento, a veces de manera violenta.

Galileo Galilei fue condenado (repasemos) por defender el heliocentrismo, es decir, la idea de que el Sol es el centro del Sistema Solar y que la Tierra gira en torno a él. La idea contraria, prevalente en su época y apoyada por la interpretación literal de las Escrituras, era el geocentrismo, en el cual la Tierra era el centro.

En 1992, apenas tres siglos y medio después del episodio, el Papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que cometieron los que juzgaron a Galileo (la Iglesia no cometió ningún error!). El revisionismo quiso que hace poco se propusiera que Galileo fuera una especie de "patrono" del diálogo ciencia-fe. Y este libro viene a completar esa reescritura del pasado.

Galileo trabajaba contra la intuición (¿no vemos toda la bóveda celeste girar en nuestro torno?) y no tenía una teoría que explicara el movimiento de los planetas, ni certeza total de lo que estaba diciendo. Pero había una teoría (la de Copérnico), y además Galileo tenía un telescopio y la capacidad de observar, calcular y trazar hipótesis. La ciencia de Galileo, no obstante, no podía darle a los inquisidores la certeza que ellos demandaban.

A Galileo se le ordenó, primero, no discutir sus hipótesis en público, ya que contradecían la letra de la Biblia y la tradición teológica. Podía hablar de ellas con otros científicos, en privado, pero no debía debilitar la fe de los simples en la verdad escritural. Luego se le dijo que, no teniendo pruebas definitivas, debía abstenerse de hablar del heliocentrismo como un hecho; Galileo, rebelde, escribió un libro donde se trataban ambas hipótesis rivales, pero favoreciendo de tal manera al heliocentrismo (¿cómo iba a ser de otra manera?) que constituía una burla a los censores.

Lo llevaron ante la Inquisición. No lo torturaron, pero le mostraron los instrumentos con que lo harían. No lo encarcelaron, pero lo obligaron a permanecer bajo arresto domiciliario y (más importante, probablemente, para él) le prohibieron difundir sus ideas, tanto pasadas y presentes como las que pudiera tener en el futuro. La leyenda negra habló de tortura, prisión, sometimiento feroz y humillación. Esta historia, la verdadera, muestra a Galileo no como víctima o mártir, lo que la Iglesia nunca deseó, porque para la Iglesia el martirio es glorioso, sino, paradójicamente, como un rebelde, vehemente y sarcástico, que no consintió en callar y burlarse de la ignorancia y el oscurantismo de sus detractores, hasta que vio amenazada su vida.

6 comentarios:

  1. No conocia con tantos detalles esta historia.

    bien.

    Una pregunta, por simple curiosidad, ¿cuando reconoce la iglesía la heliocentrismo?.

    Saludos cordiales.

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  2. "la"...EL HELIOCENTRISMO, disculpa, me suele pasar.

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  3. A mi lo que menos me gusta del caso es que siempre se resalta el hecho de que Galileo tenía razón, cuando a mi entender habría sido igualmente escandaloso si hubiese estado equivocado, porque lo intolerable es que la iglesia se arrogue el derecho a juzgar las ideas (científicas o no).
    Me parecen mas importantes las miles de personas anónimas que fueron torturadas, asesinadas y expoliadas antes y después de Galileo y por las cuales ningún papa ha pedido nunca perdón.

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  4. El libro de Copérnico, De revolutionibus, fue sacado de circulación en 1616 (una versión "corregida" nunca vio la luz). El Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo de Galileo fue prohibido en 1633. Por lo que entiendo, en 1758 se permitió la publicación de obras favorables al heliocentrismo, y en 1822 se permitió la discusión de esta teoría por escrito, pero las obras de Copérnico y Galileo mencionadas arriba no fueron retiradas del Index Librorum Prohibitorum hasta 1853. El Index no se abolió formalmente hasta 1966 (!). En este proceso, sospecho yo, hubo partes iguales de burocracia y de negación (de reconocer los errores).

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  5. A lo que dice Anónimo más arriba: efectivamente, Galileo podría haber estado equivocado, pero eso hubiera sido parte del proceso normal. Es curioso cómo la Iglesia condenó a Galileo por defender como un hecho lo que era sólo una hipótesis, mientras que nunca examinaron el motivo de su propia oposición a las ideas heliocéntricas, que era en parte las Escrituras y en parte la tradición de Aristóteles y otros pensadores antiguos: cosas nunca puestas a prueba.

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  6. Es un poco penoso a veces escuchar a gente del mismo bando (ateos y al menos no católicos) repitiendo la leyenda mencionada por Pablo sobre torturas y no falta quien habla de la ejecución de Galileo. En algún punto me parece similar al fenómeno Zeitgeist, que con tal de mostrar cierta opocisión a la Iglesia o refutar la existencia histórica de Jesus, termina haciendo algunas afirmaciones tan gratuitas como las que pretende combatir.
    También comparto lo que dice Anónimo respecto a que no se debería debatir si Galileo tenía o no razón. Alguna vez busqué información y encontré la campana de la Iglesia, en la que se sostenía que si bien luego terminó teniendo razón Galileo, las razones que él argumentaba no eran validas e incluso llegué a leer que en aquel momento y con las evidencias existentes fue más razonable la posición de la Iglesia que la de Galileo. Aún así, lo grave es que se amenace de tortura a alguien por sostener una teoría erronea. Quiero decir, ni aún cuando fuera cierto que Galileo estaba equivocado, y aunque sostuviera que el Sol gira en torno a la Luna, no es la Iglesia la que tiene que decir si esa teoría puede o no repetirse. En ese sentido, la defensa que se hace de la posición de la Iglesia me repugna más que la propia acusación.

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