domingo, 18 de abril de 2010

Justicia humana, justicia divina (A177b)

Hoy es noticia nuevamente el caso del sacerdote Reynaldo Narvais, de la parroquia de Nuestra Señora de Pompeya, en Rosario, Argentina, del que escribí hace mes y medio luego de que el diario La Capital revelara el secreto a voces de que el susodicho era un acosador y abusador sexual.

El diario publica hoy una nota titulada En Roma reniegan de la Justicia en el caso del cura rosarino acosador, que incluye en un apartado una carta del abad general de los Canónicos Regulares de Letrán, Bruno Giuliani (el jefe de la orden a la que pertenece Narvais) a una de sus víctimas, un ex profesor de la escuela parroquial conocido por su inicial “G”, a quien la orden pagó 200.000 pesos en 2008 a cambio de no denunciar al cura por acoso sexual en el lugar de trabajo. Esta misma carta y su evaluación fueron publicadas en el sitio católico de noticias Religión Digital.

La carta no es precisamente explosiva, pero reafirma lo que pensamos y percibimos de la jerarquía eclesiástica en relación a los crímenes de sus miembros:
En las dos visitas a Argentina que he realizado recientemente, y a continuación de las investigaciones realizadas para establecer la verdad de los hechos, no he constatado ningún elemento que pueda declararte culpable de corresponsabilidad. Es por esto que te escribo esta carta, antes de volver a Italia: para pedirte una vez más disculpas, y para exhortarte a superar con serenidad las consecuencias de este triste episodio. Como padre de familia, y como líder en la comunidad cristiana donde vives y actúas, debes mirar a Jesús, que se hizo pecado para rescatar a los pecadores. Quien nos juzga es Dios: no debemos tener miedo del juicio de los hombres, siempre limitado y, a veces, falso.
Este descarado, que ha tenido que desembolsar decenas de miles de euros para hacer callar a una víctima de acoso, primero insinúa que investigó a la víctima para ver si podía encontrarse “corresponsabilidad” —eufemismo por “te la buscaste”—, después le pide “serenidad”, es decir silencio, y al final se coloca, junto con su Iglesia, por encima del juicio humano.

Recordemos que éste es el caso menos grave: se trata de una persona adulta y parece ser que involucra acoso y presiones laborales, no abuso sexual. Las otras denuncias incluyen el abuso de un menor de edad con una discapacidad mental. El proceso canónico está en marcha pero la Iglesia nunca trasladó las denuncias, que el propio arzobispo de Rosario aseguró haber escuchado de boca de los feligreses, a la Justicia penal. Para que eso ocurriera tuvo que intervenir de oficio una fiscal.

En el mismo diario de hoy vemos publicada una carta de un lector que firma “Aníbal Cuevas”, y que es reproducción verbatim de un escrito del apologista católico español de ese nombre, titulado Tantos sacerdotes fieles, que reitera el cansadísimo —e irrelevante— argumento de que hay muchos más curas buenos que abusadores sexuales, con un prefacio repugnante:
Es lamentable pero muy humano no ser consciente de lo hermoso; convivimos entre cosas grandes pero no las apreciamos. Y sin embargo, ¡qué fácil resulta caer en el morbo y revolcarse en el barro! No voy a escribir hoy sobre los repugnantes hechos que ocurrieron en la Iglesia de Irlanda, sobre las culpas y silencios.
¿No va a escribir sobre el hecho más importante para la Iglesia de hoy? ¿No va a escribir sobre la espiral de desprestigio en que su amada Iglesia está cayendo sin control, no por culpa del morbo ajeno sino por su propia incapacidad de autocorrección y su cultura del ocultamiento? No, va a mencionar sólo a los sacerdotes buenos, que “han dejado todo para servir a los demás”, aunque ese servicio no incluye denunciar a sus colegas cuando abusan de niños, parece.

Este meloso texto no es un episodio aislado; Cuevas mismo escribió hace un par de días una carta sentimentaloide invitando a descansar sobre su hombro al pobre Joseph Ratzinger, que a los 83 años se ve obligado a “pasar un calvario” a causa del asalto de “una minoría de enfermos de odio, rencor y, en muchos casos, eso quiero creer, ignorancia”, vale decir, los que insistimos en que no puede escapar de su responsabilidad mediata o inmediata en el encubrimiento de miles de casos de abusos sexuales.

La impresión que todo esto deja es que la Iglesia, a un cierto nivel, no lo entiende. No entiende que ninguna sanción canónica es sustituto del castigo penal. No entiende que las buenas obras no cancelan las malas, y que la falibilidad humana no excusa los crímenes. No entiende que toda su autoasumida santidad no basta para impresionarnos. No entiende que la forma de contestar a sus detractores es limpiarse de verdad y con decisión de sus lacras más profundas. No entiende que nadie cree ya en su fingimiento.

A esta altura ya no esperamos honestidad del Papa ni de ninguno de sus subordinados inmediatos, pero de los que no cobran sueldo gracias al Vaticano, al menos, ¿es mucho pedir un mínimo de decencia, un poco de esa humildad que siempre tienen en la boca?

3 comentarios:

  1. Buenas noches.
    Respecto a lo del blog del apologista Anibal Cuevas, no me parece extraño. Para muchos católicos, si nosotros hablamos sobre abusos sexuales de sacerdotes, estamos "atacando a la Iglesia", o somos gente maliciosa que lo único que busca es "alborotar". No se si habrás leído la noticia del religioso que comparó la "persecución" a la Iglesia Católica, con el antisemitismo (te dejo el link: http://www.perfil.com/contenidos/2010/04/02/noticia_0025.html)
    Eso me hizo acordar una vez (no recuerdo si fue en un foro, o en Yahoo Respuestas), una mujer había hablado sobre el papel de la Iglesia en la última dictadura militar en Argentina, y uno de los foristas la acusó de anticatólica, acusadora, morbosa, y la mina le contestó que uno de sus familiares (o amigos) fue desaparecido, con la complicidad de autoridades eclesiasticas.

    Me gustaría hacerte una pregunta. Qué opinás del documental de la BBC "Abusos sexuales y el Vaticano"? Yo lo vi ayer. Que lo del Crimen Sollicitationis fuera verdad, no me parecería raro. Pero me crucé con un blog de un católico, dando argumentos de por qué el video es falso. Te dejo el link: http://eltestamentodelpescador.wordpress.com/2007/07/15/crimen-sollicitationis-y-la-basura-de-la-bbc/

    Me gustaría saber qué tiene de cierto lo que dice el documental, y lo que dice el dueño de ese blog.

    Pero, aún si el video fuera falso, no me atrevería a hablar de una persecución contra la Iglesia. Lo compararía con el documental Zeitgeist, que miente en muchas cosas sobre el cristianismo, los atentados del 9/11, la historia de la Reserva Federal, etc, y en el fondo es solo propaganda del Partido Libertario. O documentales como los que hizo la NatGeo, sobre el evangelio apocrifo de Judas, o El Codigo Da Vinci, que tienen ese toque sensacionalista para tener más rating. O sea, es verdad que hay documentales que inventan o exageran cosas sobre la I.C, pero no lo hacen solo con ella, ni tampoco es una conspiración mundial anti católica, judeo masónica internacional comunista liberal feminista homosexual, etc, etc, etc.
    Ojala se haya entendido lo que quise decir :P
    Saludos.

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  2. Nicolás: no he visto el documental de la BBC que mencionás. Me interesaría verlo y leer también las críticas que le hace la Iglesia, pero sé que no va a cambiar mi visión, porque todo lo que he publicado sobre los abusos de sacerdotes está sacado de noticias de variados medios, y aun descontando una cuota de amarillismo y distorsión inevitables, lo que queda es tremendo, inevitable. Y sí, hay muchos católicos que han decidido cerrar los ojos y taparse los oídos ante la evidencia. Eso es posible para ellos porque hay una cantidad de sitios web, foros, agencias de noticias, etc. cuyo propósito confeso es sostener la fe de los creyentes, y si uno no se "informa" fuera de esos sitios, recibe sólo lo que quiere oír.

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  3. Ahora denuncian que se acusa a todos los curas por el delito de unos cuantos, lo cual aun siendo falso, sería pagarles con su misma moneda, ya que han vivido de generalizaciones extremas (hasta el punto de culpar a todos los judios nacidos y no nacidos por el delito de "deicidio"). El caso es que creo que a pesar de su indudable habilidad para escurrir el bulto, se están metiendo en un callejón sin salida, por proteger al papa. Se defienden de lo que no se les acusa, para intentar ocultar su verdadero delito que es el encubrimiento (y hasta cierto punto la complicidad, ya que muchos curas no habrían podido abusar de inocentes si no los hubiesen puesto en sus manos)

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