viernes, 13 de noviembre de 2009

Uniones de hecho en Chile (A152)

En Chile se está hablando hace un tiempo de la formalización legal de las “uniones de hecho”, es decir lo que aquí llamamos uniones civiles. Los colectivos homosexuales, incluyendo la Brigada Gay del Partido Socialista (juro que no estoy inventando el nombre) ya se lo pedían a Michelle Bachelet antes de que fuera elegida presidente, con el apoyo de Pedro Zerolo, activista español de los derechos homosexuales (el mismo que anduvo hace poco por Argentina, hablando a favor del matrimonio homosexual en la Cámara de Diputados).

Por una de esas casualidades, un proyecto de reconocimiento de las uniones de hecho, incluyendo tanto las de parejas heterosexuales como las del mismo sexo, está siendo debatido en la Cámara de Diputados del Congreso chileno; y previsiblemente la Iglesia Católica está en contra, con los argumentos más ridículos de su repertorio.
  • Que no pueden “permanecer indiferentes ante una legislación que disminuye el valor y el sentido del matrimonio”: ¿no es al revés? En el pasado reciente y aun ahora en algunos lugares, muchas parejas se casan porque la sociedad ve con malos ojos el concubinato, o porque la mujer se quedó embarazada, o por simple presión de los padres. ¿Eso no es desvalorizar el matrimonio? La unión de hecho reconocida puede ser una etapa definitiva para parejas que no consideran valioso el matrimonio y que por lo tanto no “merecen” casarse, o puede ser un paso intermedio, útil para conocerse, en preparación para el matrimonio.
  • Que “correspondería más bien alentar a los jóvenes a casarse y promover que aquellos que han optado por una convivencia regularicen su situación viviendo en matrimonio”: ¿alentar a casarse? ¿Para qué? ¿Para aumentar las ganancias de los abogados que tramitan divorcios, a causa de parejas que no pensaron lo suficiente antes de contraer matrimonio? ¿Para incrementar el sufrimiento de las parejas que descubrieron demasiado tarde su incompatibilidad? El matrimonio no es para cualquiera. La convivencia no es una situación “irregular”, sino una forma de pareja que todos, salvo los creyentes más recalcitrantes, han aceptado en la sociedad.
  • Que el matrimonio “contribuye al bien de la sociedad y no sólo se ocupa de intereses privados de los que lo contraen”: ¿según quién? El matrimonio es un contrato privado que el Estado se compromete a honrar reconociendo ciertos derechos a los contrayentes. Si el derecho y la tradición dicen otra cosa, es hora de cambiar la ley y descartar la tradición. En clave bíblica podríamos decir que el sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El matrimonio, como todos los contratos, ciertamente contribuye a dar una estructura y un orden a las interacciones sociales, pero ése es un argumento a favor, no en contra, de permitir aunque sea una unión civil reconocida a las parejas homosexuales, que hoy en día están en un limbo legal.
Los fanáticos católicos exhiben, más que intolerancia, una falta total de empatía, que llega a ser preocupante. Los creyentes de otras sectas cristianas suelen recurrir a argumentos bíblicos para negarles a los homosexuales y a las parejas de hecho sus derechos; los católicos en cambio redefinen la realidad como “lo que la Iglesia dice” y reescriben las leyes del universo para que se conformen con sus dogmas:
Quienes promueven dar carácter legal a las uniones de hecho, tanto entre personas del mismo sexo como de sexo opuesto, no saben qué es ser hombre y mujer y qué significa el matrimonio.
¡No me digas! Claro que no sabemos qué es ser hombre y mujer. No sabemos qué es ser humano. La filosofía lo discute, lo piensa y re-piensa, desde sus inicios. Que el viejo Ratzinger y sus seguidores tengan una idea formada e inflexible no quiere decir que todos tengamos que aceptarla. ¿Qué significa el matrimonio? Significa exactamente lo que la ley, por un lado, y la cultura, por el otro, hacen que signifique.

Otra perla más de este blog católico:
Las políticas públicas no pueden pensarse a partir de las minorías o de personas en situaciones especiales: han de pensarse para la mayoría y para lo que es mejor para el país.
Esto es casi como de libro, el argumento habitual de quienes pertenecen a una sociedad dividida y están del lado bueno de la divisoria (apuesto lo que sea a que este discurso no se encuentra entre los católicos de la India, de Pakistán o de China, que son una minoría frecuentemente perseguida). La medida de una sociedad justa es cómo trata a sus minorías. Cabe plantearse, entre paréntesis, si realmente estamos hablando de “personas en situaciones especiales”: una ley de uniones de hecho no sólo beneficiaría a los homosexuales sino a las parejas de hecho heterosexuales, que en Chile han aumentado bastante, y a los hijos de esas parejas (en 2008 sólo el 30% de los niños nacieron dentro de un matrimonio, según expuso la diputada Ximena Vidal al advertir sobre el lobby conservador contra la ley).

Recomiendo leer completo el artículo de la revista Capital que cito arriba, porque es toda una exposición de los argumentos falaces, de los prejuicios y de la ideología cerrada del conservadurismo católico, como pocas veces he visto tan claros.

Aquí en Argentina, donde todavía no tenemos una ley nacional de uniones de hecho, esperamos ansiosamente noticias desde el otro lado de los Andes...

4 comentarios:

  1. Caray, por un momento pensé que estaba leyendo un panfleto conservador de los 1860's...aquí en México!! Aún me cuesta trabajo creer que no hay enlaces civiles en varios países de Latinoamérica, y que la ICAR siga usando los mismos argumentos que usó hace casi 200 años aquí!!! Así o mas retrógrada, carambas...

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  2. Aqui en Costa Rica sigue lentísimo el proceso de aceptar las uniones civiles entre personas del mismo sexo, incluso se aprobó un Referendun.. ¿cómo es posible que la mayoría opine sobre lo que necesita una minoría? caeremos en los mismo que ustedes apuntan arriba. La unión es un derecho humano.. sigue la Iglesia oponiéndose solapándose en argumentos retrógrados para proteger sus intereses.

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  3. Caray, por un momento pensé que estaba leyendo un panfleto conservador de los 1860's...aquí en México!! Aún me cuesta trabajo creer que no hay enlaces civiles en varios países de Latinoamérica, y que la ICAR siga usando los mismos argumentos que usó hace casi 200 años aquí!!! Así o mas retrógrada, carambas...

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  4. Aqui en Costa Rica sigue lentísimo el proceso de aceptar las uniones civiles entre personas del mismo sexo, incluso se aprobó un Referendun.. ¿cómo es posible que la mayoría opine sobre lo que necesita una minoría? caeremos en los mismo que ustedes apuntan arriba. La unión es un derecho humano.. sigue la Iglesia oponiéndose solapándose en argumentos retrógrados para proteger sus intereses.

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