La Iglesia asume la condena del ex-obispo y abusador sexual Edgardo Storni “con gran dolor”, según Carlos Náñez, arzobispo de Córdoba. Y no se dirá nada más del asunto hasta que la sentencia esté firme. A Storni tampoco le dirán nada, y cualquier condena eclesiástica deberá llegar (si llega) del Vaticano.
Uno podría admirarse, si fuera un fanático, ante la consistencia de las respuestas de la Iglesia Católica a los casos que involucran a sacerdotes u obispos. Primero se los protege y oculta, luego se los defiende, finalmente se asume “con gran dolor” que entre esos hombres de Dios hay abusadores sexuales, violadores de niños, hasta homicidas, y eso es todo. Como mucho se habla de un perdón a medias por las “fallas” de los hombres de la Iglesia, que no manchan su carácter de institución santa y sobrenatural, y se pide “reconciliación”. Quien escucha con atención puede oír, en el trasfondo, no el verdadero dolor o la indignación, sino el disgusto de los clérigos por haber sido descubiertos una vez más.
Storni fue condenado el 31 de diciembre; la noticia llegó a los diarios temprano en la mañana, y seguramente antes a los lugares de poder. Incluso con las festividades de por medio, uno esperaría que las personas importantes, los referentes políticos y religiosos, elevaran su voz para acompañar la condena y para exigir más justicia, más rápida, y más reparación a las víctimas. Hasta ahora sólo ha habido una reacción de ese tipo, la del diputado provincial santafesino Pablo Javkin, quien protestó por la demora del caso: no sólo las dilaciones de los defensores, sino también las excusaciones de los jueces, que se apartaron de la causa aduciendo motivos inadmisibles, como el juez Dardo Rosciani, que invocó su condición de católico para no dictar sentencia. Esas excusaciones fueron aceptadas por la Cámara Penal debido a los apoyos políticos de que gozó Storni.
¿La reacción del Episcopado? Ninguna. Después de unas semanas en la que los obispos no se privaron de salir al aire a hablar del terrible peligro de permitir que se casen de mutuo acuerdo dos adultos del mismo sexo, nos invade ahora un silencio sepulcral ante un hombre condenado por abusar en cuerpo y alma (como quiera que se entienda ese término) de jóvenes que fueron dejados a su cuidado. Los abogados católicos locales, la rancia cúpula de poder conservador de Santa Fe, los demás obispos, el mismísimo Vaticano, ¿no vieron el peligro de —no se preocuparon siquiera por la imagen que daba de la Iglesia— preservar en sus filas a un prelado cuyas actividades ilegales eran un secreto a voces?
http://www.dimitrix.es/Peliculas/documentales.php?do=aselv
ResponderEliminarMe fijé en esta parte:
ResponderEliminar"sino también las excusaciones de los jueces, que se apartaron de la causa aduciendo motivos inadmisibles, como el juez Dardo Rosciani, que invocó su condición de católico para no dictar sentencia."
Eso es equiparable al peor parcialismo partidario político que existe en mi país - donde la corrupción política nos ahoga. Es solo comparable a la Mafia, al Yakuza.
En pleno siglo XXI los seguidores de la "única fe viable" ( obvio cada credo dice serlo) está por encima de las leyes y el derecho fundamental humano. Solo falta que griten: "Dios lo quiereeeee!!!"
Esto en España sería impensable. Nunca se instruiría una causa contra un obispo. Si hablamos de arzobispo, no os cuento.
ResponderEliminarEn España, ni se llegaría a conocer que se había interpuesto demanda o querella.
Sin embargo estamos muy contentos de nosotros mismos. Ufff, lo contentos q estamos!!!!