lunes, 19 de septiembre de 2011

Intervalo

Para darles y tomarme un descanso de las reseñas diarias del III Congreso Nacional de Ateísmo, les dejo unas notas para leer, que fueron publicadas sobre el tema en el diario La Capital de Mar del Plata. La primera es una crónica breve del primer día del Congreso, escrita el día siguiente; nada que no sepamos, aunque de cualquier forma me extrañó la forma en que se tituló (“Los ateos se juntaron en un congreso local”, como si fuéramos todos ateos —no era así, porque el Congreso no ha sido nunca exclusivo—, y como si fuera un tema de la ciudad, siendo que precisamente se denomina Congreso Nacional, y hubo incluso un ponente de Brasil).

La segunda nota es del domingo 11 y menciona la ponencia del diputado nacional Jorge Rivas a favor del estado laico. La nota fue republicada por el blog del diputado. En unos días tendrán ustedes mi reseña sobre eso.

La tercera y última nota es del martes 13, dos días después de la finalización del Congreso, y de la autoría de Antonio Marino, obispo de Mar del Plata. Habla de ciencia, religión y moral, confundiendo tanto las cosas que uno no sabe qué quiso decir, más allá de “mejor obedézcanme”, que es el único mensaje que los pastores católicos transmiten con claridad. Yo lo resumiría así: tenemos cada vez más medios tecnológicos; los tabúes religiosos impuestos desde el estado y las leyes están perdiendo fuerza; sin esos tabúes para obligar a la gente a someterse a nuestras reglas, ¿cómo haremos para que la tecnología no nos destruya? Aparenta estar gravemente preocupado y sólo querer plantear esa preocupación a los lectores —es decir, es lo que en las discusiones por internet se suele llamar un concern troll. Tal como explicara Estela Díaz en su ponencia, utiliza un discurso secularizado, sin hacer referencia a su particularísima forma de religión o a su dogma y enmarcando su proclama final como una cuestión de derechos humanos.

Y eso es todo por hoy. Enseguida continuamos con la programación habitual.

1 comentario:

  1. Lo del obispo Antonio Marino es  curioso: comienza con la pregunta retórica:"¿Quién de nosotros podrá negar los beneficios aportados a la humanidad
    por el proyecto cultural que iniciado en el siglo XVII, con el auge de
    la ciencia empírica y el racionalismo de la edad moderna, se prolonga en
    la Ilustración del siglo XVIII y en la revolución industrial y
    tecnológica que llega hasta nuestros días?" y dedica el texto subsiguiente a mostrar que la respuesta es: el propio obispo.
    Se queja de que la ciencia sea identificada con la racionalidad mientra exige que se reconozca para la fe y la religión ese carácter sin dar arguementos que lo justiquen. Niega todos los conocimientos de la Antropología comparada pretendiendo falaz la idea de una moral como producto cultural y relativo.Se queja de existencia de un acuerdo en garantizar un mínimo de derechos a nuestros congéneres (la declaración universal de los derechos humanos aún le hace ruido a la iglesia católica) y muestra una nula sensibilidad hacia las parejas con dificultades para concebir. Ni hablar del matete mental que hay que tener para creer que los procedimientos de inseminación artificial sean una negación del derecho a la identidad o para delirar con los derechos humanos de un embrión (no "niño concebido") cuando se les ha negado previamente derechos a la pareja que necesita de dichos procedimientos.Eso sí, parece que le gustan los cacharritos (al menos no se priva de publicar en la web). Esa debe ser la parte positiva de la modernidad para el obispo.

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