El artículo es una entrevista a Juan Cruz Esquivel, uno de cuyos trabajos (sobre el gobierno de Carlos Menem) está incluido en el libro. Esquivel es sociólogo e investigador del CONICET, especializado en asuntos como la relación iglesia-estado y la laicidad; fue el coordinador de la primera encuesta sobre actitudes y creencias religiosas en Argentina. Su opinión es que, por más que el kirchnerismo haya sostenido conflictos puntuales con la Iglesia Católica (como el caso Baseotto o la controversia por la propuesta del divorciado Alberto Iribarne como embajador), no se ha avanzado en lo esencial:
Con el gobierno de Néstor Kirchner hubo un punto de inflexión que desplazó a la Iglesia católica de ese lugar de interlocutor privilegiado al momento de definir políticas de sensibilidad eclesiástica. Sin embargo, el matrimonio no avanzó en aspectos legislativos que rubriquen esta nueva modalidad de la relación. […] [H]ay una batería de leyes que datan de la dictadura o antes que reflejan la posición privilegiada del cristianismo en relación con otros cultos. […] Un nuevo gobierno que quiera reestablecer el vínculo simbiótico tradicional no va a necesitar sancionar ninguna legislación, tiene los recursos jurídicos para hacerlo.En otras palabras: se ha tratado de tironeos de poder y peleas verbales entre los Kirchner y el Episcopado, pero no de una verdadera ofensiva contra los privilegios de la Iglesia, que es lo que muchos esperábamos hace casi siete años, cuando Néstor Kirchner asumió el poder.
Hace menos de dos años Esquivel se lamentaba de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no hubiera seguido adelante con la proyectada cancelación del Te Deum tradicional que se celebra en cada aniversario de la Revolución de Mayo, y su reemplazo planeado por una ceremonia interreligiosa, que pusiera en pie de igualdad a todas las creencias que cohabitan en Argentina (¡era mucho pedir que se tuviera en cuenta también a los no creyentes!). No se trata simplemente de una cuestión de laicidad sino del simbolismo de poner a los representantes máximos electos del pueblo bajo el púlpito, sometidos a la mirada y la crítica de funcionarios de una facción religiosa particular, como si los gobiernos necesitaran la legitimación de la Iglesia.
Unos meses antes Esquivel había marcado el mismo punto en un artículo, La Iglesia católica y sus tensiones, preguntándose:
¿En qué fuentes deben buscar su legitimidad los funcionarios de un gobierno y los demás actores del sistema político en el marco de un régimen democrático?Queremos creer que una mayoría de la gente respondería a esta pregunta diciendo: la legitimidad viene del pueblo, y también viene de los principios tomados como universales por casi todos los pueblos, lo que llamamos “derechos humanos”. Pero a juzgar por los estudios que se han hecho, resulta que está naturalizado el que un gobernante pida consejo, si no (extraoficialmente) permiso a las autoridades de la religión mayoritaria, antes de tomar medidas controvertidas; y esto a pesar de que se ha mostrado claramente que la gran mayoría de los creyentes de esa religión lo son apenas de nombre, o no están de acuerdo con ninguna de las doctrinas represivas que su cúpula defiende e impone donde puede.
Para los argentinos, que estamos viviendo una transición política complicada luego de las últimas elecciones legislativas, es importante pensar en lo que Esquivel señala sobre el kirchnerismo, movimiento que se autotitula progresista:
El Frente para la Victoria es un espacio diverso […]. El peronismo tradicionalmente está vinculado al catolicismo y el kirchnerismo es una expresión del peronismo. Muchos de sus dirigentes fueron peronistas antes de Kirchner y lo serán después del kirchnerismo, por lo que sus vínculos con la Iglesia van más allá del actual gobierno.En este marco es fácil entender la reticencia de los legisladores kirchneristas a dar quorum para el tratamiento del proyecto de ley que permitiría los matrimonios entre personas del mismo sexo, reticencia que enfureció comprensiblemente a los activistas en favor de la igualdad de derechos tanto o más que el paso en falso del Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, que primero sorprendió a todos (especialmente a sus seguidores en la derecha dura) negándose a obstaculizar el matrimonio civil entre dos hombres, y luego permitió que un juez (ilegalmente) lo suspendiera.
Nadie quiere pelearse con la Iglesia, sobreestimando quizá el poder real de la misma. El argentino promedio no está pendiente de la religiosidad (o falta de ella) de sus políticos, y no condiciona absolutamente su voto a profesiones de fe o bendiciones episcopales. Y sin embargo, siente —porque así se lo han inculcado— un respeto inexplicable por la Iglesia.
Me he ido por las ramas, con lo cual debe notarse que el tema me apasiona. Ya lo seguiremos otro día.
* El diario Crítica de la Argentina dejó de publicarse el 30 de abril de 2010 y su versión online desapareció poco después. No conseguí encontrar la nota de referencia en la Wayback Machine, por lo cual he usado una copia de la misma encontrada en otro sitio web.
El conflicto esensial aquí es que todavía se reconoce a la Iglesia Católica como una institución de poder posicionada, y que puede servir para fines de popularidad en las encuestas o para futuras elecciones. En este sentido la manipulación de la conciencia del ciudadano es indispensable para el Estado y para ello hacen falta agentes que esten dispuestos a brindar su voto de apoyo a ciertos políticos por ciertas ideas.
ResponderEliminarLa búsqueda del respeto a la diferencia (ateos,otras religiones, comunidad LGTB) se vuelve dificil por que se es minoría y otra minoría (la que esta en el poder) manipula a la mayoría por medio de las instituciones posicionadas. Se hace necesario un amplio cambio en la conciencia de la sociedad, antes que un cambio de leyes, aunque las leyes puedan ayudar a veces. Es indispensable que como sociedad eduquemos y nos eduquemos en el respeto a lo que es diferente y de no ser participes de una conciencia de pensamiento único. Si los Kirchner avanzan por la senda del pensamiento único, será necesario que Argentina avance por otro camino.
Gracias por el paneo de la situación. Espero ansiosamente ese extenso trato acerca de esta serie de acontecimientos y factores que condicionan la escena política de la Argentina.
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Buen paneo de lo que hay y lo que falta. Está bien reconocer los avances. Tenemos un gobierno flanqueado por ambos costados al que le están limitando de todas las maneras posibles su libertad de acción. Hay que reconocer que hacer al menos algunos avances en estas condiciones es digno de destacar. No quisiera pensar lo mucho que avanzaría el laicismo si gobernaran "republicanos" como Carrió o Macri.
ResponderEliminarEsta batalla (como la de la redistribución de la riqueza y tantas otras) se gana en la calle militando con inteligencia. No saltemos de la sartén al fuego.
es lo que siempre hace el peronismo, simula que hace algo (alejar al estado de la iglesia), pero en realidad no hace nada, y de paso roba por atras
ResponderEliminarElías: lo que yo quise remarcar sobre todo es que (en esto como en tantas otras cosas) el gobierno de Kirchner ha tomado acciones pero no ha desarrollado un plan. En particular me parece que el INADI y, en su momento (antes de que se cometiera el terrible error de digitar a Sylvestre Begnis como diputado) el Ministerio de Salud, han trabajado casi aislados sobre temas sensibles como la discriminación de las minorías sexuales y los derechos reproductivos, pero nunca hubo una política global de laicidad. Todo ha sido enfrentamiento verbal y mediático del gobierno con la Iglesia, que además ha terminado siempre en conciliación, o en búsqueda de conciliación, que ya es suficiente. Que la Iglesia sea considerada y tratado como un estamento casi a la misma altura que el gobierno electo, aunque sea un estamento rival, es terrible.
ResponderEliminarElías: lo que yo quise remarcar sobre todo es que (en esto como en tantas otras cosas) el gobierno de Kirchner ha tomado acciones pero no ha desarrollado un plan. En particular me parece que el INADI y, en su momento (antes de que se cometiera el terrible error de digitar a Sylvestre Begnis como diputado) el Ministerio de Salud, han trabajado casi aislados sobre temas sensibles como la discriminación de las minorías sexuales y los derechos reproductivos, pero nunca hubo una política global de laicidad. Todo ha sido enfrentamiento verbal y mediático del gobierno con la Iglesia, que además ha terminado siempre en conciliación, o en búsqueda de conciliación, que ya es suficiente. Que la Iglesia sea considerada y tratado como un estamento casi a la misma altura que el gobierno electo, aunque sea un estamento rival, es terrible.
ResponderEliminares lo que siempre hace el peronismo, simula que hace algo (alejar al estado de la iglesia), pero en realidad no hace nada, y de paso roba por atras
ResponderEliminar¿Qué se puede esperar de un/a presidente/a que en el primer minuto de su mandato cree necesario o conveniente jurar por dios, los santos evangelios,etc?
ResponderEliminarCreo que la clase dirigente en general le atribuye a la iglesia un poder que afortunadamente está ya muy menguado; no es necesario ya cortejarla.