
Ante su Segunda Venida Jesús nos exhorta a “vivir con sensatez”, pero “palpamos a diario expresiones preocupantes de insensatez, en especial en personas constituidas en autoridad, que deberían ser la expresión acabada de la sabiduría práctica que procura el bien común”, advirtió el prelado en alusión a “las actitudes frente al matrimonio gay que se ventila en estos días”, en especial, a la intervención de una jueza que declaró inconstitucional dos artículos del Código civil que prohíbían este tipo de uniones, y también al “laissez faire” del jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, que decide no apelar el fallo.Vale decir, otra vez: si la ley está en línea con nuestros prejuicios, presunciones, fobias y dogmas, respetémosla (sí, aun cuando perjudique a otros), pero si nos molesta, por ejemplo, que le dé a todos los privilegios de que disfrutamos nosotros, entonces debemos desobedecerla.
Giaquinta no es nuevo en este asunto. En 2005, ante las iniciativas gubernamentales sobre educación sexual y reproductiva, declaró que estaba dispuesto a “animar a los cristianos a la desobediencia civil” si el Estado perdía “su razón de ser” en materia educativa y sanitaria. Y repitió los ya famosos dichos de Antonio Baseotto, el vicario castrense, sobre la conveniencia de tomar a aquellos que dañan a los niños (en este caso, en su formación moral) y hundirlos en el mar con una piedra de molino atada al cuello.
Ciertas formas de entender las creencias religiosas, ciertas formas de concebir la sociedad desde la religión, son simplemente antidemocráticas, cuando no totalitarias. Hoy en día parecen estar en retirada, o confinadas a una minoría, pero nunca debemos pensar que lo que ocurrió en el pasado ya no puede ocurrir ahora.