“Al actual diálogo con las religiones debe agregarse sobre todo el diálogo con aquellos para los que la religión es una cosa extraña, para los que Dios es un desconocido y que deseen acercarse al menos como ese Desconocido.”(Es de suponer que la mayúscula en la palabra Desconocido fue piadosamente insertada por el cronista.)
Ahora, ¿es Benedicto tonto, o se hace? La clase de diálogo en que se le da paso amablemente a un “patio de los gentiles” (Benedicto dixit) a alguien que no conoce a Dios, y que desee acercarse, no es un diálogo entre iguales: es el acercamiento del ignorante al sabio, para ser ilustrado; es el acercamiento que los dueños de la verdad, magnánimos, permiten de parte de personas a quienes —en el mejor de los casos— les tienen lástima, cuando no simplemente aborrecen. ¿Cuántas personas hay “para los que la religión es una cosa extraña”? Quizá haya unos cuantos en ciertos países europeos muy secularizados, pero no muchos. A la mayoría de los que no creemos en Dios, la religión nos es dolorosamente conocida. Ya la probamos y la encontramos en falta. ¿Cree el Papa que los ateos y agnósticos simplemente no sabemos de qué nos estamos perdiendo?
¿Cuántos ateos y agnósticos de todas las variedades desean acercarse a ese algo desconocido que Benedicto llama Dios? ¿Cuántos desearían hacerlo en estas condiciones? El diálogo que el Papa quiere es el del penitente que se arroja a los pies del maestro y confiesa ser un ignorante. Que se quede Benedicto con su diálogo y con su divina invención.
"Que se quede Benedicto con su diálogo y con su divina invención"
ResponderEliminar...y que se la meta por su sacrosanto culo.
Además ya ha habido en otras ocasiones numerosos "diálogos" entre ateos y religiosos. El más reciente, creo yo, fue el de Hitchens con un cardenalato australiano. ¿Han fructificado esos "diálogos"? Para nada!
ResponderEliminarEllos no quieren dialogar; ellos quieren, como siempre han dicho "evangelizar al infiel". No escuchan nada ni a nadie, ni a ellos mismos. Cuando realmente deseen dialogar y dejen de ser tan pomposos y arrogantes entonces tal vez aceptemos un diálogo, no un "intento de conversión cristiana absurda". Pero bueno, decidiera esperar a que el clero deje de ser pomposo y arrogante me van a salir raíces, así que estoy de acuerdo: que se quede con su diálogo y se vaya a joder con el mismo al arbolito más cercano.
No es posible un diálogo sino bajo supuestos compartidos. La Iglesia debe morir, es una necesidad apremiante para el avance de la humanidad.
ResponderEliminarInfocatólica tiene otra cita:
ResponderEliminar(Agencias/InfoCatólica) El Pontífice también consideró "importante" que la Iglesia tenga en consideración a las personas que se consideran agnósticas o ateas, ya que "la cuestión sobre Dios sigue estando presente para ellas".
Esto es otra versión del 'argumento' que los ateos creemos secretamente en dios.
La IC es una organización nefasta, que debiese ser desmantelada cuanto antes, y cuyos dirigentes debiesen ser enjuiciados por crímenes contra la humanidad.
ResponderEliminarY lo planteo en forma moderada, porque –dada la fecha en la que escribo- me siento imbuido de un cierto espíritu navideño.
El único diálogo que conocen es el del ateo atado a una estaca sobre una pira ardiendo y el pagrecito acercándole una cruz para que la bese...
ResponderEliminarMe uno a la moción de que Ratzinger se introduzca su invitación por donde más le agrade.
Bah, qué duros sois. Personalmente, me encantaría poder discutir con algún religioso todos estos temas, sería muy enriquecedor. ¿Tan poca seguridad tenemos en nuestras creencias que nos asusta la propuesta?
ResponderEliminarJuan Ángel, yo no me negaría a discutir con un religioso, pero ya lo he hecho y por experiencia sé que no se llega a nada. Critico la invitación al "diálogo" de Benedicto XVI porque no es tal. Su único objetivo es buscar la conversión, y su presunción más visible es que a los no creyentes nos falta algo, no conocemos, no tuvimos la oportunidad de acercarnos a la Verdad que ellos, los cristianos, poseen. El diálogo constructivo que yo sí podría aceptar se daría bajo las condiciones que propone Flores D'Arcais: que el otro venga hacia mí con su fe, y yo con la mía, aceptando que ambos nos basamos en convicciones y no en datos de la realidad objetiva (los derechos humanos, por ejemplo, no son una verdad autoevidente, sino una construcción ética en la que elegimos creer). Pero las religiones enquistadas en el poder terrenal, como el catolicismo, no pueden dar ese salto.
ResponderEliminarSi no llego a tiempo comiencen si mí...
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