miércoles, 25 de noviembre de 2009

Rom Houben, víctima otra vez (A155)

Rom Houben es un belga que se encuentra inmovilizado hace 23 años, debido a un accidente automovilístico que dañó su cerebro. En 2006 el Dr. Steven Laureys, neurólogo, estudió su cerebro con las técnicas de imagen más avanzadas y descubrió que Houben estaba consciente, “encerrado” en su propio cuerpo. Según su familia, Houben puede mover un pie y de esa manera responder preguntas de sí/no.

Hasta ahí los hechos. El asunto se enturbió cuando supimos, por las noticias propagadas (sin el menor análisis) por los medios de todo el mundo, que Houben ahora está tipeando palabras y frases completas y coherentes de a una letra por vez, con su dedo índice, en una pantalla táctil, con la ayuda de su cuidadora, la terapeuta Linda Wouters, que sostiene su mano y responde a los leves movimientos que Houben puede hacer con ella.

Esta “vuelta a la vida” ya ha sido apropiada por el lobby religioso y conservador que se opone a la eutanasia y al derecho a la muerte digna. Si una persona que todos creían un vegetal de pronto resulta estar consciente y más aún, lo demuestra físicamente con un gesto tan innegable como escribir en un teclado, ¿cómo vamos a matarla, o a retirarle su soporte de vida para que muera naturalmente?

El primer problema que surge es que, con toda probabilidad, la “comunicación” de Houben es un fraude, una cruel farsa (James Randi dixit) que quizá sea más trágica porque quienes la están perpetrando creen en ella. El método se llama comunicación facilitada (facilitated communication en inglés) y ha sido considerado poco confiable, pseudocientífico y éticamente incorrecto desde hace más de una década por la mayoría de los expertos en tratamiento de pacientes con disfunciones comunicativas. En una demostración clara del efecto ideomotor (el mismo que subyace la radiestesia o rabdomancia y la adivinación por medio de la Ouija o el ”juego de la copa”) en la cual el “facilitador”, convencido de que está sintiendo leves movimientos de la mano del paciente, inconscientemente la dirige hacia las letras del teclado que van formando una frase.

En los videos donde Houben parece estar escribiendo queda claro para un observador imparcial que es la facilitadora, no el paciente, quien hace todo el trabajo. En un ejemplo particularmente flagrante, Houben no mira a la pantalla mientras su mano es movida a gran velocidad por la facilitadora, y de hecho parece tener los ojos completamente cerrados. Los medios han colaborado con la farsa, según denuncia Randi, mostrando la operación con tomas literalmente sesgadas, en las que el ángulo de filmación hace ver que los ojos de Houben están en línea con la pantalla, cuando de hecho no lo están.

Houben además escribe mensajes lúcidos y coherentes, algo bastante dudoso para una persona que ha pasado 23 años en un aislamiento más cruel y absoluto que el de la peor cárcel, condiciones que volverían loco a cualquiera.

En todo caso, ¿a qué viene este artículo aquí? Las grandes religiones de Occidente se oponen total o parcialmente a la eutanasia, según sus diferentes clases (pasiva o activa, voluntaria o involuntaria). El Islam la prohíbe tajantemente, y la Iglesia Católica ha hecho de la lucha contra ella una bandera más de su cruzada contra los derechos humanos.

El hecho que la agencia ACI publica hoy la noticia, sin más comentarios, pero junto a una larga serie de artículos relacionados con la eutanasia. Un blogger católico laico proclama que este caso “pone contra las cuerdas las tesis proeutanasia” (otros piensan que, por el contrario, la posibilidad de que haya pacientes plenamente conscientes pero incapaces de moverse o comunicarse es un argumento en favor del derecho a decidir sobre la propia muerte). Un blog católico anti-aborto de aquí nomás, que se autotitulada “La Voz De Los Que No Tienen Voz” (refiriéndose sin duda a los embriones y fetos humanos), publica también la noticia, y otro dedicado a la “sacralidad de la vida humana” añade una grave admonición a reflexionar, ilustrada con una foto de osito de peluche que se ha cortado su propia cabeza con una tijera.

No tengo tiempo ahora para largas traducciones, pero a quienes lean inglés les dejo el artículo sobre facilitated communication en The Skeptic's Dictionary. La revista Wired es uno de los pocos medios que publican una versión escéptica de la noticia, tomando palabras de Arthur Caplan, director del Centro de Bioética de la Universidad de Pennsylvania, aparte de la apelación de James Randi a terminar con la farsa, que cité arriba.

Y me han quedado cosas en el tintero, pero ya viene siendo hora de cerrar.