martes, 13 de octubre de 2009

León Ferrari y la intolerancia

El nombre del artista plástico León Ferrari suele aparecer unido a esa palabrota, “intolerancia”, de la que se abusa con facilidad. En el caso de Ferrari, no obstante, es difícil decir que no esté bien empleada, por cuanto sus obras han sufrido la intolerancia de los creyentes (católicos, sobre todo) casi en cada ocasión en que han sido expuestas. Resulta desconcertante verla aplicada al mismo Ferrari, como en esta carta de lectores al diario La Capital, aparecida el pasado día 6 de octubre:
León Ferrari, en un diálogo que mantuvo antes de su muestra inaugural en el museo Juan B. Castagnino, declaró: "La religión cristiana es de una intolerancia terrible porque quienes no piensan como los cristianos van a ser castigados con torturas terribles y que Cristo significa la crueldad de la religión". Entiendo que don León quedó anclado en los años 80 con sus ilustraciones del Nunca Más; además del respeto que me merecen sus 89 años de edad.
Quien escribe la carta (un señor de nombre Enzo Diamelio) dice mucho más de lo que dicen sus palabras: su aparatosamente mala redacción apuntaría a que Ferrari es incoherente; su mención del respeto que le merecen sus años implica que es un viejo gagá; su presunción de que Ferrari ha quedado anclado en los 80 lo muestra como perteneciente a esa clase despreciable de creyentes cobardes que miraron para otro lado mientras los militares y la policía torturaban y asesinaban a miles y luego pasaban por la iglesia y salían perdonados del confesionario.

El estilo discursivo y artístico de Ferrari puede ser radical e intolerante, pero esta falta de tolerancia de un hombre que ha visto mucho mal, hacia quienes lo cometieron y lo defienden todavía hoy, no pasa de notas periodísticas y de sus montajes e instalaciones. Sus detractores no han sido tan amables: además de las campañas furibundas pidiendo su censura, en el año 2000 un grupo religioso arrojó granadas lacrimógenas y basura al interior de una galería donde se exponía su muestra Infiernos e idolatrías; en 2002, la municipalidad de Rosario censuró otra muestra de Ferrari para evitar episodios de violencia como los ocurridos tres años antes cuando una fanática religiosa destruyó una obra “obscena”; en 2004, en el Centro Cultural Recoleta, un par de católicos causaron disturbios y derribaron una estatua de Ferrari, y otros fueron detenidos por destruir una instalación artística al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.

Mientras transcurrían estos incidentes, Ferrari fue denunciado penalmente por la Mesa Ampliada de Diálogo Argentino (compuesta por representantes de la Iglesia Católica, de las iglesias evangélicas, del judaísmo y del Islam) y por el Centro Islámico, por “discriminación religiosa e incitación al odio religioso”. Todo esto en medio de acusaciones de blasfemia y de ofensa a los sentimientos religiosos del pueblo argentino, dos cosas que (afortunadamente) no son delito ni pueden serlo jamás en una legislación seria, pero que lanzadas al aire por líderes religiosos pueden ciertamente incitar a los violentos.

5 comentarios:

  1. La chatura mental de esta gente monoteista les impide disfrutar de una obra de arte (y de paso hacerse una autocritica, pero parece que eso les molesta un monton). Yo soy capaz de apreciar el arte religioso. Por que ellos no, el irreverente o ateo?

    ResponderEliminar
  2. Si los dejan, estos fanáticos derribarían las pirámides y el Taj Mahal, tal como los fanáticos del islam destruyeron las estatuas de Buda ...
    ¡Que paradoja! A este ritmo los ateos terminaremos -de puro tolerantes y respetuosos de la historia y de la libertad de expresión- siendo los defensores de las manifestaciones de arte religioso "equivocado" (que para todo religioso es la incontable obra de las demás confesiones).

    ResponderEliminar
  3. Sin defender al señor de la carta, tal vez lo de que Ferrari se quedó anclado en los 80 es porque, la verdad, hace rato que se copia a sí mismo. Por supuesto, no es criticable que un artista tan mayor como Ferrari se repita, al fin y al cabo no es obligación que un artista deba renovarse constantemente y, si vamos al caso de Ferrari, aún repitiéndose y autoplagiándose, todavía es mucho más "vanguardista" que muchísimos artistas jóvenes, cuyas obras son intrascendentes (las de Ferrari por lo menos indignan a chupacirios y mojigatos).
    Obviamente, leyendo la carta completa, no fue esta la intención del chupacirios mojigato, pero no por eso quería dejar de señalar una posible lectura de sus palabras (quizás porque coinciden con mi apreciación de las obras de Ferrari)

    ResponderEliminar
  4. Obvio, Saurio, que no hace falta que justifiques si estás en desacuerdo. La verdad es que el arte contemporáneo en general me parece muy poca cosa, y el de Ferrari me era totalmente desconocido hasta que supe de las reacciones que provocaba. Ferrari quizá contestaría que hay cosas que deben repetirse siempre, porque no han cambiado (sin más, "La civilización occidental y cristiana", el famoso Cristo en el avión, es de la época de la guerra de Vietnam, y no deja de ser actual).

    Me parece que la mención del Nunca Más indica bastante claramente la procedencia ideológica del autor de la carta. Dentro de treinta años quizá la obra de Ferrari sobre la dictadura ya no sea relevante, pero hoy sin duda lo es.

    ResponderEliminar
  5. Respecto a la exposición del Sr. Enzo Diamelio, simplemente opinó acerca de la barbarie que se le ocurrió al fallecido León Ferrari. Cristo es un hombre de paz, es el Hijo de Dios encarnado para la salvación del mundo y de todas las almas; incluso la de los no creyentes.
    Por tanto, la imagen de Jesús crucificado en un cazabombardero, solamente en la mente de Ferrari; pudo aparecer semejante atrocidad.

    ResponderEliminar

Dejá tu comentario sobre el tema de este post aquí. Por favor, utilizá un nombre o seudónimo. Si querés opinar o hablar de otro tema, usá el Buzón de sugerencias.