Después de un breve receso en el (algo estrecho) hall del teatro, volvimos a entrar para escuchar a Diego Golombek, biólogo, investigador en neurociencia y ganador del Premio Ig Nobel, hablando de “Las neuronas de Dios”. Golombek dio lo que todos a los que pregunté (y yo mismo) consideraron la mejor conferencia de todas. No tengo una sola foto de él porque se movió constantemente, yendo de un lado al otro del escenario, desde la notebook que guardaba las presentaciones hasta la pantalla del proyector, con el micrófono en una u otra mano. Su tema fue la anti-intuitividad de la realidad y de las percepciones del cerebro, y el estudio de los fenómenos religiosos desde la ciencia —no para desmentirlos o confirmarlos sino para saber dónde se originan las experiencias— o neuroteología.
Golombek comenzó la charla con una desconcertante referencia a la necesidad de evitar el dogmatismo ateo citando a Richard Dawkins y a los que como él se creen y se llaman illuminati (?), mención que me irritó bastante. Siguió diciendo que “ciencia vs. religión” es una tontería porque ambas cosas van por carriles distintos, adhiriendo así al principio NOMA (magisterios no superpuestos) de Stephen J. Gould. Quizá no entendí bien. Reconocer que los fenómenos religiosos no son “falsos” y que la misión de la ciencia no es eliminar la religión es perfectamente compatible con el examen científico —que puede ser destructivo— de ciertas afirmaciones de las religiones. Lo extraño es que toda la charla de Golombek se basó en demostrar, justamente, que una afirmación del tipo “Yo he visto a Dios” puede ser, aunque cierta, un simple producto de nuestra química cerebral.
Los puntos más importantes de la exposición fueron:
- La existencia de fenómenos comprobados de empatía por la cual nos sincronizamos con las acciones o pensamientos de otras personas, base de ciertas experiencias religiosas compartidas.
- Positivismo contra dualismo. No existe división entre mente y materia, por lo que la consciencia puede estudiarse y entenderse científicamente.
- Nuestros sentidos filtran, bloquean o inventan percepciones. Lo sobrenatural existe en nuestra cabeza (aquí hubo una referencia a William Blake, Aldous Huxley y Jim Morrison, unidos por la frase “las puertas de la percepción”).
- Nuestras decisiones no son nuestras; somos irracionales sin darnos cuenta; nuestro inconsciente es fácilmente manipulable, como bien saben los publicistas (aquí se habló del libro Predictably Irrational, de Dan Ariely, el descubridor de que la gente enferma no sólo mejora con placebos, sino que el efecto es mayor si el placebo es más caro).
- Localizacionismo: la idea de que cada característica y capacidad de la personalidad tiene un lugar específico en el cerebro. La historia de Phineas Gage, lobotomizado por accidente.
- La epilepsia como “enfermedad sagrada” y el rechazo de Hipócrates al origen sobrenatural de las enfermedades.
- La “teoría de la mente”: la concepción, que desarrollamos a partir de los 3 o 4 años de edad, de que los demás tienen mentes e intenciones separadas y distintas de las nuestras.
Después de Golombek vinieron una mujer cuyo nombre no recuerdo, Mariana Carbajal, periodista, y Ruth Zurbriggen, profesora y militante feminista. El tema era el debate sobre el aborto. La mujer cuyo-nombre-no-recuerdo comenzó con una historia del matriarcado y referencias a Margaret Mead, y siguió comentando la demonización del conocimiento femenino que llevó a las acusaciones de brujería. También habló bastante del movimiento feminista, de una manera no muy ordenada ni atrapante. El feminismo no era el tema del Congreso, y no se hizo ningún esfuerzo por conectarlo con el tema del ateísmo y la libertad, salvo la crítica a la Iglesia Católica y a la sociedad patriarcal en que vivimos, tópicos que aunque verdaderos no eran en absoluto una noticia para ninguno de los asistentes.
Zurbriggen leyó lo que vendría a ser un discurso o manifiesto feminista, lleno de expresiones complicadas y términos propios de su movimiento pero no (necesariamente) de la audiencia, analizando todo el tema del aborto y la oposición a él como un conflicto entre el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y las relaciones de poder dominantes. Lo cual está muy bien pero claramente no agota todas las variantes del debate. Dentro de lo rescatable estuvo la definición, bastante dura pero al menos interesante para debatir, de que “un embarazo no deseado es una violación”, y la controvertida visión de que un ser vivo con ADN humano se hace persona y gana derechos sólo a través de la empatía de la madre. Esta idea la había encontrado antes pero no recuerdo dónde; me parece un punto de partida pero de ninguna manera algo que se pueda mantener solo, ya que reduce al ser humano a algo que no vale por sí sino como un nexo de relaciones. No obstante, tiene sentido planteada como umbral mínimo: implica que la simple empatía de la mujer hacia el embrión o feto en gestación es condición suficiente para considerarlo persona o al menos un ser separado con derecho a desarrollarse, mientras que la falta de tal empatía es necesaria —no suficiente— para considerar la interrupción del embarazo.
Carbajal, por su parte, nos dio un panorama general del estado de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos. Comentó que las posturas opuestas (de la Iglesia Católica, sobre todo) se están radicalizando, y que la Iglesia, viendo perdida la batalla en el mundo desarrollado, se está enfocando fuertemente en América Latina y África. Dio detalles, entre otras cosas, sobre los proyectos de ley pasados y presentes relacionados con la educación sexual, la anticoncepción y el aborto. Con respecto a esto último, en Argentina hay uno en trámite legislativo; el apoyo político es transversal a los bloques partidarios, y es claro que si se vota en 2010 hay chances de que se apruebe la despenalización del aborto, pero en 2011, año electoral en que los proyectos polémicos son considerados peligrosos, las chances son casi nulas.
La última ponencia del día viernes fue de Gustavo Fernández Acevedo, psicólogo y filósofo, y se tituló “Libertad o autoengaño. ¿O libertad y autoengaño?”. La premisa era mostrar que el autoengaño no es simplemente fruto de la irracionalidad o del dogmatismo. De hecho, existe la hipótesis de que la evolución podría seleccionar la capacidad de autoengaño para hacer más fácil la manipulación de otros; la capacidad de creernos nuestras propias mentiras es muy útil para mentirles satisfactoriamente a los demás.
Citó a Sartre: “Estamos condenados a ser libres”. A veces nos autoengañamos diciendo, por ejemplo, que no podríamos haber hecho algo distinto de lo que hicimos, para escapar de la responsabilidad que inevitablemente sentimos, ya que no somos capaces de vernos a nosotros mismos como a objetos complejos que siguen las leyes físicas. Mencionó también el sesgo de confirmación y la posibilidad de autoengaño colectivo (o contagioso), con las creencias religiosas como ejemplo. Se me escapan, desde luego, muchos otros detalles interesantes (sobre el libre albedrío, etc.) pero en resumen, fue una charla amena y nos abrió la cabeza un poco.
Para terminar la jornada vimos Religulous, que me resultó tan graciosa y tan terrible como la primera vez.
Continuará con el relato de la segunda jornada…
Genio total Pablo!
ResponderEliminarGracias por compartir tus opiniones del Congreso!
Javier-
Muy interesante.
ResponderEliminarLos argumentos de las minas me parecen ridículos y poco convincentes.
Principalmente, usar empatía de la madre para definir que un manojo de células es una persona es particularmente malo. Con ese razonamiento habría que considerar personas a los "individuos" que sufren muerte cerebral. Tampoco hay razón aparente para usar como medida la empatía de la madre en vez de cualquier otra. ¿Y qué pasa si la madre pierde la empatía por el embrión? ¿Deja de ser una persona? ¿Podría decirse que los gatitos bebé son personas porque sus dueños sienten empatía por ellos?
Tampoco parece prudente usar la falta de empatía como razón necesaria para realizar un aborto. Una mujer puede sentir mucha empatía por su futuro hijo pero aún decidir abortar por otras razones (sean malformaciones, motivos económicos, preocupaciones por la salud de la mujer, por ser el fruto de una violación, etc...).
Supongo que esta es una idea que proviene de la ética del cuidado [ethics of care]que se centra en la empatía y las emociones en vez de en un análisis crítico y racional de las situaciones para establecer qué actos son buenos o malos. De más está decir que es una escuela ética poco aceptada y sin mucho sentido.
PD: Golombek ganó el premio Ig Nobel "por descubrir que los hámsteres se recuperan mejor del desfase horario (jetlag) si previamente toman Viagra."
Daneel: no quise hablar mucho de ese tema porque realmente lo dijo muy cortito y no se discutió. A mí me parece que viene así: para una mujer que está embarazada porque así lo quiso, un embrión es su bebé, su hijo (empatía). Objetivamente no es un ser humano desarrollado ni consciente, pero bajo este concepto, la empatía que la madre siente hacia él basta para que la ley dictamine que debe protegérselo (es decir, es ilegal obligar a una mujer a abortar un embrión o feto que ella desea como futuro hijo). Ahora bien, si la madre no siente empatía alguna por ese embrión, y consideramos (mi criterio) que no es una persona porque no tiene consciencia ni memoria, no deberían ponérsele trabas a la madre si desea abortarlo. Esto vale en tanto no se trate de un feto avanzado, que (mi criterio) es una persona por nacer, una persona a la que simplemente le falta un poco para salir del útero materno. En ese momento la empatía o no de la madre ya no tiene peso legal, de la misma manera que no la tendrá una vez que el bebé nazca. Creo que un principio similar podría aplicarse a los casos de estado vegetativo persistente. Es decir, creo que la ley no debería reconocer un "derecho a la vida" incondicional a entidades no conscientes, aunque sí debería reconocer el valor empático que esas entidades pueden tener para las personas cercanas.
ResponderEliminarTenés razón con lo de la necesidad de falta de empatía materna. No fui claro: me refería al aborto electivo e incondicionado, no a los casos en que corre riesgo la vida de la madre, por ejemplo.
Muchas gracias Pablo, no podría pedir un mejor consuelo al hecho de no haber asistido :( la próxima me pongo las pilas
ResponderEliminarExcelente crónica.
ResponderEliminarYa me parecía desde el principio que el tema del aborto no tenía nada que hacer en el Congreso.
Me extraña también que no se hayan presentado mejores argumentos a favor del aborto. Si esos son los argumentos, sigo estando en contra. No por razones dogmáticas, porque estoy dispuesto a cambiar mi posición ante un buen argumento, pero no los encuentro.
El argumento de la conciencia me parece también débil, ya que bien podría anestesiarse a un niño recién nacido y matarlo si la madre "no le siente empatía".
Para aclarar mi posición, estoy a favor del aborto en casos de defectos severos en el feto, violación o peligro de vida de la madre.
ResponderEliminarMe sorprende también eso de que "un embarazo no deseado es una violación". Me parece una tontería sin par.
Barullo: tal como dijiste, el Congreso no trataba sobre el aborto, y no se argumentó a favor de él. Se dio por supuesto que todos estábamos de acuerdo (lo cual es un error) y que nadie se oponía a la despenalización en algunos casos (lo cual era cierto, hasta donde sé, entre los asistentes). En cuanto al argumento de la consciencia, si no te gusta, no lo aceptes, pero tampoco busques reducirlo al absurdo con ideas como la de anestesiar a la gente; te imaginarás que si lo planteo es porque lo he meditado bastante. (Esto más allá de que matar a un niño recién nacido no es aborto, por definición; el dilema está antes, no después del nacimiento.)
ResponderEliminarLa diferencia entre aborto e infanticidio es irrelevante para dar fin a la vida de algo que no tiene conciencia. El feto, el casi nacido y el nacido son la misma cosa, tienen la misma identidad. Por eso el argumento de la conciencia no me convence y la comparación me parece relevante. Sólo una opinión.
ResponderEliminarBarullo: la diferencia es relevante porque ninguna legislación actual considera siquiera la posibilidad de permitir el infanticidio; en ninguna cultura moderna (que yo sepa) hay discusión seria sobre si un recién nacido es una persona o no. El debate está todo en el tiempo anterior al nacimiento (lo cual dice mucho). Una vez escribí sobre cómo los que se oponen absolutamente al aborto en realidad no se lo creen del todo, porque de lo contrario estarían preocupadísimos por las millones de muertes de embriones de pocos días que se producen espontáneamente, y las mujeres que abortan serían tratadas (por la ley y por la sociedad) igual que se trata a un asesino de bebés, cosa que evidentemente no sucede. Hay algo que nos dice que no es lo mismo un embrión o un feto temprano que un bebé, y muchos proponen que la línea divisoria pasa por la consciencia, aunque no es fácil trazarla.
ResponderEliminarLa muerte espontánea de embriones, como la muerte espontánea de una persona adulta, no son crímenes. Es claro y no sé por qué se adoptan esos argumentos cuando lo que se discute es la continuidad de una vida humana que desembocará si todo va bien en una persona.
ResponderEliminarEl infanticidio ahora está mal porque sobran los medios para mantener niños. En las épocas de nuestros antepasados nómadas era una costumbre de lo más normal, como medio de no multiplicar tanto las bocas ante la escasez de alimento.
De todos modos, quiero dejar mi constancia de que aprecio mucho el trabajo que te tomaste al "transcribir" las sesiones del Congreso.
ResponderEliminarBarullo: gracias, no entendí que tu desacuerdo fuera ingrato. Más bien al contrario, la razón de transcribir lo que pude del Congreso fue reabrir el debate.
ResponderEliminarLa lógica de lo otro que dije es la siguiente. La muerte espontánea de un embrión no es un crimen, pero si un embrión es una persona, eso significa que nuestra sociedad tolera que mueran millones de personas inocentes cada año. Es concebible que unas cuantas de estas muertes sean evitables. Sin embargo, nadie (que yo sepa) está trabajando para salvar a esos embriones de ser abortados espontáneamente, ni se ha planteado jamás esta mortandad como un problema de salud pública (que, de serlo, sería con mucho el mayor de todos: ¡una mortalidad "infantil" pre-natal de entre 30 y 70%!). Eso a mí me indica que en realidad no creemos, ninguno de nosotros, que esos embriones sean realmente personas con todos los derechos; les otorgamos algún valor como potenciales personas humanas futuras, pero no el mismo valor que a un niño.
Si el embrión fuera una persona, como dicen muchos, entonces la mayor causa de muerte no es el aborto (como sostienen los recursos católicos), sino el aborto espontáneo.
ResponderEliminarLuego de la charla de Golombek, quede con ganas de preguntarle algo. Èl termino preguntando si dios existe, y dijo que si... en el cerebro humano, y basicamente en la charla trato de demostrar neurologicamente porque es que esto ocurria. Ahora bien, ¿que ocurre neurologicamente en el cerebro de aquellos que no creemos en dios? Que opinan.
ResponderEliminarEduardo: yo pienso que en general nos ocurre lo mismo, pero como ya estamos "advertidos" de que Dios no existe, no se nos presenta la tentación inconsciente de interpretar los fenómenos mentales como "Dios".
ResponderEliminarSi el embrión fuera una persona, como dicen muchos, entonces la mayor causa de muerte no es el aborto (como sostienen los recursos católicos), sino el aborto espontáneo.
ResponderEliminarDe todos modos, quiero dejar mi constancia de que aprecio mucho el trabajo que te tomaste al "transcribir" las sesiones del Congreso.
ResponderEliminarExcelente crónica.
ResponderEliminarYa me parecía desde el principio que el tema del aborto no tenía nada que hacer en el Congreso.
Me extraña también que no se hayan presentado mejores argumentos a favor del aborto. Si esos son los argumentos, sigo estando en contra. No por razones dogmáticas, porque estoy dispuesto a cambiar mi posición ante un buen argumento, pero no los encuentro.
El argumento de la conciencia me parece también débil, ya que bien podría anestesiarse a un niño recién nacido y matarlo si la madre "no le siente empatía".