lunes, 16 de noviembre de 2009

Matrimonio gay por excepción (A151g)


Foto: La Nación
Seguimos con la saga del matrimonio homosexual en Argentina. Como ustedes saben (si estuvieron informándose), a pesar de existir una opinión pública favorable a la modificación del Código Civil para permitir el matrimonio sin distinción de sexos,  la postura ultraconservadora e ignorante de los grupos católicos y evangélicos cristianos organizados pudo más, y la cobardía típica de nuestros políticos pudo más: además de la oposición de derecha (de la que no se esperaba otra cosa), el kirchnerismo, partido mayoritario y supuestamente “progresista”, no dio quorum en las comisiones de la Cámara de Diputados y el debate debió posponerse por segunda vez. El año que viene el nuevo Congreso tendrá una composición aun mayor de conservadores, o al menos eso parece (las lealtades políticas e ideológicas son notoriamente fluctuantes en Argentina), y en él la prédica homofóbica de la mayoría de las sectas cristianas encontrará más eco.

No obstante, el debate se “filtró” fuera de las paredes del edificio legislativo y ocurrieron sorpresas. La primera, la mayor, fue que una pareja de hombres homosexuales, que han estado conviviendo por un buen tiempo y que habían intentado casarse por civil, recibieron la buena noticia:
La jueza Gabriela Seijas, del fuero Contencioso Administrativo de la ciudad de Buenos Aires, declaró en su fallo la inconstitucionalidad de los artículos 172 y 188 del Código Civil “en cuanto impiden que los señores Alejandro Freyre y José María Di Bello puedan contraer matrimonio”. El artículo 172 es el que establece que para el casamiento es necesario el consentimiento de “un hombre y una mujer”. El 182 fija la famosa fórmula de “los declaro marido y mujer”.
La segunda sorpresa fue, contra las expectativas de todos, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires decidió no apelar el fallo judicial, con lo cual (en teoría) la pareja podría contraer matrimonio el próximo 1º de diciembre. El Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, dijo en cámara: “He tomado esta decisión porque privilegio la libertad y el derecho de cada uno a decidir aquello que lo hace más feliz”, no sin antes notar que había pasado por un gran debate interno. Supongo que sus maestros del Colegio Cardenal Newman y sus profesores de la Universidad Católica Argentina deben haber quedado algo desconcertados, al igual que la mayor parte de sus correligionarios, no menos que los que se le oponen políticamente.

Desconozco si la decisión provino realmente del convencimiento interno de Macri o del de sus asesores de imagen, aunque seguramente tuvo que ver con la probabilidad (casi cierta) de que su interferencia instigaría otra manifestación de protesta, similar a las muchas que han entorpecido el tráfico de Buenos Aires en los últimos días (aunque seguramente más colorida). Como sea, imagino que sus secretarios habrán tenido que desviar innumerables llamadas de VIPs, desde el Cardenal Jorge Bergoglio (confesor de la ex-Vicejefa de Gobierno) hacia abajo.

Postdata: como era de esperarse, la Iglesia Católica ya comenzó la contracampaña [si el link no funciona, hay una captura de pantalla disponible]. En AICA también se hacen eco. Es casi increíble la necesidad que tienen estas personas de impedirle a los demás ser felices...