Ésta es una historia repetida pero no por eso vamos a omitirla aquí. En Guatemala se está luchando hace tiempo por una Ley de Planificación Familiar que dé a las familias, y especialmente a las mujeres pobres, la posibilidad de decidir con quién, cuándo y cuántos hijos desean tener. Esta libertad es anatema para la Iglesia Católica y para las sectas fundamentalistas evangélicas que allí pululan, que consideran a la mujer como mera parte (y no la más favorecida) de la maquinaria de reproducción de la especie favorita del Señor.
La ley salió del Congreso en 2005 y fue vetada por el presidente Óscar Berger, advertido severamente por la Iglesia Católica y por iglesias y organizaciones evangélicas. El veto fue rechazado por una mayoría de 3 a 1 de los legisladores. La ley fue impugnada ante la Corte de Constitucionalidad (CC) de Guatemala, por los obispos y por organizaciones cristianas, en repetidas ocasiones, que optaron por la victimización y por las acusaciones que ya hemos visto en otras ocasiones (que es un ataque a la libertad religiosa no permitir a las escuelas enseñar falsedades sobre los anticonceptivos, que es un ataque a la libertad de los padres de indoctrinar a sus hijos, etc.). El Consejo de Acceso a Anticonceptivos, que debía ser creado, no pudo serlo porque una organización “Provida” y diversas iglesias interpusieron siete recursos de inconstitucionalidad contra la norma, alegando, entre otros puntos, que “incitaba al aborto”.
Aunque la CC accedió al principio, estos recursos fueron rechazados uno tras otro. Se llegó a 2009 sin que la ley fuera reglamentada (ésta es una táctica de dilación común cuando los gobiernos son renuentes a implementar políticas que fueron aprobadas por sus legislaturas), mientras que más y más mujeres guatemaltecas sufrían a causa de embarazos no deseados y morían por complicaciones y abortos ilegales.
No obstante la cosa avanzó, y finalmente a mediados de este año el CC dio vía libre a la Ley de Planificación Familiar. La Iglesia no se amedrentó: la Conferencia Episcopal de Guatemala emitió un documento condenatorio [PDF] y ha llamado a los padres de familia a desobedecer la ley en lo que se refiere a la educación sexual y reproductiva que debe, según el reglamento, impartirse en las escuelas desde el nivel primario. El argumento fue que los padres tienen derecho a educar a sus hijos según sus convicciones (o sea, según sus prejuicios y su ignorancia) en materia sexual.
Este derecho debe habérseles olvidado a los obispos guatemaltecos cuando, en 2007, presentaron una guía de educación sexual para padres y maestros, orientada a niños de primero a tercer año de primaria, pensando en su futura implantación en los colegios católicos. Ya sabemos que la Iglesia tiene una visión algo vacilante en estos temas, quizá producto de su muy reciente aceptación formal de la libertad de expresión y de otros derechos fundamentales.
La Iglesia y los conservadores en general suelen advertir que la educación sexual y el acceso a los medios de prevención de embarazos no deseados despiertan el “morbo” de los jóvenes y los alientan a tener sexo. Contra esta concepción equivocada se está luchando también en Guatemala; y antes que nos enfoquemos en ese país, pensemos con cuánta reticencia y con cuánto morbo se habla todavía en nuestros países, en nuestras sociedades y familias, del sexo y de la actividad sexual de los jóvenes. Está comprobado que los jóvenes experimentan con el sexo, estén preparados o no, y que los resultados de la ignorancia sexual suelen ser terribles.
nosotros como sociedad decimos si a la planificacion familiar, queremos que nuestros niños tengan una vida justa y digna.
ResponderEliminarchajona.